viernes, 13 de septiembre de 2013

Gibraltar


Tras la muerte de la serpiente de verano gibraltareña, por inanición debido a otros folclores patrios como el desafío nacionalista catalán, creo que toca hablar en serio de Gibraltar.

Pero ello me obliga previamente a hacer una confesión: mi condición de socialista me hace internacionalista, mi formación intelectual me hace iberista y mi formación emocional me hace andalucista, por lo que mi análisis sobre la cuestión gibraltareña no está teñida por ninguna formulación territorialista.

Ya he argumentado anteriormente, en este mismo blog, que tengo la convicción que uno de los mayores problemas para diseñar y ejecutar una política de Estado para el estrecho de Gibraltar hacia abajo, incluidas Ceuta y Melilla, es la visión mesetaria, atlántica y septentrional de las élites estatales.

La propia cuestión de Gibraltar de este verano es la prueba más palmaria, ya que no se trata de establecer una política coherente sobre una demanda histórica, sino la excusa transitoria de una cuestión de política interna del partido mayoritario en las Cortes Generales. Pero esto ha sido así con Rajoy, con Aznar, pero también con Franco. Esas episódicas exaltaciones patrióticas que en su paroxismo llevó al ex general a ordenar el cierre de la verja, es decir de la frontera, en 1969, para ahogar a la pérfida Albión. Cosa que sólo consiguió llenar de marroquíes el Peñón (contra la intención de los españoles firmantes del Tratado de Utrecht), reforzar el espíritu nacional gibraltareño, y provocar la hambruna en el Campo de Gibraltar, a pesar de la Zona de Preferente Localización Industrial y el desarrollo turístico de la Costa del Sol, que tuvo que absorber gran parte del paro producido por la decisión del Estado franquista.

Se puede discutir hasta la extenuación si Gibraltar debe ser o no española. Razones y argumentos los hay en todos los sentidos. Pero si la sociedad española se fija el objetivo de integrar (o reintegrar) el actual territorio de Gibraltar, lo primero que debe establecer es un programa a largo plazo, consensuado por todas las fuerzas políticas de la Nación con opciones a gobernar (como mayorías o como minorías), y sacado de la actualidad política. Un plan, con todas las diferencias que se quiera, como el que realizó China para recuperar Honk Kong.

En segundo lugar, debe establecer una política de seducción de la sociedad gibraltareña que por razones históricas (tanto internas tras el reforzamiento de la identidad gibraltareña provocada por la decisión mesetaria de cerrar la verja, como por la imposibilidad actual de anexionarse un territorio en contra de la voluntad de sus habitantes), y económicas, se sienten seguras de su estatus actual.

A mi entender, ello pasaría por una oferta formal de las Cortes Generales a la sociedad gibraltareña basada en el respeto a su integridad territorial (no anexándose a Andalucía, por ejemplo), al uso de la lengua inglesa como co-oficial, la posibilidad de la doble nacionalidad anglo-española y un estatus económico transitorio (de 50 años, por ejemplo) suficientemente generoso. También sería pertinente una generosa política de becas para estudiantes gibraltareños en España, y reducir el número de estudiantes de la Roca que acuden a universidades británicas.

Pero además de ofrecer una zanahoria, hay que dar el palo, mediante una férrea política de inspección fiscal y control aduanero, que debería durar lustros e incluso décadas, que impida el uso de Gibraltar por parte de residentes en España como paraíso fiscal. Se debería además crear un cinturón de riqueza alrededor de la colonia británica, tanto en el Campo de Gibraltar como en las zonas aledañas de Cádiz y Málaga, ya que ¿quién querrá sumarse a un Hinterland mucho más pobre, con graves problemas de marginalidad, drogadicción, tráfico de drogas, etc.

En cambio, el desarrollo industrial y tecnológico de la zona, que aumentara significativamente la renta per cápita, la instalación en la zona de grandes equipamientos públicos como hospitales de referencia nacional, universidad, etc. llevaría a los llanitos a ver como deseable sumarse a esa riqueza. Para ello sería fundamental un pacto igualmente de Estado entre el gobierno de la Nación y el de la Junta de Andalucía, que potenciara toda la riqueza endógena (que las hay) con aportaciones fundamentales de proyectos exógenos.

Y por último, faltaría una inteligente estrategia en el corazón del imperio inglés, desde la embajada española en Londres, para que la sociedad inglesa no visualice a los gibraltareños como las víctimas del toro español, sino como unos caprichosos que quieren vivir fastuosamente a costa del contribuyente británico.

Pero, ¿cuál es la realidad? Una política histórica que ha conseguido insuflar una identidad que ni los galos de la aldea de Asterix; una política nacional actual que usa Gibraltar, como el peñón del Perejil, como Ceuta, como Melilla, con exclusivo interés de fervor nacional; una deriva nacional-centrípeta que desprecia y atosiga la singularidad de sus propios territorios con lengua propia; una permisividad escandalosa en materia fiscal y aduanera, en concomitancia con las élites económicas de la Costa del Sol y las mafias locales; un Hinterland pobre, pobrísimo, con una economía fuertemente dependiente del tráfico del tabaco y del hachís; y con una sociedad española que su último problema es lo que pase en una rocalla más allá de Sierra Morena.

Porque si el problema fuera realmente el futuro de los pescadores de Algeciras o la Línea, con ofrecerles un plan de jubilación como a Bárcenas, seguro que estarán encantados con los arrecifes artificiales colocados por el gobierno de Gibraltar.

viernes, 6 de septiembre de 2013

El valor de sólo haber “trabajado” en política


Como muchas, y algunos, han resaltado, desde que Susana Díaz Pacheco empezó a pergeñarse como la futura presidenta de Andalucía, desde diestra y siniestra empezaran a articular un relato en contra de la entonces secretaria general de la Agrupación Provincial Socialista de Sevilla, donde, entre otros elementos, figura uno que concita especial consenso: su falta de experiencia fuera de la política.

Incluso una fina analista como Concha Caballero, en su post “Antisusanismo”, en el que defiende la idoneidad y la oportunidad histórica de la candidatura de Susana Díaz, afirmaba “Susana Díaz es una persona que “no ha trabajado en su vida en la empresa privada ni ha hecho oposiciones en la Administración pública”. Efectivamente esto es así y soy también de las que creen que esto, no es que los inhabilite en absoluto para un cargo, pero supone un cierto déficit.

Este discurso, el del desmérito de haber “echado” los dientes, y solamente, en un partido, me lleva a pensar que para muchos, la gestión de lo público tiene un carácter de amateur como los antiguos juegos olímpicos, donde no se les permitía jugar a los jugadores de baloncestos de la NBA porque eran “profesionales”.

Este discurso es casi hegemónico en la actualidad, posiblemente provocado por la experiencia, en los últimos años, de políticos y políticas que llevan ocupando puestos de responsabilidad durante décadas, sin otro mérito de estar bien relacionados. Pero ello no significa que sea cierto.

Y el argumento es contundente. A la hora de elegir al gestor de un gran hospital público, ¿preferiría a un profesional que ha recorrido todo el escalafón y conozca su estructura y sus dinámicas internas, o a un prestigioso pianista? Para rector de una gran universidad, ¿no sería mejor uno o una que haya pasado desde la condición de becario a la de catedrático, en vez un dentista afamado con consulta abierta? O, por ejemplo, para un gran banco ¿no es mejor aquel que ha desarrollado toda su carrera dentro de la entidad a una magnífica ingeniera superior? Aún recuerdo que entre los panegíricos sobre Alfonso Escámez, presidente en su día del Banco Central, destacaba que había empezado en la entidad de botones, con 12 años.

La política como afición, incluso sin remuneración, proviene del antiguo régimen e incluso del sistema liberal inglés, cuando sólo las clases más privilegiadas, la alta burguesía y la nobleza, se dedicaban a la gestión pública del que obtenían rentas de forma indirecta al defender sus derechos en sus negocios privados. Es memorable la indignación de los partidos liberal y conservador ingleses, en la Cámara de los Comunes, cuando los laboristas, obreros sin rentas de capital, decidieron poner un salario a los miembros del parlamento inglés.

Desde una óptica romántica, cierto amateurismo de la cosa pública puede ser atractivo: ciudadanos libres que ocupan transitoriamente una responsabilidad pública. Pero la realidad de la actual maquinaria administrativa y política convierte esa visión en un suicidio colectivo.

La Junta de Andalucía, por ejemplo, es la mayor organización de Andalucía, la que más personal gestiona, la que mayor recursos capta y la que mayor recursos gasta. De ella dependen nuestro bienestar, nuestra salud, nuestra educación, nuestro medio ambiente, etc. ¿Y es lógico poner a su cabeza al mejor de los bienintencionados que prestigioso en cualquier otra rama de la profesión o el saber, desconozca casi absolutamente el ente que gobierna?

Para mí, el curriculum de Susana Díaz es posiblemente una de sus mayores virtudes políticas: conoce desde dentro el municipalismo; conoce perfectamente la maquinaria política del mayor grupo parlamentario que sustenta el gobierno; conoce las dinámicas de la Corte, para ello ha sido diputada nacional; y ha gestionado la consejería política por excelencia de cualquier gobierno.

Si se hubiera dedicado durante cuatro o diez años a ser procuradora de tribunales, por ejemplo ¿qué mérito añadiría para su candidatura? Si durante una década hubiera sido becaria de un departamento universitario y luego profesora asociada, ¿sería Susana Díaz mejor candidata? Yo, sinceramente, creo que no sólo no sería mejor candidata sino que sería posiblemente una candidata perfectamente prescindible.

Otra cosa es que un candidato o una candidata deba pasar un tribunal calificador. ¿Y que son, si no, las elecciones democráticas? El mejor tribunal del mundo.

jueves, 23 de mayo de 2013

Que una frase no deshonre una vida. Carta abierta a José Chamizo.



Estimado Defensor,

Junto con su relevo al frente del Defensor del Pueblo andaluz se han hecho públicas sus declaraciones en la que apela a la Consejera de la Presidencia de la Junta de Andalucía como la chica de Presidencia .

Hago manifiesto público de mi admiración y simpatía por su labor durante más de década y media al frente de una institución que Vd. le ha dado un significado verdadero.

Este aprecio se ha ido cimentando a lo largo de los años no sólo por el trato personal e institucional que me ofreció cuando estuve al frente del Consejo de la Juventud de Andalucía en los noventa, sino también comprobando, día a día, su defensa de los más desfavorecidos de nuestro pueblo andaluz.

Como prueba, un botón: Andalucía nunca le estará lo suficientemente agradecida por el Informe que elevó al Parlamento Andaluz sobre la situación de las personas transexuales, y que permitió la aprobación por unanimidad de todos los grupos parlamentarios de la iniciativa de creación de la Unidad de reasignación del Hospital Carlos de Haya de Málaga.

Por esto, por el aprecio que le tengo, me veo animado a solicitarle públicamente que reconozca su error al denominar despectivamente a la Consejera de la Presidencia de la Junta de Andalucía como la chica. En una sociedad donde el machismo sociológico anida en las más sorprendentes personalidades, en un pueblo que justifica con los argumentos más peregrinos las discriminaciones por cuestión de género, el uso despectivo de chica para denominar a la mujer más relevante de la administración andaluza, me llena de inquietud. Soy consciente del momento emocional en el que ha pronunciado dichas palabras. Pero por eso mismo, por la dignidad con la que ha ejercido su labor al frente del Defensor, no merece que un borrón manche un brillantísimo expediente.

Reconozca su error y pida disculpa, que ello le honrará. Saber salir de las responsabilidades es tan importante como saber entrar en ellas. Desde un principio, la sociedad andaluza se ha reconocido en sus actos, en sus palabras, en sus denuncias. Por ello, la sombra de misoginia que proyectan  esas palabras sobre sus convicciones es completamente injusta con Vd. e incluso con el pueblo andaluz al que ha defendido con denuedo.

Post Scriptum: A las 21:26 CET del día 23 de mayo de 2013, EL PAIS ha publicado una entrevista a José Chamizo en la que afirmaba: "Pido perdón a la consejera de la Presidencia, a la que llamé “chica”. No era mi intención ofenderle. Tampoco era mi intención ofender al PP. Yo utilizo mucho el término “psicópata” pero no en plan de enfermedad, pero bueno, lo retiro absolutamente. Lo que pasa es que hay comportamientos que no entiendo. Creo que han tenido que ser el presidente de la Junta y la consejera de la Presidencia los que han decidido. "

Esa respuesta le honra. Pero no veo que aún sea consciente de la carga misógina de su comentario.

lunes, 20 de mayo de 2013

Machismo y Xenofobia en la ciudad



Un reciente twit de la asociación Sevilla Se Mueve mostraba la foto que encabeza este post junto a la siguiente reflexión: En el parking de la Plaza Rafael Salgado de Bami parece que no se ha seguido el mismo patrón "ecologista" que en el caso de la Biblioteca del Prado.

Los tribunales de justicia ya se han pronunciado jurídicamente sobre la cuestión, lo que unido a mis escasos conocimientos jurídicos, me invitan a no meterme en el campo minado de las interpretaciones legales. Pero no quiero dejar de compartir contigo, amable lectora o lector, mi hipótesis sobre lo que pasó realmente con la biblioteca universitaria de El Prado.

Hay que recordar que el Prado de San Sebastián ha sido mutilado a lo largo de la historia hasta dejarlo convertido en un rectángulo encajonado entre edificios históricos (Fábrica de Tabacos, Plaza de España, Estación de Autobuses del Prado)e histéricos (edificios de la calle Diego de Riaño). No hay que olvidar que todas esas construcciones fueron levantadas con el aplauso interesado de la sevillanía, que no encontraron nunca problemas en ocupar un espacio que en los ochenta del siglo XX se había convertido en un erial.

Por eso desentonó el alegato en defensa de unas jacarandas plantadas en los noventas durante el gobierno del PA-PP, sin mayor valor botánico, que primero realizaron los vecinos de la calle Diego de Riaño, y después, en tropel, los francotiradores de la sevillanía instalados en toda clase de púlpitos.

Y desentonaba porque sonaba, y sigue sonando, a excusa para tapar otros intereses más inconfesables: la misoginia, la xenofobia y la intolerancia política. Lo que la sevillanía, transida de lo que he dominado espíritu Romero Murube, no podía soportar es que un gobierno de rojos, instalados democráticamente en el ayuntamiento y en el rectorado de la Hispalense, decidieran construir un edificio diseñado por una mujer, que además era extranjera y musulmana justo al lado de Capitanía General. ¡Demasiado para el cuerpo de un sevillanito de dios!

Ahora tenemos la prueba en el parking de la plaza Rafael Salgado, donde una zona verde se ha convertido en una plaza dura, con desaparición de arbolado, y nadie, y menos que nadie el Tribunal Superior de Justifica de Andalucía, ha movido un dedo.

Claro que la obra seguro que ha sido diseñada por hombres blancos, honrados y católicos, y no por la chusma roja y extranjera.

domingo, 21 de abril de 2013

No se meta en política



Es conocida la anécdota, cuya veracidad no he podido contrastar, de la respuesta que dio el ex general Francisco Franco (el felón militar que traicionando el voto sagrado de defensa de la Patria promovió el asesinato de centenares de miles de sus compatriotas), a un neófito que le confesó sus aspiraciones públicas, aquello de joven, haga usted como yo, no se meta en política.

Sostengo desde hace décadas que fue esa vacuna, no se meta Vd. en política, la que permitió durante la Transición y en años posteriores, la puesta en marcha de políticas sociales, económicas y de derechos que cualquier observador imparcial consideraría imposible en un país educado durante cuarenta años en la violencia emocional, el exterminio cultural y la represión social.

De nuevo he recordado esta hipótesis leyendo la noticia que hoy publica EL PAIS sobre el matrimonio gay en Francia, al escribir el periodista: Si en España, el país vecino ex franquista y católico, la ley del matrimonio gay se solventó sin violencia y hoy se aplica en plena normalidad constitucional, la laica y docta Francia no podía ser menos, se pensaba.

La realidad es que en una sociedad movilizada, crítica y con músculo como la francesa, este avance, equiparable al fin de la esclavitud o el derecho al voto de la mujer, no podía pasar sin mayores consecuencias. La falta de respuesta de la sociedad española no es por lo tanto un acuerdo tácito sino resignado en el sentido de mientras a mí no me afecte directamente…

Pero también en España eso está cambiando. Tras treinta y cinco años de democracia, una parte de la sociedad está asumiendo que sí debe meterse en política. Pero curiosamente no ha sido la tradicional izquierda social, sino la siempre militante jerarquía católica quien está movilizando a su electorado en pos de la defensa de sus trasnochados principios éticos.

Claro que toda acción consigue una reacción, que doy por asumido por la jerarquía católica. Y es precisamente ese activismo católico el que puede y debe movilizar a la izquierda social. Claro que ello, como en Francia, está suponiendo mayores tasas de tensiones y conatos de violencia.

Ahora bien, la izquierda social debe estar atenta y no dejarse aleccionar desde la derecha sobre dicha tensión, ya que lo insano es precisamente esa calma aparente e insana de la sociedad española.  Sin violencia física y emocional, la tensión social siempre es un vehículo natural para avanzar. Tal vez habrá que empezar a hacer escraches delante de las parroquias como la derecha católica los hace ante los centros donde se practican interrupciones de embarazos.

sábado, 23 de febrero de 2013

El camino hacia la República.



El auge del republicanismo que actualmente vemos en España, me llena tanto de júbilo como de estupor. Júbilo, porque criado en una familia de larga tradición republicana nunca he sentido ese juancarlismo que se le presupone a la izquierda en la que me alineo. Estupor porque de nuevo llega la inspiración republicana no desde el corazón y la mente, sino desde las tripas.
          
Que si me queda un tiempo razonable de vida veré la III República Española es tan innegable como que mañana amanecerá. Claro que por republicanos nos definimos los que aspiramos a un revival, en lo positivo, de la filosofía de la II República Española, porque muchos parecen olvidar que repúblicas son también la de Guinea Ecuatorial, Irán, Estados Unidos, Corea del Norte y Haití, por poner algunos y dispares ejemplos.
           
Pero a nuestro concepto de republicanismo no se puede llegar desde la desesperación o el desencanto. Es injusto con el espíritu republicano adherirse a su causa por el bochorno de un sistema político colapsado y por una monarquía asesiada por sus propios errores.
               
A la república se debe llegar por el camino de la dignidad humana, de la ética de los derechos fundamentales del hombre y de la mujer: no ser gobernados por quienes no hayamos tenido la oportunidad de elegir.
                
Se trata del mismo principio filosófico que llevó a la revolución norteamericana a no aceptar impuestos de un gobierno que no habían tenido la posibilidad de elegir. Pero también de la misma lucha feminista, condensada en la expresión No taxation without representation que se negaba al pago de impuestos a esa misma República de los Estados Unidos de América, heredera de la revolución norteamericana, mientras no se permitiera votar a las mujeres.
            
Y no se trata que el gobierno de una república sea, per se, mejor que el de una monarquía, ni que sus leyes y sus políticas sean más beneficiosas para el conjunto de la sociedad que el que tenemos ahora en España. Es la imperiosa necesidad de ser gobernados por un primus inter pares, el primero entre iguales. O como escribió Francesc de Vinatea, jurat en cap de Valencia, al rey Pedro el Ceremonioso: cada uno de nos somos tanto como vos, pero todos juntos mucho más que vos.
              
Aunque sea para cambiar a Juan Carlos I, o a Felipe VII, por Aznar o Rajoy, que ya sería mala suerte.

lunes, 18 de febrero de 2013

Vamos a terminar muy mal. Respuesta a Pablo Iglesias.


Estimado tocayo,
      
Esto de dedicarme a lo político-social desde la base desde hace más de veinticinco años me ha permitido ver de cerca la evolución de los movimientos a la izquierda del PSOE. Por eso, cuando saltó el 15-M se me llenó las fosas nasales de la misma naftalina que ya había olido hacía veinte años antes durante mis primeros pasos juventosindicales.
          
Creo que ya he dejado escrito (me da pereza buscar entre mis antiguos post) que el PSOE siempre ha sido un oso al que es muy difícil abrazar sin que te mate. En Andalucía, ese terror llevó a la Izquierda Unida de Luis Carlos Rejón a pactar la pinza con Javier Arenas (que nadie me lo niegue porque el dirigente de IU lo reconoció a menos de 80 cm de mí). El PA optó por el abrazo, pero el resultado no fue mucho mejor. Aquellas experiencias terminaron como terminaron: tener como contrincante electoral al PSOE es tan peligroso como pactar con él.
           
Por ello comprendo ese empeño de cierta izquierda en auto intitularse verdadera, intentando desalojar al PSOE por todos los medios, a fuerza de culazos, del frondoso campo de la izquierda. Como ya he dejado igualmente escrito en este blog los errores que a mi entender ha cometido la dirigencia del PSOE y sus bases, así como las posibles salidas que yo percibo, me ahorraré el recurso dialéctico de intentar demostrar mi desapego al coche oficial y a la tarjeta VISA gubernamental, artículos de lujo que por otra parte en mi vida he tenido ni siquiera cuando ocupé un discreto puesto institucional, que por no tener no tenía ni sueldo ni dietas. Pero lo cierto y verdad es que más allá de las siglas y las dirigencias, existe un socialismo sociológico que tenazmente se aferra al partido de Pablo Iglesias, que aún cuando discrepen de la actual dirigencia (y de las anteriores) sigue viviendo como una agresión los ataques de esa otra izquierda que pretende ser la única verdadera.
              
La crisis ha sacado a la luz toda esta ponzoña moral, y ha dado nuevos bríos a todo ese rencor alimentado durante décadas, pero esta vez con el inestimable concurso de una dirigencia del PSOE errática, colapsada, anquilosada y desquiciada por tantos años de gobierno partidario. Gracias a tiros y troyanos, ese odio (sí, se trata de odio por muy racionalizado que esté) hacia las venerables siglas que fundaran los y las socialistas españolas hace casi siglo y medio, alimentada con el intelecto y la sangre de decenas de miles de las mejores personas que ha dado España desde finales del siglo XIX.
           
Algunos aprendices de demiurgo, conscientes o inconscientemente, se han visto aupados a lo alto de la cresta de esa ola anti-PSOE, en un proceso retroalimentador que acelera aún más ese odio yo diría casi atávico, en el que lamento tener que incluirte, estimado Pablo.
         
En estas, Beatriz Talegón pronunció unas palabras ante una reunión de la Internacional Socialista que provocó un pequeño maremoto patrio. Para una parte de la izquierda española, supuso un aire fresco, un desafío a las estructuras del socialismo institucionalizado, y la prueba de que en el seno del PSOE se podían cambiar las cosas.
          
Pero desde otra izquierda, se ha visto este mensaje de Talegón como una amenaza para el discurso penosamente construido de deslegitimización del PSOE, y rápidamente se orquestó en las redes sociales una teoría conspirativa, foto con beso incluida.
           
Ayer publicaste un post en tu blog de publico.es Otra vuelta de tuerka, titulado Beatriz Talegón y el efecto boomerang tan brillante como otros muchos que te he leído, aunque esta vez me gustó más por coincidir con mis propios pensamientos. ¡Qué quieres que te diga! Incluso yo soy humano.
        
Pero como no suelo quedarme en los textos de las plumas a las que sigo sino que no dejo de leer los comentarios que sus post y artículos generan, he visto que de forma mayoritariamente te tachan de iluso, patético y ¡hasta de revisionista!. Y no creas que me alegro (imagino que a ti personalmente te dará igual mis sentimientos) pero creo que puede servir de paradigma de mi posición.
          
Entre todos hemos activado un monstruo en la izquierda que devora lo que se opone a él (cuyos zarpazos hoy te han rozado), y me temo que, por aquello del karma, generará en el campo de la izquierda otro monstruo de igual intensidad pero en sentido contrario.
      
Viendo las imágenes con el abucheo de Beatriz Talegón, leyéndote y viendo los comentarios de tus seguidores al referido post, no he podido dejar de recordar las palabras de Julián Besteiro en 1933, que casi podemos calificar de testamento político.
        
Besteiro, que se enfrentaba a una situación que tenía algunos puntos en común con la actual, decía: Hay en el origen de todas las actitudes de rebeldía, cuanto más meditadas y profundas, mejor, un sentimiento de repugnancia hacia las injusticias y desigualdades, y una aspiración a que éstas sean suprimidas y reparadas; pero mientras el Socialismo no es más que eso, es estéril y muchas veces absolutamente contraproducente.
           
Por eso yo, añadía el venerable profesor, cuando aparece en nuestras filas, o fuera de ellas, un hombre que habla de Socialismo con un énfasis místico, como si a cada una de sus palabras le precediese el brillo de las zarzas que ardían en el Sinaí, e invoca en cada momento los estados íntimos de la conciencia moral y los refinamientos de la sensibilidad, yo desconfío; desconfío porque para ser socialista eso no vale, eso queda oculto como un sentimiento interno e inicial de las actuaciones.
         
Y aclaraba: Por entusiasmo místico y sentimental se puede llegar a una posición de superioridad protectora, adoptando la actitud de derramar los beneficios de la sabiduría y de la bondad sobre las masas, cuando éstas son los que tienen que emanciparse por sí mismas, según las palabras de MARX. O se puede, en un impulso de sentimentalidad, adoptar actitudes que tienen una apariencia radical; pero que en el fondo no valen absolutamente para nada. Y tenemos que convencernos, compañeros, que aunque el marxismo, el Socialismo científico, el Socialismo que verdaderamente está cada vez más en el fondo del espíritu de la masa proletaria, aunque ese Socialismo tenga un origen en sentimientos de justicia, en deseos de mejorar, en afectos, en estímulos morales, si queréis, el Socialismo es ante todo inteligencia, es comprensión.
             
En estos momentos creo que hay miles, decenas de miles de febriles izquierdosos con el brillo de las zarzas ardientes en sus ojos. Me temo que por el camino emprendido, el victorioso sea de nuevo el sistema neoliberal que aprovechará el empeño de la izquierda de repartir carnés de autenticidad para cambiar todo sin que cambie nada. La historia de Julián Besteiro la conocemos: después de quedar relegado en el PSOE murió en prisión por querer compartir su destino con el de sus conciudadanos de Madrid.
             
Visto lo visto, no creo que nosotros terminemos mejor.