miércoles, 9 de noviembre de 2011

Zoido en su laberinto

El juez metido a alcalde que es Juan Ignacio Zoido debería saber, como el niño de las películas norteamericanas, la diferencia entre verdad y mentira. Pero es difícil que alguien acostumbrado a utilizar la mentira como instrumento político deje de usarla simplemente por haber llegado al primer rellano de su meta política.

Analizar la trayectoria de Zoido a lo largo de ocho años “chupando” banquillo es muy interesante, porque nos explica su comportamiento político al frente de la corporación municipal sevillana. Tras ser derrotado por segunda vez, sin duda decidió que, costase lo que costase, ganaría la alcaldía de Sevilla. En una decisión así se encuentra, posiblemente, el cambio producido entre el candidato que era en 2003 y el alcalde que es en 2011. Si su primer cuatrienio fue de una oposición más o menos decente, el segundo se transformó directamente en populista y demagógico. Armado con una cámara de televisión prometió de todo a tiros y troyanos, abrazó a los bebes, besó a las ancianas y se metió en barrios obreros de Sevilla que ningún candidato del PP se había atrevido. Esta estrategia le dio resultado y, en medio de la mayor crisis económica que ha sufrido España desde la Guerra Civil, consiguió sus veinte concejales, hecho nunca sucedido en la Sevilla democrática.

Con tal bagaje, todos esperábamos que iniciara su mandato de forma espectacular, con una cascada de decisiones atrevidas, incluso revolucionarias, avanzando rápidamente con reformas profunda que sólo se pueden hacer con veinte concejales y al principio de mandato. Pero nada de nada. El saldo de su gestión, tras más de cinco meses, es de los más pobres y contradictorios de los que se recuerdan en Sevilla.

Y la conclusión, por sorprendente y simple que parezca, es que Zoido no tenía, ni tiene, un proyecto para Sevilla. Su promesa de hacer funcionar a la ciudad como un reloj suizo no era una promesa de implementar una cultura germánica de gestionar la ciudad, sino una ocurrencia que sonaba bien. Incluso la Sevilla que esbozaba Jaime Raynaud nos parece ahora mucho más solvente que la que entrevemos de las torpes y condicionadas decisiones de Zoido.

Por ejemplo, nunca se podrá explicar políticamente la sumisión de la actual política municipal a la asociación APROCOM, que agrupa al gremio de comerciantes de Sevilla. Esta actitud está llevando a Zoido a dar satisfacción, una a una, a todas sus demandas. Y sin para ello dudar en utilizar informes políticamente fraudulentos, drenar ingentes recursos a políticas de escaparate y a descolgarse de un política de movilidad europea que convertirá a Sevilla en una rara avis propia del tercer mundo.

En estos días, cuando siguiendo los dictados de la calle Madrid Zoido ha vuelto a llenar el corazón del centro histórico de autobuses, se ha sabido que el informe esgrimido por la actual corporación para eliminar, de un plumazo, el plan de racionalización del acceso al casco antiguo, sólo era un memorial de agravios de un funcionario resentido, un tal Enrique Gutiérrez, que en absoluto respondía a la realidad. Acusaciones que, según un medio de comunicación de la ciudad, “no se sostienen al estar plagadas de errores y tergiversaciones de la realidad”.

¿Cómo pudo un alcalde, juez de carrera y experimentado concejal durante ocho años para más señas, tomar una decisión de tal calibre basado en un documento elaborado por una persona ajena al servicio competente y cuya animadversión hacia los responsables del mismo era al parecer vox populi en el área de movilidad? Exponer cualquier explicación lógica sería andar sobre el filo de la navaja de la denuncia por difamación.

¡Dios, que buen uso tendrían veinte concejales si tuviesen un buen alcalde! Pero tristemente, Sevilla no tuvo un Cid que obligara a Zoido a realizar su particular juramento de Santa Gadea.

martes, 8 de noviembre de 2011

... pero no tienen la razón.

Mi idea era irme hoy temprano a la cama. Ver el debate Ruba-Rajoy me daba pereza. Pero se lo prometí a una buena amiga, Mercedes A., así que me he tumbado en el sofá, me he tapado con la manta (momento en el que uno de mis gatos ha aprovechado para tumbarse sobre mi barriga) y smartphone en mano me he dispuesto a ver el debate por la Sexta.

¡Gracias, Mercedes! He pasado el mejor momento político en meses. Ruba, en este debate me ha mostrado que es mi candidato: no sólo ha sido el único que ha realizado propuestas, sino que además me han gustado todas. Ha tocado los temas que como ciudadano me preocupa. En economía ha planteado la necesidad de que la Unión Europea sea el motor de la solución de la crisis (con la bajada de tipos del Banco Central Europeo, la movilización de recursos del Banco Europeo de Inversiones, y la relentización del ajuste), y no un chino en el zapato. En sanidad y educación ha sacado la preocupación sobre el deterioro intencionado de lo público. No le ha faltado el tema de horarios (¿como diablos vamos a conciliar con jornadas de ocho a ocho?), el matrimonio gay (y Rajoy sin mojarse), el ejército (hay que bajar el gasto militar), etc.

Rajoy, al contrario, ha ido al rebufo de Ruba. Le ha faltado cintura, se mostraba irritado en el debate, no sabía salirse del discurso prefabricado. Lo único que ha mejorado respecto a hace tres año ha sido que estaba más delgado y era más agradable a la vista. Pero la pifiada de Cazalla y Constantina, demuestra que en cuanto se sale del guión, el gallego la jode....

Parafraseando a Unamuno, Rajoy, y con él la derecha, puede que gane las elecciones porque tienen la fuerza de los medios y de las empresas, pero no tienen la razón. En tromba saldrán los voceros del "soberano party" nacional en defensa de Rajoy y ensalzarán su actuación. Pero no. Hoy, en el debate, la razón estaba de parte de Ruba.

¡Gracias, Ruba! Ganemos o perdamos ya has conseguido un hueco en mi corazón socialista.

sábado, 29 de octubre de 2011

Las "amistades" del Señor Obispo

El ¿ínclito? y "simpático" Señor Obispo de Córdoba, España, (sí, sí, ese Demetrio Fernández que afirmó que según le habían dicho desde el Vaticano con unos programas de la ONU en unos años todos maricones) ha afirmado recientemente, entre otras "perlas" de la oratoria y de la reflexión intelectual que "También habría que aplicar la ley natural, [...], en relación con el matrimonio entre personas del mismo sexo, ya que ese tipo de unión "no es matrimonio, ya que la relación entre personas del mismo sexo es una relación de amistad, pero no puede ser matrimonio, porque éste, tal y como lo ha hecho el Creador, es la unión del varón y de la mujer abierto a la vida, y eso en personas del mismo sexo, nunca se da, ni se dará".

En estos momentos, "cautivado" por las palabras tan profundas de Don Demetrio Fernández, en vez de acordarme de su astuta madre (¿o era zorra? ¡con estos jueces uno siempre anda confundido!) solo se me ocurre que posiblemente cuando pasa de "matrimonio entre personas del mismo sexo" a "relación de amistad" se refiera a las profundas "amistades" de miles de sacerdotes y decenas de obispos católicos con sus pupilos.

¡Ay, Señor Obispo, que cabrón (experimentado y astuto) es usted! Pero claro, conociendo a la zorra (astuta) de su madre no podemos sorprendernos. Y me alegro profundamente que gracias a compartir con nosotros sus sabias palabras, centenares de miles de niños, violados por sacerdotes católicos, y sus familias dormirán un poco más tranquilas. ¡Ay, que mal pensada es la gente! ¡Si sólo era amistad.....!

miércoles, 12 de octubre de 2011

El juez, cabrón. Y su mujer, zorra.

Es lo que tiene de bueno la globalización: conecta países, conecta lenguas, y reconecta nuestro hermoso idioma castellano, que a decir de los expertos es de los que más palabras necesita para comunicar algo. Razón que explica que españolas y españoles hablemos más deprisa y de tan cansados, apenas pensemos.

La gesta de Colón y sus magníficos marineros, y el ardor católico de nuestra siempre poco ponderada reina Isabel, lo expandió por todo el orbe (los dos hemisferios a los que se referían nuestros heroicos diputados constitucionales del 12). Y ahora, tanto orgullo, tanta pasión y tanto amor por allende los mares (y sus lindas mujeres, para que engañarnos), nos es devuelto con creces.

¡Qué sería de nuestra amada España sin el bello idioma castellano! Cual ubérrimo árbol del paraíso, cual manzano para Newton, cual olivo para Jaén, cual olmo para Soria, esa floresta del castellano, sembrada por cuatro continentes, nos ha permitido descubrir que el juez es un cabrón.

No, por favor, no se alboroten. Quiero decir que gracias al castellano hablado en Cuba sabemos que en España tenemos a un juez experimentado y astuto.

Y gracias al castellano patrio, esa urdimbre lingüística que cose, une y cohesiona nuestra amada piel de toro, también sabemos que su mujer es una zorra, que como bien sabe toda persona honesta y de bien significa persona astuta.

De tal forma que, en extraordinario maridaje, podemos gritar a los cuatro puntos cardinales que en España tenemos la dicha de tener un juez cabrón casado con la zorra de su mujer.

Lástima es que el checo Freud ensucie cualquier noble y límpida conducta y nos haga pensar que tal vez el cabrón del juez buscara en la zorra de mujer, a la zorra de su madre de él.

¡Discúlpenme!, ¡discúlpenme! ¡Y compréndanme! Es que no puedo evitar emocionarme y cantar loas patrióticas a nuestra hermosa lengua en el Día Nacional de España.

martes, 27 de septiembre de 2011

La oportunidad de la crisis

Muchos se han escandalizado por las palabras de Alessio Rastani, afirmando que sueña con la crisis para hacer más dinero, ha incomodado a algunos y escandalizado a casi todos, al punto que nuestra vicepresidenta Elena Salgado no ha dudado de calificarlo de “loco” e “inmoral”.

Pero esta reacción, lógica por otra parte, sólo nos demuestra que pocos han aprendido el valor de la crisis, y esos pocos han sido los “agentes” de los mercados.

Una crisis económica como la que estamos padeciendo es una verdadera tragedia para el que ha perdido su empleo, o su casa. Pero para la gran mayoría de la sociedad, una crisis debería ser una oportunidad para reflexionar y cambiar aquello que en tiempos de bonanza nadie quiere o se atreve a cambiar. Lamentablemente, la gran mayoría de la población, vive la crisis como una amenaza y ello le lleva a no reaccionar y dejarse llevar por el miedo. De hecho esta reacción lejos de ser casual viene alimentada por el capital a través de sus medios de comunicación, que aprovechando una reacción natural intenta aprovechar la crisis para cambiar el mundo a su gusto.

Pero de igual manera, los y las ciudadanas de a pie podríamos sacar partido a la crisis, si fuésemos capaces deliberarnos de ese miedo natural e inducido.

La recomendación de San Ignacio de Loyola, “en tiempos de tribulaciones no hacer mudanzas”, ha quedado desfasada de igual manera que el dicho “el buen paño en el arca se vende”. No. En los tiempos en los que nos ha tocado vivir, los tiempos de tribulación son en los que hay que realizar los cambios sociales y personales que en tiempos de abundancia no son aceptables.

Seamos sinceros: ¿no hemos sentido en los “buenos años” de 2004 a 2007 que algo no iba bien, que tanta abundancia, despilfarro, etc. no terminaba de parecernos bien? Pero en ese momento, nos resistiríamos a cualquier propuesta de cambio porque si todo iba bien ¿para qué cambiar?

Ahora, al contrario, es el momento para cambiar personal y socialmente. Tenemos que pensar como Alessio Rastani y preguntarnos qué de bueno podemos sacar de la crisis. La respuesta de Rastani, y como él la de la mayoría de los “agentes” del mercado (operadores, fondos de inversión, agencias de calificación, etc.) está clara, ganar aún más dinero. Pero la nuestra, la de la ciudadanía a pie de calle seguro que es diferente: modificar leyes, mecanismos y tradiciones para construir una sociedad más justa, más libre y más solidaria.

Si no lo hacemos, seremos los “paganinis” de la crisis una vez más, Rastani y los suyos se habrán quedado con todo el pastel, y el mundo irá a peor.

Pero si somos capaces de liberarnos del miedo que nos atenaza, de pensar que esta crisis es la oportunidad que esperábamos para cambiar el mundo, ni las agencias de calificación, ni la gran banca, ni los medios de comunicación podrán impedirnos, a ti, a mí, a nosotros, aprovechar esta crisis para construir el mundo que hace cinco años sabíamos imposible de alcanzar.

domingo, 25 de septiembre de 2011

¿Responsabilidad? ¿Mande?

Una constante de este blog, querida lectora o lector, es mi empeño en destacar la necesidad de asumir la responsabilidad individual y colectiva en los acontecimientos de cada día. Si un menor, por ejemplo, es atropellado por un autobús justo a la entrada de una estación de autocares, la primera responsabilidad recae en el menor que corrió a recoger su monopatín que había terminado en medio de la calle, y no, como pretenden sus padres, que la culpa sea de todo el mundo, incluido dos concejales, por no haber ordenado pintar un paso de peatones delante de la pista de skate. ¿Habría ello evitado que el menor hubiera renunciado a recoger su monopatín, que había terminado en medio de la calzada, sin mirar si venía algún automóvil? Seguramente no. Pero culpar a alguien de afuera en vez de aceptar la responsabilidad de su hijo, e indirectamente suya en lo ocurrido (por no haber educado convenientemente al menor) es emocionalmente tranquilizador. Además de ampliar las posibilidades de conseguir indemnizaciones por varias vías, naturalmente.

Traigo esto a colación por las últimas noticias sobre el accidente que protagonizó José Ortega Cano en el que falleció un hombre, que evidentemente no era él. Tras su salida del Hospital Virgen Macarena (y no Virgen de la Macarena como se publicitó en algunos noticiarios de televisión) mostró su contrición por lo sucedido, y en días posteriores señaló su pena por el fallecimiento de Carlos Parra. Pero sus actos posteriores desmienten sus palabras.

Algunos, especialmente tertulianos de televisión, justifican el derecho de utilizar todos los mecanismos legales para defenderse. Esto es una obviedad. Pero de lo que se trata es constatar si Ortega Cano asume o no su responsabilidad. En el primer caso, sobra su defensa, en el segundo, sobran las disculpas y las lágrimas.

Si Ortega Cano fuese el hombre que todos creían al verlo torear en la plaza, debería reconocer lo que dicen los análisis técnicos, que había consumido alcohol, y que ello le llevó a tener el accidente, pedir disculpas y aceptar la petición de la acusación y la fiscalía.

Posiblemente los tribunales descartarán los análisis de sangre, por cuestiones de tipo legal que no técnico, que demuestran que Ortega Cano iba borracho. Posiblemente se defenderá panza arriba con buenos servicios jurídicos y saldrá absuelto si hay juicio.

Pero ello no nos evitará la convicción que borracho chocó contra otro vehículo provocando la muerte de un hombre. Ni nos ocultará la falsedad de sus lágrimas y sus disculpas, ya que si hubiera asumido su responsabilidad, tras pedir disculpas a la familia del fallecido les habría evitado el terrible juicio legal y mediático al que está sometida.

sábado, 10 de septiembre de 2011

ETA se equivocaba…

Parafraseando al llorado Alberti, ETA se equivocaba. Creyó que la solución era la lucha armada, que el terrorismo era la llave para cambiar la Constitución. Se equivocaba….
Porque en menos de dos años, los mercados han conseguido en España lo que no ha conseguido ETA en cuarenta: diseñar una Constitución a su gusto. Es cierto que el sufrimiento causado por los mercados es mucho mayor que el causado por ETA: cuatro millones de parados, cientos de miles de desahuciados, millones de personas que entran en la pobreza. Así que podemos concluir que el terrorismo de ETA además de malvado, era idiota. Sólo conseguían hacer sufrir a unos cuantos y terminar todos ellos en la cárcel.
Ya no les queda tiempo, si es cierto lo que se publica. Pero a ETA le habría ido mucho mejor creando un “hegde fund” con el mal llamado “impuesto revolucionario” (directamente extorsión) y haberlo utilizado para especular contra la Deuda del Reino de España. Algo así como ETASA. Eso sí que habría servido para cambiar la Constitución, no sólo para quedarse con Navarra y el Condado de Triviño sino incluso con las Canarias e Ibiza.
El terrorismo además de malvado suele se idiota, es evidente. Pero ahora que caigo, si la crisis ha provocado dolor colectivo, extorsión legal y cambio constitucional… ¿no serán porque los mercados son también terroristas y aún no nos hemos enterado?