lunes, 4 de octubre de 2010

Funcionarios

Este post va de la función pública. Si esperas, querida lectora o lector, que en él se viertan diatribas contra los funcionarios y la función pública, mejor que dejes de leer. Y vaya por delante que no soy funcionario público ni nunca he tenido intención de serlo. Trabajar en una administración pública no es algo que me haya motivado nunca, y de hecho las únicas oposiciones a las que me presenté, más por presiones familiares que por convencimiento propio, se resolvieron con un pavoroso fracaso.
Pero siempre he sentido un especial cariño por el trabajador público. En un esquema ideológico, toda vez que el aparato del Estado se democratizó, dejando de ser el instrumento de los poderosos para mantener sus intereses, los funcionarios públicos se convirtieron en la mejor salvaguardia de los intereses de aquellos que antiguamente se conocía como clase obrera, y hoy en día como clase media.
Que los servidores públicos sean el primer dique de contención del Estado democrático les ha convertido en el objetivo preferente de los totalitarios NeoConservadores radicales, que han eliminado a la persona de su esquema y sustituido por el mercado. Y por eso los ataques permanentes y muchas veces sutiles que se han utilizado en su contra.
Primero se empezó por una parte de los servidores públicos, los políticos, como una forma de socavar los cimientos de un poderoso edificio: el Estado democrático. Cuando se convencieron que en la opinión de la ciudadanía los políticos estaban suficientemente desprestigiados, continuaron por los profesionales de la cosa pública: los funcionarios, a los que tachan de vagos, insolidarios, burócratas, etc.
Sería estúpido por mi parte, no obstante, negar que la mala fama del conjunto de la función pública tiene su origen en muchas equivocaciones, particulares y colectivas, de los propios funcionarios, sus organizaciones sindicales y los políticos que lo gestionan. Pero también es igualmente cierto que a pesar de todo ello, en España tenemos una clase funcionarial muy profesional, diligente, responsable y eficaz.
Para los que siempre estuvimos excluidos de la clase dirigente del Estado burgués, el aparato del Estado democrático, la Administración, es la base de la defensa de nuestros intereses.
Una función pública adecuadamente dotada económicamente, prestigiada y de calidad es fundamental si pretendemos que el Estado siga siendo democrático y no derive hacia un totalitarismo de mercado.
Para eso, sin duda, hay que hacer reformas, tanto en el acceso como en la gestión de los amplios recursos que manejan.
Mantener el acceso a la función pública de acuerdo con los principios de mérito y capacidad, tal y como establece nuestra Constitución, es fundamental. Pero no creo que el mecanismo de oposiciones hasta ahora mantenido sea el mejor. He podido comprobar en todos estos años que acceder a la función pública mediante oposiciones obliga a los opositores, en muchísimos casos, a dedicar los mejores años de su vida, cuando más pueden aportar profesionalmente, a prepararse amplísimos temarios, sacrificando su vida personal y familiar, con un costo económico altísimo para sus familias, posponiendo sine die la formación de una familia o la paternidad y la maternidad, sin tener nunca la seguridad que tanto esfuerzo llegue a buen puerto.
Cuando finalmente se accede a una plaza, tras lustros o incluso décadas de estudios, se encuentran con un panorama laboral muchas veces rutinario, de promoción decimonónica, que lleva a muchos y a muchas, equivocadamente sin duda, a pensar que el esfuerzo que debían hacer en su vida laboral ya está hecho y sólo les queda aguantar hasta la jubilación.
La función pública que conocemos, la de oposiciones, puestos de trabajo para toda la vida, etc. nació como solución al problema de los cesantes del siglo XIX, que tan bien describió en “Miau” nuestro admirado Benito Pérez Galdós. Pero pasados casi cien años, se han producido y acumulado un sinnúmero de efectos perniciosos, casi tan graves como los que se intentó eliminar con su implantación.
Claro está que, en todo caso, se trata de un problema colectivo de nuestra sociedad, no un problema de los funcionarios. Tampoco se trata de buscar fórmulas para abaratar los costos de la administración, ni de sortear con fórmulas que rozan la legalidad la obligación de seleccionar a los trabajadores públicos en función de su mérito y capacidad.
También es cierto que no tengo la fórmula perfecta, aunque a veces pienso que una opción tipo MIR podría ser adecuada: un grado para luego acceder, por nota, a un curso de especialización, en el cual ya se cobraría, y si se supera éste con éxito, se incorporaran sin más a la administración.
Creo en la administración pública, creo en nuestros funcionarios no sólo porque mi experiencia vital me ha enseñado que se puede confiar en ellos, sino que además mi orientación ideológica me señala que la clase funcionarial es el soporte que garantiza la mayoría de nuestros derechos constitucionales.

lunes, 27 de septiembre de 2010

ASÍ, NO. Yo también haré Huelga el 29-S

Si has seguido este blog hasta ahora, querida lectora o lector, habrás comprobado que mi opinión siempre ha sido favorable hacia el gobierno de la Nación y hacia su presidente, José Luis Rodríguez Zapatero.

Pero en esta ocasión, no puedo estar más en desacuerdo con su acción de gobierno. La iniciativa que ha llevado al Reformazo Laboral de junio, agravada más si cabe tras su trámite parlamentario, condensa en sí misma el mayor de los desatinos y la acción más alejada de los postulados de Pablo Iglesias.

Por ello, me uno a los que desde el ejercicio legítimo de un derecho constitucional (tan constitucional como el derecho a la libertad de prensa, la propiedad privada y la libertad de empresa) rechazan de forma tajante una reforma laboral que sólo beneficia al capital y destruye las bases de nuestro estado de bienestar, y digo, ASÍ, NO, compañeros, ASÍ, NO.

En la web de UGT encontrarás todos los argumentos en contra de la reforma laboral.

viernes, 27 de agosto de 2010

Diga vd. la verdad

Dicen de Rajoy muchas cosas, entre otras que es soso. Pero su mayor virtud es la reiteración. Eso puede ser señal de varias cosas: convicción, cabezonería, cortedad mental o discurso prefabricado.
Y Rajoy tiene mucho de prefabricado. Es como las piezas del TENTE que igual servía para construir un barco que un helicóptero. Uno de los 11 principios de Goebels, el de orquestación, afirma que “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. De aquí viene también la famosa frase: «Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad».
La Verdad del PP de Rajoy es la supuesta mentira de ZP. Si recordamos (o buscamos por Google que es más fácil) encontraremos que los chavalotes de la FAES entregaron al PP desmoralizado del 14-M un principio de orquestación que, hay que reconocerlo, vale su peso en oro: Diga usted la verdad.
Así, a vuelo pluma, encontramos la reiteración no solo en labios de Rajoy sino también en los de otros destacados miembros del Partido Popular:
Rajoy exige a Zapatero que 'diga la verdad' sobre Afganistán en el Congreso” (EL MUNDO); “Rajoy pide a la ministra Salgado que diga la verdad sobre la situación económica” (PUBLICO); “Rajoy pedirá a Zapatero que diga "la verdad" sobre el proceso de paz” (LA VOZ DE ASTURIAS); “Mayor Oreja pide al Gobierno que diga la "verdad" sobre la negociación con ETA” (DIARIO DE SEVILLA); No me ha contestado”, ha replicado Rajoy, que ha pedido al presidente que “diga la verdad” respecto a la subida impositiva porque “la gente tiene derecho a saber(ADN).
La fortaleza de la frase es que extiende un manto de sospecha sin necesidad de concretar nada. Si exijo a alguien que diga la verdad, lo que realmente estoy afirmando es que lo que dice la otra persona es mentira, pero sin la necesidad de demostrar cual es a mi entender la verdad. Pero sobre todo consigue otro efecto que Goebbels califica de principio de simplificación: adoptar una única idea, y es que ZP siempre miente… incluso cuando dice la verdad, como llegó a afirmar el director de La Gaceta, Carlos Dávila, "Al mentiroso nunca se le cree, aun cuando diga la verdad".
Y la insistencia sobre el discurso de "diga usted la verdad" ha conseguido que una amplia capa de la población llegue a tener la impresión de que ZP es un mentiroso compulsivo, que mintió sobre el 11-M, sobre la negociación con ETA, sobre la guerra de Afganistán, sobre la crisis económica, etc. Pero esa es una verdad-mentira perfectamente fabricada.
La verdad de la güena, no la “verdad” del PP, la FAES y los Radicales Neoliberales Totalitarios (RNLT), es que la aplicación de los 11 principios goebbelianos es fascismo puro y duro. Y parece que los muchachotes del PP no conocen otra “biblia” en su acción política.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Familias como casas

Dedicado durante unos días a poner orden en mi espacio laboral para afrontar el nuevo curso en paz conmigo mismo y con mi mesa, venía reflexionando sobre la semejanza de las familias con los espacios que habitamos, ya sean nuestras casas o nuestras mesas de trabajo.
Así, podría decirse que hay tres tipos de casas como hay tres tipos de familias.
Una son las que en todas las habitaciones reina el orden y la pulcritud. Es decir, donde todos los miembros de la familia están sanos emocionalmente.
La otra es la casa donde todas las habitaciones están en orden, menos una (trastero, cuarto de invitados, etc.) que es a la que van a parar todos los bártulos que sobran del resto. Es decir, que el supuesto orden de la casa se mantiene con el sacrificio de una habitación donde habita el desorden. En este tipo de familias, la mayoría de sus miembros aparentan una estabilidad emocional que se mantiene gracias al desorden emocional de uno o varios de sus miembros, que suelen ser el pobrecito fulano, o la pobrecita mengana, que es bulímica, anoréxica, tiene trastorno de personalidad, no está muy bien de la chota la pobre, etc.
Y por último están las casas en las que todas las habitaciones se encuentran en desorden y anarquía. Estas son las familias desestructuradas, donde todos sus miembros muestran desórdenes funcionales y emocionales.
Imagino que de alguna forma, las casas reflejan el espíritu de las personas que la habitan. Y aunque no sé si se puede establecer una correlación sobre como están nuestras casas y nuestras familias, sería bueno evitar que en nuestro espacio físico y emocional existan espacios y personas sobre la que volquemos todas nuestras basuras, aunque con ello consigamos que el resto muestre un aparente orden y una espléndida pulcritud.

sábado, 21 de agosto de 2010

Anabolic Party

Hoy me siento generoso, debe ser el aburrimiento de un sábado por la tarde en una ciudad del interior, con treinta y tantos grados en el exterior. Y avalado por el refrán, del enemigo el consejo, me voy a atrever a dar uno a nuestros amigos de la derecha radical neoliberal (DRNL), esa doctrina totalitaria que andan impulsando aquí y allá con gran entusiasmo nuestro musculazo expresidentes Aznar.
Me extraña, pero no he observado que nuestros chavalotes de la derecha de toda la vida de dios hayan importado esa simpática mesa camilla que es el Tea Party. Se trata sin duda de un error garrafal que debe ser estudiado con ahínco por parte de los sesudos (y bien pagados, que para eso lo valen) muchachos de la FAES.
Pero reitero, como me siento generoso, les voy a proponer un movimiento radical neoliberal totalitario a la española que deberían denominar “Anabolic Party”.
¿Verdad que hay que ser desinteresado para ofrecer gratis una idea tan genial? Porque desde luego, vistos los comportamientos de algunos líderes de la DRNL española, casi no cabe la duda, y no lo digo por esas tabletas abdominales que algunos lucen, propia de la crisis de los cincuenta que a otros les da por cambiar de legítima (o ilegítima), de auto o de casa.
He leído por ahí que las personas que abusan de los anabolizantes, además de ver reducida sus gónadas a la mínima expresión cosa que no nos atrevemos a comprobar, muestran algunas alteraciones del comportamiento, realmente alarmante. Se afirma que puede ocasionar importantes trastornos psiquiátricos, causando extrañas alteraciones del estado de ánimo, que incluyen síntomas similares a los maníacos y que llevan a episodios violentos, incluso homicidas. A veces se observa depresión cuando se dejan de tomar los esteroides, lo cual puede contribuir a la dependencia.
Así, investigaciones recientes indican también que muchos usuarios pueden sufrir celos paranoides, irritabilidad extrema, delirio y alteraciones del juicio que surgen de sentimientos de invencibilidad.
¡Que nadie se escandalice! Que no estoy describiendo el comportamiento de nuestro simpático ex presidente del gobierno de la Nación, señor Aznar. Claro que algunos, no sin cierta razón, pueden afirmar que el comportamiento de don Josemari describe, palabra por palabra, el comportamiento de los que abusan de anabolizantes (v.g. esas alteraciones de ánimo, ora con melena, ora sin bigotes; ese ardor guerrero por llevar la guerra con él, desde Irán a Venezuela, de Melilla a las Provincias Vascongadas; ese gesto desabrido cuando se le pregunta por las armas de destrucción masiva que tan seguro estaba ocultaba el dictador Hussein; esa ensoñación de que España, con apenas cincuenta millones de habitantes y solamente 500.000 kilómetros cuadrados está llamado a ser, de su mano, el gran gendarme del Mundo).
Me refiero al comportamiento social de la DRNL que muestra un carácter bipolar, donde pasamos a sus ojos de ser el fanal que ilumina al mundo (durante la hégira del Josemari el Grande) al agujero donde la ven ahora; esa irritabilidad tan descontrolada que muestran sus voceros en la COPE e Intereconomía; esa convicción de solucionar todos los problemas del país e incluso del mundo a mamporro limpio. Estoy casi seguro que la Derecha Radical Neoliberal Española ingiere ingentes cantidades de anabolizantes ideológicos y emocionales, prescritos y dosificados por sus gurús como Rouco Varela, Jimenez Losantos, Enrique de Diego, Eduardo García Serrano, Carmen Tomás, Agapito Maestre, Alfonso Rojo, Isabel Durán, Carlos Dávila, Miguel Ángel Rodríguez, Alejo Vidal-Quadras, Gustavo de Arístegui, Xavier Horcajo, Román Cendoya, Miguel Durán, Carmen Gurruchaga, Jaime González, Pedro Juan Viladrich y Juan Manuel de Prada, por poner algunos nombres.
Por eso, creo que el nombre de “Anabolic Party” les viene como anillo al dedo, aunque en mis tiempos alguno diría que no, que en todo caso serían el Party de los fumáos….

jueves, 19 de agosto de 2010

Soler el Separador

Juan Soler-Espiaubu, así, con guión, cosa de dar prosapia a un apellido algo común imagino, y yo compartimos sitio de bitácora. Y espero que poco más aunque debo reconocer que como “escribiente” de post le envidio su capacidad para llamar la atención, ya que yo sólo consigo algún comentario elogioso de amigos que me quieren y la benévola censura de algún que otro desconocido, todo lo más. Nada de primicia en noticiarios nacionales de televisión.
Pero hay que reconocer que hay éxitos envenenados, y parece que Juan Soler, así, sin guión, ha conseguido uno de esos. Cierto es que leído el post de marras es mucho menos injurioso de lo que podríamos deducir si nos limitamos a escuchar o leer las noticias que han aparecido en el día de hoy. Pero sí pienso que ese comentario se inserta, en mi opinión, en un magma emocional de la derecha centralista de Madrid, y da idea de lo que realmente piensan sobre España más allá de los almibarados discursos sobre la unidad nacional.
Porque el comentario en sí es de lo más estúpido. ¿A caso el acento malagueño de Cánovas, o el cordobés de Alcalá-Zamora, o el jerezano del General Primo de Rivera les impidió representar lo español y lo madrileño con gran aplauso de esa misma derecha?
Pero no es tan estúpido lo que transpira: un concepto monopolístico lingüístico-cultural de España, donde lo periférico solo es aceptado si se conforma con ser folclórico.
Dicen los medios (vete a saber) que en la localidad de Vélez-Málaga, a la que tengo gran cariño tras décadas de pasar mis veranos en su término municipal, anda muy revuelta por las palabras de Juan Soler (así, sin guión). Y no me extraña porque esas salidas de tono que estoy seguro que la derecha reaccionaria y centralista que tan bien representa Juan Soler (así, sin guión) encuentra de lo más graciosa, le sienta al resto del país como una patada en la boca del estómago, por no decir en las gónadas.
Debemos reconocer a ciertos nacionalismos periféricos su miaja de razón cuando habla de separadores. Y es que no separa quien quiere sino quien puede. Y gracias a “simpáticos” chavalotes de la derecha caciquil, centralista y madrileña como Juan Soler (así, sin guión) allanan el camino a los que maldita la gracia les hace ese simpático humor mesetario.
Hace años que acepté que desde Madrid, acostumbrado a ser el epicentro de una meseta subyugada y empobrecida por el sumidero que supone la capital de España (a la que históricamente debían acudir desde para ir al especialista médico, hasta para estudiar en la universidad o ir de compras), les sorprenden que existan territorios como el País Vasco, Cataluña o Andalucía que puedan vivir sin mirar permanentemente a Madrid y de la que sólo les llega periódicamente el BOE y las “gracietas” y chulerías de sus líderes políticos.
No soy separatista porque como ya he dicho no separa quien quiere sino quien puede, y Juan Soler (así, sin guión) no tiene lo suficiente para que me anime a recorrer ese camino. Pero estoy seguro que hoy en Andalucía, en Vélez-Málaga, en Dos Hermanas, hay más de dos y más de tres que piensen ¿y para eso necesitamos a España?

miércoles, 18 de agosto de 2010

Amores marroquíes.

Desde hace años albergo una certeza: las élites marroquíes admiran a Francia y aman a España. El problema para los españoles, es que ese amor se manifiesta como el amor de un amante despechado, haciendo verdad la letrilla famosa: “Ni contigo ni sin ti, tienen mis penas remedio: contigo porque me matas, y sin ti porque me muero”. O con el amor del niño malcriado hacia una madre distante, de la que quiere llamar su atención con rabietas y gamberradas.
Las élites marruecas se saben inferiores a las francesas, a las que admiran, pero se imaginan iguales a las españolas. Y por eso (algo parecido pasa con Portugal) llevan muy mal la indiferencia española hacia ellos.
Sostengo que la sociedad española procesa el rechazo con indiferencia. Cuando en 1640, Juan IV declaró la independencia de Portugal de la España de Felipe IV, las tropas lusas apostadas en la frontera esperaron en vano la llegada de los ejércitos castellanos, al punto que el duque de Medina-Sidonia de la época afirmó que si hubiera sabido lo fácil que era independizarse de la monarquía hispánica se habría declarado rey de Andalucía. No llegaron las tropas españolas pero sí enviamos nuestra indiferencia, hasta el punto que Portugal sigue siendo para la mayoría de la sociedad e incluso para nuestras élites un territorio ignoto situado entre Extremadura y el Atlántico.
De la misma forma, y a pesar de Joaquín Costa, la sociedad española ha asumido que, parafraseando a Ortega, Marruecos es el problema. Y con esta sentencia muestra la mayor de las indeferencias que tan mal sienta a las élites marroquíes. Si somos iguales, ¿porqué nos desprecian? se deben preguntar a diario.
La respuesta oficial de las élites marroquíes, representadas en el majzen medieval, siempre ha sido la misma: llamar nuestra atención periódicamente.
Hace años tenían la solución a mano, los barcos pesqueros españoles. Cada vez que Marruecos sentía la necesidad de llamar la atención del hermano español, retenían un par de barcos y ya tenían la atención de la sociedad española durante una temporada. En este sentido, el mayor error de la monarquía marroquí fue finiquitar a finales del siglo XX el convenio de pesca, ya que con ello perdía un recurso fácil de llamar la atención de la sociedad española.
La siguiente vez que las élites marroquíes quisieron llamar la atención del hermano español se encontraron que no tenían barcos que apresar, así que a alguna “lumbrera” se le ocurrió apresar un barco pétreo varado en mitad del Estrecho: la Isla de Perejil.
Acostumbrados como estaban a que las periódicas llamadas de atención se solucionaran con un indemnización y algo de cariño y dedicación de la prensa española, se sorprendieron cuando el presidente Aznar (que como buen resentido es humilde ante los grandes y chulesco ante los pequeños) mandó a la Armada a desalojar a los pobres gendarmes marroquíes que ocupaban el islote.
Ahora a otra lumbrera se le ha ocurrido la brillante idea de llamar nuestra atención con un conflicto fronterizo fantasma en Melilla que a la primera de cambio se infla y se desinfla como el globo que es.
Las élites marroquíes deben asumir que hoy por hoy la sociedad española no considera a Marruecos ni el hermano pequeño ni el primo lejano, y que acumular horas en los telediarios y páginas en la prensa no significa que el hermano español le dedique atención, más bien lo contrario, retroalimentan el hartazgo y la indiferencia social española hacia Marruecos. Si realmente la monarquía alauita quiere que la sociedad española sea un aliado firme en el continente europeo debe comenzar a comprender que emocionalmente la sociedad española solo valora las muestras de admiración. En cuanto nos dicen lo buenos que somos, ronroneamos como gatos. En cambio, el desdén con desdén pagamos.
Por otra parte, la sociedad española y sus élites no pueden mantener indefinidamente esa mirada tan mesetaria de considerar África todo lo que hay después de Gibraltar. Cierto que desde el rabo todo es cerdo, pero Marruecos es mucho más que África, es el cerrojo de la llave que posee España. El empeño de las potencias europeas desde el siglo XVI de evitar que España dominara en solitario el Estrecho se ha transformado en el esfuerzo de las potencias mundiales de evitar el acuerdo de ambas monarquías que controlan sus orillas. Pero además, Marruecos es el socio natural de más de media península, y sustituir a Francia en el corazón magrebí es posible.
Pero lo que hoy tenemos es a un Aznar que se imagina Santiago a caballo que en la frontera melillense cierra España, unos “militantes” de los derechos humanos controlados por el largo brazo del majzen y una sociedad española tan cansada del conflicto marroquí como de las gotas frías que periódicamente asolan nuestros pueblos y ciudades.