domingo, 28 de octubre de 2012

Las deshoras de Juan Ignacio Zoido

¡Qué le vamos a hacer! A Juan Ignacio Zoido, la alcaldía de Sevilla le ha venido grande. Tan grande como su frustración, ya que el muchacho ha puesto tanto empeño en la tarea que ahora debe ser terrible que todo el mundo vea sus vergüenzas al aire.
        
Y no porque yo lo diga (ni porque yo lo valga), sino porque voces más autorizadas que la mía empiezan a poner por escrito lo que vengo sosteniendo en los últimos meses: que en menos de un año y medio Zoido ya demostrado que será un pésimo alcalde de Sevilla.
      
Comprendo que los veinte concejales y los aplausos del Corpus le llevara a sentirse flotar a la altura del giraldillo, con toda Sevilla a sus pies. Pero en ese momento debería haber recordado la anécdota, posiblemente falsa pero reiterada desde hace más de cien años, de Alfonso XII a su entrada en Madrid como nuevo rey. Ante el entusiasmo de las masas, el jovencísimo Alfonso exclamó ¡como me aplauden! Dicen que un muchacho que había cerca le respondió: ¡Pues esto no es nada, majestad! ¡Debía habernos escuchado cuando echamos a la puta de su madre! Se trata, sin duda, de esos atávicos sentimientos patrios que aún no hemos podido desterrar, y que nuestras élites sevillanas tienen por esencia: derribar tan rápido como encumbramos.
  
El sueño hispalense de Zoido, (que sin duda se soñó un Trajano, un Adriano), era sintonizar Sevilla con la historia, y de ahí su símil relojero: haré que Sevilla funcione como un reloj suizo.
   
Y lo que son las cosas, habría sido mucho más realista si hubiera exclamado como aquel cabildo catedralicio: ¡Ganemos unas elecciones de tal manera, que las generaciones venideras tomen a los sevillanos por locos!
    
Porque hasta observadores tan sobrios como Carlos Marmol, subdirector de Diario de Sevilla, no cejan de escandalizarse de la incapacidad de Zoido para la alcaldía. ¡Anda que no se habrá quedado a gusto Marmol, cuando ha publicado hoy en su columna La Noria: al gobierno del PP le ocurre lo mismo. Ni es infalible, ni perfecto, ni intocable. Más bien parece un perfecto desastre!

sábado, 27 de octubre de 2012

Fulbright: Quien no te conozca, que te compre

Para la mayoría de españoles, el término Fulbright no le sonará a nada. Para unos cuantos, Fulbright es señal de expediente brillante y profesional prestigioso. Lo que la mayoría ignora es que sus vidas están regidas por un sanedrín de exbecarios Fulbright.
       
Según wikipedia, el Programa Fulbright («Fulbright Program») es un programa de ayudas educacionales —Asociaciones Fulbright («Fulbright Fellowships») y Becas Fulbright («Fulbright Scholarships»— patrocinado por la Oficina de Asuntos Educativos y Culturales («Bureau of Educational and Cultural Affairs») del Departamento de Estado de los Estados Unidos, los gobiernos de otros países y el sector privado.
   
El Programa nació al finalizar la Segunda Guerra Mundial, por iniciativa del entonces Senador de Arkansas J. William Fulbright, con la esperanza de que al fomentar el intercambio entre estadounidenses y ciudadanos de otras naciones, se eliminarían las bases de futuros conflictos al fomentar la tolerancia y el entendimiento mutuos.
  
Se considera uno de los programas más prestigiosos del mundo y funciona en 144 países. Más alumnos de Fulbright han ganado el Premio Nobel (incluyendo dos Nobel en el año 2002) que el de cualquier otro programa académico. El Programa Fulbright proporciona fondos para estudiantes, eruditos y profesionales para emprender estudio de graduación, investigación avanzada, enseñanza en la universidad y enseñanza en escuelas elementales y secundarias al exterior. El alcance inicial de este programa se centró en Europa, pero hoy el programa funciona en todo el mundo.
   
Para conocer la historia del programa Fulbright y España, podemos confiar en William Chislett, periodista y escritor, corresponsal de The Times, de Londres, en España y posteriormente en Mexico, autor de 20 libros y colaborador habitual del Real Instituto Elcano, uno de los thin tank conservadores más importante de España junto a la aznarista FAES.
   
Pues bien, Chislett, en un artículo titulado “Fulbright: 50 años en España”, escribía que <<Según un informe interno de EE UU, elaborado en 1956, el propósito del Programa era “hacer que los españoles confiaran en la capacidad de Estados Unidos para liderar y defender al mundo de la amenaza comunista, a través de un mayor conocimiento de su historia, cultura, economía y técnicas científicas.”>>
  
El excorresponsal de The Times añadía: “Durante estos 50 años se ha creado una enorme red informal de contactos que ha sido y sigue siendo muy útil para los dos países. Como era de esperar, un número significativo de becarios Fulbright españoles han alcanzado posiciones de liderazgo, tanto en el sector público como en el privado.”
  
¿Quiénes han sido beneficiados por estas becas Fulbright que en palabras de William Chislett ha funcionado para “confiaran en la capacidad de Estados Unidos para liderar y defender al mundo”?
  
Son mucho nombres, más de 2.500 en más de 50 años, pero según este autor, “probablemente, el más distinguido de estos becarios sea Javier Solana, un profesor de Física del estado sólido, quien, en su época universitaria, era muy crítico con la OTAN y años más tarde se convirtió en su Secretario General y luego Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea”.
  
Pero la lista, nunca pública, es mucho más amplia y sorprendente, ya que incluye a lo más granado de la inteligencia de nuestro Partido, como el compañero Josep Borrel, exministro y excandidato socialista a la presidencia del gobierno, el compañero Miguel Sebastián, exministro con el compañero José Luis Rodríguez Zapatero, el compañero Pascual Maragall, exalcalde de Barcelona, o la ministra favorita del cibermundo, Ángeles González-Sinde. Por el bando de la derecha encontramos a Pilar del Castillo, exministra de Aznar. En el mundo de la economía son exbecarios Fulbrigh el director de REPSOL-YPF Luis Alberto Mañas. Y en el mundo de la cultura encontramos el escritor Miguel Delibes, y al director de cine Daniel Sánchez Arévalo, y el historiador Santos Juliá.
   
Naturalmente, disfrutar de una beca Fulbright no significa que automáticamente el beneficiario se convierta en un agente infiltrado norteamericano. Pero sí es cierto que tras regresar de los Estados Unidos, cualquier becario se habrá empapado de un discurso neoliberal que trasladará, incluso inconscientemente, a todos sus análisis y propuestas.

Por eso, si mañana tenemos que elegir a un compañero o compañera, pidámosle su Curriculum Vitae. Y si ha sido becario Fulbright, deberíamos decirle aquello de quien no te conozca, que te compre.

jueves, 25 de octubre de 2012

Socialistas: yo tengo la solución

Estimado lector, el título de este post sólo tiene el objetivo de llamar tu atención y llevarte a leerlo, porque aunque tengo una “solución” a los problemas del PSOE, sería pedante por mi parte tener la certeza de que se trata de la “solución”. Pero sí quiero compartirla e incluso debatirla contigo.
     
En una conversación con un amigo vía facebook, entorno al artículo de opinión de Isaac Rosas en eldiario.es, “El PSOE como puntal de una casa en ruinas”, escribía lo siguiente: “En mi opinión, en el congreso federal celebrado en Sevilla había dos opciones: apretar filas y aguantar (Rubalcaba) o dar el salto y arriesgar (Chacón) pero ambas opciones (yo apostaba por la segunda) adolecían del mismo hándicap: seguían sin reconocer no los últimos errores de ZP, sino algunos muy anteriores, como señala Isaac Rosa. El problema” seguía diciendo “es que al aceptar la lógica neoliberal (o el contrato social neoliberal, como dije en mi penúltimo post) el socialismo del PSOE se condenaba a terminar en esta situación, era cuestión de tiempo. Hay que rebobinar, regresar al "pecado original" y establecer una hoja de ruta, posiblemente no rupturista, pero sí públicamente enfocada a superar el neoliberalismo y establecer un "nuevo contrato social" de orientación socialista.”
  
Y vuelvo a insistir en lo escrito en mi post de este mismo blog titulado “¿Qué quiere ser el PSOE de mayor?”: la solución pasa, primero, por reconocer de nuestros labios (del Comité Federal, por ejemplo) un relato coherente de lo sucedido, sin dejar de reconocer todos los errores desde 1975 (que en mi opinión pasa por asumir que nunca debimos aceptar la lógica neoliberal); en segundo lugar, la renuncia de la dirigencia más significativa del Partido para seguir asumiendo responsabilidades (incluidos casi todos los miembros del Comité Federal); y en tercer lugar, plantear a la sociedad un nuevo “contrato social” basado en postulados socialistas aunque realista y gradualista, en línea por lo defendido por Pablo Iglesias y Julián Besteiro en el pasado.
  
Se trata de una amarga medicina, emocionalmente insoportable para muchos y muchas compañeras, sin duda. Significa poner en cuarentena, aunque sea temporalmente, a muchos de las y los compañeros que han dirigido nuestro Partido en los últimos treinta años. Pero como yo sí considero que son buenos socialistas, estoy seguro que terminarán comprendiendo la necesidad de éste último sacrificio en pos del socialismo y de nuestro venerable y centenario Partido.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Marxismo de Ida y Vuelta

Curiosamente, a la vez que la izquierda abandonaba el marxismo como dialéctica y como praxis política, el neoliberalismo fue asumiéndolo en sus dos vertientes, aceptando por una parte que la historia humana se basa en un enfrentamiento entre clases sociales, y por otra que la batalla actual también se libra entre clases sociales.
     
Así de sencillo lo manifestaba Warren Buffett en sus memorias: “Claro que hay una lucha de clases, pero es mi clase, la clase de los ricos, la que está librando esta guerra. Y la estamos ganando”. Hay que recordar que Buffett es la tercera fortuna del mundo, y dueño de Berkshire Hathaway, la octava más grande del planeta, propietaria del 12,6% de American Express, el 8,6% de Coca Cola o el 12,5% de la temida Moody's, entre muchas otras empresas.
   
Por ello no es extraño el empeño del neoliberalismo de erradicar de las universidades cualquier elemento que sugiriera la virtud de la teoría marxista. Tal y como nos comentaba el catedrático José Luis Osuna, experto en evaluación de políticas públicas, una de las medidas fue la eliminación de la planificación económica de las facultades de economía.
   
Pero sí es paradójico el empeño de la izquierda europea en arrinconar no ya el programa de máximos de la doctrina marxista, sino incluso su dialéctica, su teoría para interpretar la historia.
  
Besteiro ya nos advertía que “Generalmente, cuando se combate al marxismo se le combate como si fuese un sistema perfecto de verdades eternas, una especie de religión, un sistema dogmático o una concepción moral. Se dice muchas veces: el Socialismo es la religión nueva. ¡La religión nueva! ¡Qué va a ser!, si el espíritu del Socialismo, lejos de ser un sistema de verdades dogmáticas, no es ni siquiera un sistema; el Socialismo es un método, es un modo de acción, es un camino para investigar la verdad en los problemas históricos y sociales y un camino a seguir sólida y reciamente para operar una verdadera transformación social; pero como método, el Socialismo está compuesto de leyes, está compuesto de la enumeración de los hechos, está compuesto de teorías. Las teorías del marxismo, como todas las teorías científicas, no necesitan ser absolutamente verdades, ni pueden desecharse porque se aduzca una instancia contraria. A las leyes y a las teorías científicas les basta con ser relativamente verdaderas. Y precisamente, cuando al aplicarlas se ven los defectos de detalle que puedan tener, entonces es el momento preciso para corregirlas y laborar por su cada vez mayor perfeccionamiento.”
  
Resultaría irónico, sino fuera por la tragedia que supone, que sea el enemigo objetivo de Carlos Marx, el capitalismo, el que mayor rendimiento le esté sacando a sus trabajos teóricos. Pero nunca es tarde para reconocer el error y recuperar al viejo Marx. Aunque sea por imitar a Buffett y su gente.

domingo, 21 de octubre de 2012

El fracaso del “contrato social” neoliberal.

La praxis neoliberal, que aceptó el PSOE desde los años ochenta, propugnaba un nuevo contrato social. Por una parte, Estado y sociedad debían limitar el endeudamiento público, eliminar el incremento salarial por encima de la inflación para mantener la competitividad, y crear marcos regulatorios laxos y órganos de control independientes del poder político estatal. A cambio, los mercados asegurarían lo que se llamaba el “círculo virtuoso”: baja inflación, alto crecimiento económico, creación de empleo. Lo que todo ello nos llevaría al bienestar generalizado para nuestras sociedades.
    
En España, el Estado, gobernado por el PSOE, y su sociedad, mediatizada por sus organizaciones sociales y sindicales, cumplió su parte del contrato. A lo largo de dos décadas, el Estado redujo su deuda pública a los niveles más bajos de la Unión Europea, los salarios apenas ganaron unas décimas de capacidad de compra, y se relajó el marco regulatorio a la vez que entidades como el Banco de España, alcanzaron un nivel de independencia del poder estatal suficiente para las teorías liberales.
 
En cambio, los mercados y sus representantes políticos, el PP, incumplieron manifiestamente su parte del contrato. Ni los entes regulatorios independientes del poder estatal, como el Banco de España, cumplieron el mandato de “controlar” a las fuerzas del mercado incluido el Estado, ni los mercados asignaron racionalmente los recursos, inflando la burbuja inmobiliaria, ni los gobierno pro-neoliberales en las Comunidades Autónomas redujeron su deuda, bien al contrario la aumentaron exponencialmente, al punto de ser en la actualidad las administraciones públicas gobernadas por los socialistas de 1996 a 2011 las que mantienen las tasas de endeudamiento más bajas (como Andalucía y Sevilla) y las gobernadas por el PP las más altas (Valencia, Comunidad de Madrid, ciudad de Madrid, etc.), además de utilizar sus cajas de ahorros para inflar la burbuja inmobiliaria (no en balde las cajas peor gestionadas han resultado las dependiente de Comunidades gobernadas desde los 90 por el PP y las de la Iglesia Católica).
  
El contrato social pergeñado por el neoliberalismo se ha traducido en un fraude total. Aunque ahora intentar culpabilizar a quien lo cumplió, como el Estado. Porque en la teoría neoliberal, la burbuja inmobiliaria debía haber sido controlada por los entes regulatorios independientes (en España, el banco central) y los mercados, que se suponen asignan de forma eficiente los recursos. Pero se argumenta ahora que debería ser el Estado (fiel cumplidor de su parte del pacto) el que debía haber controlado a los mercados y al Banco de España, para lo cual carecía de competencia debido a su independencia promovida por el propio neoliberalismo, y limitado un Estado de Bienestar que dictaminan insostenible.
  
El fracaso del comunismo soviético fue su incapacidad para cumplir su “contrato social” de ofrecer niveles de bienestar (empleo, salud, educación, servicios sociales, etc.) suficiente a las poblaciones de los territorios en los que operaba, cosa que sí hacía el capitalismo democrático con el “contrato social” del estado del bienestar, allí donde gobernaba.
  
Veinte años después, desde las filas del neoliberalismo nos afirman que el estado del bienestar del capitalismo democrático es inviable por insostenible, lo que al igual que el comunismo soviético determina su fracaso. Es decir, ni el comunismo soviético ni el capitalismo democrático es capaz de ofrecer niveles de bienestar suficiente a sus poblaciones. Pero al contrario que en el caso del comunismo soviético, el neoliberalismo nos prescribe resignación.
  
No. Ante dos modelos fracasados hay que propugnar un modelo alternativo de contrato social que pueda asegurar dichos niveles suficientes de bienestar a sus poblaciones.
  
Y por ello, podría haber llegado la hora del socialismo democrático autogestionario.

sábado, 8 de septiembre de 2012

El partido de los 12 millones de votos

La mayor “virtud” de la derecha sociológica, mediática, económica y religiosa de España durante estos treinta años de democracia, ha sido la de consolidar un solo actor político de la derecha, integrando todas sus “sensibilidades”, y son muchas, bajo la “marca” PP, que, además, juega como agente comercial de los mercados contra los intereses de gran parte su propio electorado.

Esto es algo inédito en la historia de España, cuyo antecedente hay que buscarlo en la CEDA, la Confederación Española de Derechas Autónomas, creadas en los años treinta para intentar parar a los partidos republicados y de izquierdas. Y lo consiguieron al vencer en las elecciones de 1933. Como reacción a la reacción, las izquierdas se presentaron en 1936 bajo el paraguas del “Frente Popular”, que ganó aquel año.

Al contrario de la CEDA, el PP no es una experiencia, sino un proyecto consolidado, y por ello no podemos confiar en que las fisuras, que las hay, terminen agrietando el proyecto nacido con Aznar. Hay que, en mi opinión, agudizar las contradicciones internas, pero, sobre todo, presentando un frente unido por la izquierda.

El actual marco electoral sirvió en 1977 para consolidar la democracia, pero hoy puede suponer un instrumento para su eliminación. Las derechas se benefician de su candidatura única, frente a la dispersión electoral de la izquierda. Por ello hay que reeditar un “Frente Popular”, pero esta vez con la base de cambiar las leyes electorales.

Está comprobado que la izquierda siempre será más crítica y plural que la derecha, y que difícilmente podrá cobijarse bajo un solo proyecto programático como le ocurre a la derecha con el PP. Por ello un proyecto electoral de todas las izquierdas sólo es posible con un objetivo concreto, y ello pasa por conseguir que el PP no pueda beneficiarse de un sistema electoral injusto.

Por ello se hace necesario el “partido de los 12 millones de votos”, una gran coalición de las izquierdas que se fije el objetivo de conseguir la mayoría absoluta de las Cortes Generales y cambiar así el marco electoral hacia uno que aproxime al máximo el valor del voto de todos los electores, con listas abiertas.

Una vez en el poder y tras aprobarse la modificación electoral, deberían disolverse las cámaras y ya con el nuevo escenario electoral conformar las mayorías y minorías necesarias.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

“Herencia” a título de inventario

Artículo publicado en la web socialistasdesanjeronimo.blogspot.com

Ahora que la derecha social, mediática y política sevillana anda justificando la incapacidad de gestión de Juan Ignacio Zoido con alusiones a la “herencia” recibida, es el momento de hacer inventario de la misma, no tanto para estudiar la posibilidad de aceptar o no la misma, sino para comprender si dicha justificación tiene base o no.
 
Una de las fortalezas de la gestión del compañero Alfredo Sánchez Monteseirín fue que todas las actuaciones se hicieron conforme a un proyecto de ciudad que se reflejó en el último Plan de Ordenación Urbana (PGOU) de Sevilla. Como nos informó el compañero Emilio Carrillo hace unos años en un seminario sobre urbanismo celebrado en la Agrupación de San Jerónimo, se apostó por una ciudad que no creciera más allá de los setecientos mil habitantes, para potenciar los aspectos más habitables de la misma. En este sentido, de cada cuatro metros cuadrado nuevos contemplados en el actual PGOU, dos iban a zona verde, uno a zona industrial y el metro cuadrado restante a suelo residencial. Ello suponía trabajar para una ciudad a escala humana, lejos del “gigantismo” del urbanismo de derechas, “centrado” exclusivamente en maximizar el beneficio de los operadores inmobiliarios.

En esta línea, durante los últimos doce años socialistas se apostó por acciones de integración que evitara la gentrificación (expulsión de los habitantes de una zona deteriorada y sustituidos por las clases medias) de nuestros barrios. En el centro de la ciudad, la zona más golosa para la especulación urbana, el gobierno socialista promovió viviendas de VPO (tanto en nueva obra como en rehabilitación de edificios antiguos), se subvencionaron la rehabilitación de los edificios de renta antigua que mantuvieran a sus vecinos originales, se construyeron viviendas de alquiler para familias de bajos ingresos, se construyeron viviendas para artesanos, etc.
 
En San Jerónimo, un barrio especialmente proclive a sufrir un proceso de gentrificación por su magnífica ubicación (cerca del centro pero en medio de la naturaleza) dicho proceso fue “parado” por una activa política de viviendas de VPO que crearon zonas como San Jerónimo-Alamillo.

También el PGOU apostó por un transporte sostenible e integrador, y por ello se construyeron más de cincuenta kilómetros de carriles bicis, se promovieron transportes de baja contaminación (como el metro y el tranvía), y se crearon nuevas líneas de autobuses urbanos.

De igualmente, la política descentralizadora de equipamientos mantuvo una política inclusiva en el conjunto de la ciudad. Un claro ejemplo lo tenemos en la construcción y promoción de nuevos espacios escénicos. Si tradicionalmente la construcción de los teatros se realizaban en las zonas más céntricas de las ciudades, durante el último gobierno socialista se llevaron a cabo en barrios obreros como Pino Montano (TNT), Cerro del Águila (Teatro Salvador Távora y Sala Flig), etc. Así, San Jerónimo vio levantarse en estos años el nuevo centro cívico, el hotel de entidades, la piscina municipal, el nuevo instituto, etc.

La apuesta de nuevo suelo industrial, organozado en "cluster", es decir en zonas donde se concentren diferentes empresas de un mismo sector, dió lugar a las "ciudades" industriales, como la de la imagen, que se está construyendo en El Higuerón (San Jerónimo), y donde se concentrarán desde los medios públicos de RTVA (Canal Sur TV y Radio), productoras de televisión, etc., junto a nuevo equipamieno comercial (con un cine al aire libre) y nuevas zonas verdes.

Por último, la apuesta por las zonas verdes del PGOU (la mitad del nuevo suelo) se tradujo en San Jerónimo en la restauración de la rivera del Guadalquivir, entre el puente del Alamillo y el parque de San Jerónimo, que ha insertado a nuestros barrios en medio de un vergel.

Esta magnífica política urbanística, de equipamiento, movilidad y zonas verdes, podría contar con el hándicap de la deuda asumida. Pues bien, todo lo hecho en Sevilla se ha traducido en que nuestra ciudad tenga la deuda más baja de las grandes ciudades de España, tanto en global como por habitante, mucho más bajas de ciudades similares como Málaga y Valencia, gobernadas por el PP.

Por todo ello, el machaconeo de la derecha mediática, política y social sevillana de justificar lo injustificable en base a la “herencia” recibida es completamente falso. Juan Ignacio Zoido ha recibido una ciudad moderna y bien equipada, con una baja deuda per cápita, y una hoja de ruta fruto de un amplio debate social.

Durante la presentación de su candidatura a la alcaldía, realizada en la Casa del Pueblo de San Jerónimo en 2011, el compañero Juan Espadas aceptaba que esta legislatura no era la de las grandes obras sino la de las pequeñas soluciones, la eficacia y el rigor.

Por eso, a Zoido no se le exige la programación y ejecución de grandes equipamiento, la crisis lo impide, pero sí que gestione con claridad, equidad y eficiencia. Pero la gestión del alcalde y presidente del PP-A está llena de confusión, de discriminaciones entre barrios, de falta de ideas, sólo centrado en contentar a todos aquellos sectores ciudadanos que le hicieron la campaña electoral en los últimos cuatro años: asociaciones de comerciantes, constructores, hermandades, medios de comunicación, etc.

Por eso, los socialistas, con o sin carnet, nos podemos sentir orgullosos de la “herencia” dejada a la ciudad tras doce años de gestión. Y sabemos que al contrario que Zoido, el compañero Juan Espadas sí sabría gestionar tan magnífica “herencia”.