miércoles, 16 de septiembre de 2009

Autoridad y autoritarismo

En el debate actual, que viene de lejos, sobre la pérdida de valores de la juventud (dicho así, en general, englobando a niños, adolescentes y jóvenes) se está imponiendo un discurso que bajo la excusa de la necesidad de “autoridad”, pretende imponer un añorado “autoritarismo” a la vieja usanza.

Focalizar el problema de la “juventud” en la pérdida de autoridad del profesorado es igual de demagógico que la afirmación de un representante de la patronal andaluza CEA que afirmó, tan campante, que el problema de la adicción a las drogas se debía al hedonismo de la juventud y las familias desestructuradas.

Pero ello no es óbice que la pérdida de autoridad en nuestra sociedad es patente, no solo en la escuela. El problema, como siempre, es la justificación del que niega dicha autoridad a quien antes la tenía. Los mismos que se quejan de la falta de reconocimiento de la autoridad hacia los profesores, utilizan gruesas descalificaciones rayando o sobrepasando el insulto hacia el presidente del gobierno de la Nación.

Es cierto que la autoridad se gana, no se hereda. No es sano ni prudente en una sociedad que aspire a las máximas cotas de desarrollo social permitir que la simple exhibición de un bastón de mando, un galón, un bonete o una mitra recabe una obediencia incuestionable, independientemente de los méritos reales de su poseedor. Pero también es cierto que la autoridad, como el valor, se debe presuponer.

¿Por qué no tienen autoridad los profesores? En mi opinión esa falta de autoridad responde a múltiples factores, todos imprescindibles para explicar este fenómeno, de los cuales yo resaltaría cuatro.

Primero, es la pérdida general (en ocasiones interesadas) del prestigio social de la autoridad, explicable tras casi cuatro décadas del abuso que de la autoridad realizó el fascismo hispano. ¿Quién de cierta edad no recuerda la expresión “por parte de la autoridad gubernativa…” o “… y si la autoridad lo permite…”? Ese uso ilegítimo y asfixiante del concepto hizo que una vez llegada la democracia se huyera como de la peste del concepto autoridad.

Segundo, la demagogia en la que se ha instalado los discursos en la sociedad española. Hoy no se concibe el ejercicio de la crítica si no es utilizando la descalificación que mina cualquier autoridad. Es más, si la crítica no va unida al insulto y la descalificación, es sospechosa de falta de independencia. Pruebas las tenemos a miles. Las dos más sangrantes en mi opinión se personalizan en Federico Jiménez Losantos desde la católica COPE, y el escritor Arturo Pérez Reverte. Del primero ¿qué decir? Los insultos y descalificaciones de él y su tertulia lo que genera es que el gobierno de la Nación y la clase política pierda autoridad o que la pierda, en sentido contrario, la Iglesia Católica. El segundo, al que admiro como escritor, usa u abusa de las descalificaciones de forma retórica pero que a la postre justifica intelectualmente a que cualquiera le de un uso perverso. Imagina que en casa te llega el suplemento XLSemanal, del diario ABC, y tu hermano pequeño, tu hijo o tu sobrino ve en letra impresa expresiones como “no quiero que acabe el mes sin mentaros -el tuteo es deliberado- a la madre”, “de cuantos hacéis posible que este autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía”, “los meapilas del Pepé”, “deberían ser ahorcados tras un juicio de Nuremberg cultural” contenida en la columna de Pérez Reverte “Café para todos”. ¿Cómo no va a considerar correcto el chaval nombrar a la madre del profesor si un autor de prestigio se acuerda de todas las madres de la clase política”? Puede que el escritor pretenda señalar los efectos de la funesta educación española en carne propia (no me imagino a Ortega, Zambrano o Unamuno firmando una columna así), pero puede dar lugar a generar aún más falta de respeto a las formas que en el fondo es lo que sustenta la autoridad. Este artículo, por otra parte, ha tenido gran éxito entre cierta progresía que lo ha hecho circular vía e-mail. Demostración de la degradación intelectual de tiros y troyanos, incluso por parte de sus más vehementes críticos.

Tercero, la importancia del núcleo familiar para la creación de hábitos cívicos y predisposición hacia la formación cultural. En septiembre del año pasado se hizo público un estudio de la Universidad de Londres, publicado por la revista SCIENCE, sobre el aprendizaje de las matemáticas en el que se concluía que “la mayor influencia sobre la capacidad de aprendizaje de los niños está en la educación que tienen las madres”, resaltaba la importancia de “jugar en casa a desarrollar memoria numérica” y que “el nivel educativo de la madre” estaba “por encima de otros factores también influyentes como una guardería de calidad y un hogar con buen ambiente de estudio” concluyendo que “cuanto más estudiosa la madre, mejor en matemáticas el niño”. Se trata de un resultado obvio extensible a todas las disciplinas académicas y cívicas. La mayoría de los lectores se forjan en familias donde existe hábito de lectura y buenas bibliotecas particulares; la mayoría de los que admiran el arte provienen de familias donde la visita a museos, galerías y monumentos era algo habitual y además se habla de ello en familia; la mayoría de los que muestran actitudes cívicas (no arrojar papeles al suelo, cumplir las normas de urbanidad, respetar a los demás, profesores y compañeros incluidos, etc.) la aprendieron en casa, no en el colegio ni en la TV. Pero para establecer esa formación informal en el seno familiar, lo primero que debe existir es convivencia, contacto entre padres prudentes y educados con sus hijos. Pero no, hoy muchos padres, sobre todo los de las clases medias y altas, priorizan tener más tiempo libre o más dinero que mantener el contacto con los hijos, siendo su mayor esfuerzo asegurar una plaza en un colegio concertado, aunque para ello tengan que falsificar documentos.

Cuarto y último, la negación de responsabilidad. Para mí es una pieza primordial del entramado social. Todos y cada uno de nosotros somos responsables, en mayor y menor medida, de todo lo que ocurre. Pero en la más clásica de las acepciones del término “demagogia” (práctica política consistente en ganarse con halagos el favor popular), la culpa siempre la tiene Zapatero. No se educa en la necesaria asunción de responsabilidad, ni pequeña ni grande, de nuestros propios actos. Si me ponen una multa de tráfico y como padre verbalizo delante de mis hijos que yo no soy responsable sino que lo son, por este orden, la policía o la guardia civil, el gobierno o ZP; si tiro un papel al suelo y justifico ante mi hijo que la culpa la tiene el ayuntamiento por no poner bastantes papeleras; si no hago frente a mis deudas, y alego ante mi hijo que al fin y al cabo yo soy pobre y por eso no tengo la obligación de pagarlas; si el noticiario al tratar la crisis en vez de señalar la responsabilidad de cada cual (empresarios, consumidores, gobiernos, reguladores, etc.) siempre se culpa al gobierno; si constante y reiteradamente todos ponemos la responsabilidad en los demás y nunca asumimos la nuestra, ¿como se pretende que el chaval asuma las suyas en vez de culpar al profesor de todos sus males?

Si se produce un accidente, la responsabilidad no es del que va a más velocidad de la que aconseja la vía o la circulación, no, la responsabilidad es del gobierno por las carreteras; si por fumar tengo cáncer de pulmón, la responsabilidad es de las empresas tabaqueras, no de mi decisión de fumar; si tropiezo en una acera en mal estado, la responsabilidad es del ayuntamiento por el estado de la acera, no porque iba distraído; y así sucesivamente.

Un ejemplo sangrante del discurso social que desresponsabiliza nuestros actos lo tenemos en la trágica desaparición, y posible asesinato, de la menor Marta del Castillo. Leyendo o escuchando cualquier medio, observaremos que socialmente se culpabiliza o a varios chavales de su grupo de amigos o a las leyes. Está claro que la mayor responsabilidad es del que comete la acción, en este caso las personas involucradas en el hecho. Pero también Marta del Castillo tuvo una parte de responsabilidad (muy pequeña si se quiere, pero corresponsabilidad al fin y al cabo) en la decisión de juntarse con personas poco recomendables. Y también la familia de Marta del Castillo, sus padres, tiene una minúscula pero al fin y al cabo corresponsabilidad por no haberle aleccionado lo suficiente sobre el peligro de ciertas compañías. Y también su grupo de amigos, con un corresponsabilidad seguramente bastante menor, que siendo conscientes de la situación no alertaron a los padres de la menor, a su orientador o a la propia Marta. Y también la sociedad en su conjunto tiene la responsabilidad, aunque sea microscópica, de haber permitido leyes y discurso que llevan a los potenciales criminales a pensar que serán impunes en sus actos delictivos. Y ahí estamos todos, yo incluido. Lamentablemente, la única que ha asumido su cuota de responsabilidad ha sido Marta.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Requien por un Prado

Desde que entré en contacto con la realidad de Sevilla, hace ya casi dos décadas, el Prado de San Sebastián siempre ha sido fuente de conflicto político y social. Los debates constantes sobre el uso de las distintas parcelas que compone el espacio que va desde la estación de autobuses de San Bernardo hasta los Jardines de María Luisa y de la Fábrica de Tabacos a la calle Diego de Riaño han alcanzado tintes surrealistas. Pero lo más me ha sorprendido a lo largo de estos años ha sido la capacidad de imposición de las visiones sociales más pobres y chuscas de todas las propuestas que se han barajado.

Construir ciudad siempre es conflictivo y romper la norma mucho más. Pero Sevilla se vanagloria de ser la patria de la iniciativa más audaz (Hagamos una iglesia tal que las generaciones venideras nos tomen por locos) por lo que de ser la actual sociedad sevillana herederos de ese atrevimiento sería de esperar mayor audacia en sus apuestas urbanísticas.

A pesar de lo que pudiera pensar un forastero, la historia del Prado de San Sebastián no nace en 1997, cuando se diseña el actual jardín. A principios de los noventa, era un espacio vacío, con apenas unas decenas de árboles en un solar terrizo. Durante el mandato de Rojas Marcos como alcalde se planteó lo que en mi opinión fue el único proyecto urbanístico afortunado del Partido Andalucista: una gran plaza “dura” enmarcada por una galería de árboles que dotara a Sevilla de la “plaza mayor” que nunca tuvo. Pero fue derrotado por un proyecto de jardín “ñoño” que podríamos definir (al estilo del nazarí simplificado de Temboury en Málaga) de “neo-regionalismo simplificado”: algo de ladrillo, algo de forja y mucho de albero.

Si se comparan los jardines del Prado con los del Parlamento de Andalucía, “no hay color”. Donde hay diseño y proyecto botánico en los jardines de la Macarena, en el Prado hay “cutrez” y acumulación de plantas. En el Prado se hizo un remedo del Parque de María Luisa, un pastiche que suele gustar mucho a los más tradicionales de la ciudad que lo consideran su santo y seña cultural. En mi opinión, la actual configuración del Prado de San Sebastián es de lo más insulsa y prescindible, que nada aporta a la jardinería sevillana, y solo sirve para dar sombra.

Se puede discutir la legalidad y la idoneidad de ubicar la nueva biblioteca de la Universidad de Sevilla en la parcela más oriental del Prado, pero hay afirmaciones que he leído que son un insulto a la inteligencia.

Trasplantar un par de centenares de árboles de especies muy abundantes en los jardines de Sevilla y de Andalucía que no cuentan con más de doce años, no puede calificarse de “arboricidio”; construir sobre una parcela que supone el 8% de un parque no es destruirlo; el cambio de uso de una parcela cumpliendo la regulación legal urbanística no es una “cacicada”; y, por supuesto, confiar en el buen gusto y la bondad de la clase social (la “Sevilla” eterna) sostenedora de la destrucción del palacio de los Sánchez-Dalp, la construcción de Los Remedios y la calle Imagen, etc. me parece de una inocencia digna de mejor causa.

Como en cualquier debate social, los argumentos de los oponentes y los defensores del proyecto de la nueva biblioteca de la Hispalense responden a múltiples intereses, algunos honestos, otros poco confesables y algunos claramente despreciables.

Y como muestra, un botón de mano, y nunca mejor dicho, del apologético heraldo del “sevillanismo” Antonio Burgos, que se pregunta en ABC: “Y lo que menos me explico de todo: con la de arquitectos que hay en paro en Sevilla, ¿por qué esa biblioteca la está haciendo la arquitecta iraní Zaha Hadid?” No sé si en la misma hay más de racismo y xenofobia que de machismo y clasismo. Aunque, eso sí, todo muy sevillano, mi arma.

POST-POST

Con fecha 10 de septiembre de 2009, el DIARIO DE SEVILLA ha publicado en la sección de "Cartas" el siguiente resumen de este post.

EL PRADO COMO REMEDO DE PARQUE
Los debates constantes sobre el uso del Prado han alcanzado tintes subrealistas, pero lo [que] más me ha sorprendido a lo largo de estos años ha sido la capacidad de imposición de las visiones sociales más pobres y chuscas de todas las propuestas que se han barajado. Durante el mandato de Rojas Marcos como alcalde se planteó lo que en mi opinión fue el único proyecto urbanístico afortunado del Partido Andalucista: una gran plaza dura enmarcada por una galería de árboles que dotara a Sevilla de la plaza mayor que nunca tuvo. Pero fue derrotado por un proyecto de jardín ñoño que podríamos definir como "neoregionalismo simplificado": algo de ladrillo, algo de forja y mucho de albero. En el Prado se hizo un remedo del Parque de María Luisa, un pastiche que suelo gustar mucho a los más tradicionales de la ciudad, que lo consideran su santo y seña cultural. En mi opinión, la actual configuración del Prado de San Sebastián es de lo más insulsa y prescindible, y nada aporta a la jardinería sevillana, y sólo sirve para dar sombra. Se puede discutir la legalidad y la idoneidad de ubicar la nueva biblioteca de la Universidad de Sevilla en la parcela más oriental del Prado, pero construir sobre una parcela que supone el 8% de un parque no es destruirlo.
Pablo Morterero (Sevilla)

miércoles, 26 de agosto de 2009

Debate en torno a Wikipedia

Como señalo en mi perfil en este blog, soy colaborador esporádico de la enciclopedia on-line Wikipedia. Pero además, soy usuario de la misma, como podrás comprobar en esta bitácora y en su “hermana” mayor Sevilla Fin de Semana. Con este post me gustaría compartir contigo algunas reflexiones sobre las “emociones” que provoca esta web en distintos ámbitos sociales.

Por si no lo sabes, “es un proyecto de la Fundación Wikimedia (una organización sin ánimo de lucro) para construir una enciclopedia libre y políglota. Los más de 13 millones de artículos de Wikipedia (3 millones en inglés) han sido redactados conjuntamente por voluntarios de todo el mundo, y prácticamente todos pueden ser editados por cualquier persona que pueda acceder a Wikipedia.” Significa que cualquier persona, dándose de alta o no (en este caso deja como “firma” su IP), puede crear y modificar cualquier entrada.

Esta semana varios medios de comunicación han recogido, con titulares como “Wikipedia, bajo vigilancia” de EL PAIS, “Wikipedia impondrá un control editorial en sus páginas en inglés” de EL MUNDO y “Wikipedia limita la libertad de edición” de PÚBLICO, la decisión de la Fundición Wikipedia de supervisar algunos de las entradas de su enciclopedia on-line. La razón esgrimida por la Fundación para esta iniciativa es evitar las manipulaciones interesadas que se han producido en el pasado en las biografías de personajes públicos.

En la edición digital de EL MUNDO, permite además comentar la noticia. En ese pequeño microcosmos podemos descubrir las distintas tensiones que provoca wiki, y que a la postre resulta más interesante que la propia noticia.

En mi opinión, las críticas se pueden agrupar en cuatro grandes grupos. El primero, los utópicos. Son los que buscan la piedra clave del arco del conocimiento, la piedra filosofal de la cultura, y que según se ilusionan o se desilusionan, la suben al pedestal o la arrastran por los lodazales cibernéticos. Un ejemplo lo tenemos en los comentarios espontáneos de lectores de EL MUNDO: “Al igual que se ha demostrado que el mercado libre conduce al caos y la crisis económica, y que es necesario que se regule, también está claro que la idea original de Wikipedia no funciona. Yo soy científico, y en nuestro ámbito todo documento, para ser creíble, debe haber sido antes editado y revisado por colegas. En la red hay demasiada inflación de información que uno no sabe si es verdadera o falsa” afirma uno aparentemente desilusionado por la triste realidad. Otro a incluir entre esta categoría está el que afirma: “Yo soy fan de la wikipedia, pero no he podido evitar escandalizarme […] En la página 15 aparece el presupuesto para salarios 2009-2010. En la página 19 se ve el número de trabajadores para ese año. Calculando 15 pagas anuales sale un sueldo medio mensual (bruto, eso sí) de bastante más de 5.000 dólares. Escandaloso, si tenemos en cuenta que la Wikipedia es una fundación, es decir, una ONG.”

En un segundo grupo estarían los paranoicos, como el que afirma “Wikipedia es creación de dos judíos, relacionados ambos con el mundo del porno cibernético, Wiki es tan sionista, que si buscas holocausto te apabullan con info, pero si buscas crímenes en Palestina, no aparece nada, si buscas supremacismo, sólo aparece supremacismo blanco, pero nada de supremacismo judío, supremacismo negro, etc., y así todo..”.

En un tercer lugar, colocaría a los corporativistas. Son los que por soberbia intelectual o defensa de sus ingresos en la universidad o las editoriales, intentan desprestigiar a Wikipedia. En este capítulo incluiría afirmaciones como estas: “Wikipedia es un típico producto internet, que no podía faltar en nuestra época e saturación de información superficial o FALSA, y es a las enciclopedias lo que el spam a nuestro correo […] no se puede confiar como en un libro normal, porque nadie con credenciales chequea eso nunca. Sirve para darse una idea nada más […] Por su construcción, wikipedia es la anticiencia, es creer en cualquiera que se autoproclama profeta en algo”; o “Alguien enviaría a sus hijos a aprender a una escuela de maestros amateurs? Sin estudio ni título alguno? Creen ellos que vale algo lo que hacen? Si será desastre que lo tienen que corregir compulsivamente ahora. La única razón para "consultar" ese muestrario de disparates llamado Wikipedia, es que es gratis.”

Y por último, los posibilitas, entre los que me incluyo. Como afirmaba un forero, “¿No sería la transmisión del conocimiento por Internet un genial motivo para hacer hincapié en desarrollar el pensamiento crítico de los alumnos? así los alumnos aprenderían a investigar mejor buscando la información (en la Wikipedia, en este caso) y contrastándola buscando otras webs con la misma información, juzgando la veracidad de dichas webs... todo sea por madurar un poco socialmente hablando y cambiar ese método de investigación de la vieja escuela que gasta mucho tiempo, en las bibliotecas y rodeados de libros, buscando la información.” Otro aportaba que “La Wikipedia es tan fiable en según qué temas, como lo es la Larousse que tengo en la estantería, que está totalmente obsoleta. Lo que hay que hacer es aprender a buscar información en Internet, […] ahora no hay sólo una única fuente de información, sino un abanico de links sobre los que clickar. Afortunadamente”. Y uno tocaba la tecla más importante: “La Wiki está bien, con algo de control estará mejor, cuando digo que está bien es que si tengo que echar un vistazo a un tema en concreto, me da una orientación y capacidad para poder seguir buscando para encontrar exactamente lo que quiero.”

Recuerdo que en una de las enciclopedias que había en casa a principios de los ochenta, calificaba a la ciudad marroquí de Tetuán de “importante puerto del norte de Marruecos”. Conocía la editorial, conocía la relación de autores que aparecía en la misma, y lo único que como usuario/lector pude hacer fue reírme y comentarlo en casa. Soy de la opinión que Wikipedia es una herramienta compleja, llena de posibilidades pero también de riesgos. No hay que idealizarla ni destruirla. Cualquier afirmación, incluso las científicas más respetadas, es susceptible de crítica y de ser rebatida. No pidamos a nuestra Wiki lo que nadie puede ofrecer.

Si quieres conocer con mayor profundidad el proyecto Wikipedia, te animo a consultar su propia entrada.

viernes, 31 de julio de 2009

Lecturas del CIS

La publicación reciente del Avance de Resultados del Barómetro del CIS, correspondiente a julio de 2009, ha provocado la inevitable reacción en los medios de comunicación que ha ido, por hacernos una idea, del titular de PUBLICOEl PP saca 1,2 puntos al PSOE, según el CIS” al “Cospedal dice que Rajoy es víctima del "sesgo escandaloso" del CIS” de LIBERTAD DIGITAL pasando por “El CIS da al PP una ventaja de más de un punto sobre el PSOE” de EL PAIS.
Pero más allá de estos análisis, y todos los que puedan (o podamos) hacer los asesores aúlicos, merece la pena echarle un vistado al texto del Centro de Investigaciones Sociológicas. Habiéndolo hecho con detenimiento, y no siendo un experto estadístico, si he localizado algunos datos que me han llamado la atención.
Los que hoy quiero compartir contigo son los que corresponde a la respuesta a la pregunta 9, que dice: ¿Cómo se definiría Ud. en política según la siguiente clasificación?. Se trata de una pregunta multirrespuesta que permite hasta dos respuestas. Pues bien, la primera respuesta de los consultados se declaraban conservadores el 12.6%, liberales el 12.9%, socialdemócratas el 7.5% y socialistas el 20.4%.
Sorprende por una parte, que un número tan amplio de ciudadanos que se autodefinen socialista, que suman casi el doble del siguiente grupo, los liberales. Por otra, resulta que en la supuesta católica España, son más los que se autoreconocen como liberales que los que lo hacen como conservadores.
Pero lo que sin duda destaca sobre cualquier otras distinción es que socialistas, liberales y socialdemócratas, eso que podría denominarse incierto centro, suponen casi el 40% del electorado.
Soy consciente que al tratarse de algo tan abstracto como es la posición ideológica, no hablamos de límites infranqueables, incluso puede tratarse de posicionamientos ambiguos. La política reaccionaria de vender como liberal lo que es ultraconservador, que sigue a pies y juntillas Jiménez Losantos o Esperanza Arguirre, puede llevar a muchos conservadores a recocerse como liberales cuando son todo lo contrario. O socialista no significa que sea seguidor del PSOE y puede encontrarse en un punto bastante alejado a la izquierda.
No creo en el binomio derecha-izquierda. Se trata sin duda de una simplificación del espectro ideológico muy eficaz (como todas las simplificaciones) pero que genera gran confusión cuando no el error en la percepción de la realidad. Prefiero el sistema triangular de la pirámide. Como se ve en la imagen, en cada vértice de la misma se sitúan las tres grandes corrientes ideológicas de la época contemporánea en occidente: el conservadurismo, el liberalismo y el marxismo. Como convinación de ellas, surgen otras tres grandes ideologías de la contemporaneidad: el neoliberalismo, la socialdemocracia y el fascismo.

Con esta representación iconográfica, es mucho más sencillo ubicarse ideológicamente. Así, tenemos claro que en lo moral, los seudoliberales encabezados por la presidenta de Madrid se sitúan en la cara izquerda de la pirámide, muy cerca de su base, aunque en lo económico puede situarse hacia la mitad. El mundo aberztale, por ejemplo, ocupa un espacio entre el conservadurismo y el marxismo, el mismo que en el pasado ocupaba el fascismo. Al contrario, el PSOE se sitúa en la cara derecha de la pirámide, en lo moral muy cerca del vértice superior, en lo económico hacia la mitad de la cara.
Existe un debate que surge aquí y allá sobre la posibilidad de ser socialista y liberal. Muchos en el PSOE seguimos la máxima de Indalcecio Prieto, cuando afirmaba que él era socialista a fuer de liberal. Esta posibilidad pone de los nervios a los falsos liberales, que han encontrado en esta venerable ideología una amplia manta para ocultar sus miserias reaccionarias, y no quieren que los socialista, al reivindicar con los hechos su liberalismo (el derecho a tener derechos, de Rodríguez Zapatero), terminen dejándoles las miserias al aire.
La aparente obsesión por la seguridad y el reforzamiento de las penas muestran que cualquier liberalismo por parte de dicha formación es pura fachada. Tan solo hay que recordar las palabras de un anciano lord británico liberal, que afirmó a principios del siglo XIX que prefería morir en una calle de Londres que vivir en la Francia de Fouché, ministro de la policía famoso por su sistema de espionaje que llegaba desde cualquier rincón del reino o imperio galo hasta las testas coronadas de Napoleón y Luis XVIII. Un verdadero liberal prefiere el riesgo que conlleva el ejercicio de la libertad que la seguridad de un estado controlador.
Si el 40% de la población se autodefine como socialista, liberal y socialdemócrata, y el PSOE es capaz de mostrar sin rubor su orientación socialdemocrática, el mejor retoño del liberalismo y el marxismo, no hay duda que el socialismo español seguirá siendo una fuerza social hegemónica en las próximas décadas.

miércoles, 22 de julio de 2009

Basilio Baltasar y la cuestión de España

Con el título de “El malestar español”, el director de la Fundación Santillana Basilio Baltasar, ha publicado en el periódico EL PAIS un magnífico artículo que trata de una cuestión que ya interesó a Américo Castro, del cual no se incorpora ninguna referencia no se si por desconocimiento (lo cual me sorprendería) o por evitar revivir debates que se dieron hace casi 100 años (lo que parece más plausible).
El objetivo de su reflexión se recoge muy bien en el siguiente párrafo: “¿Por qué somos la sociedad menos competitiva de la Europa moderna? ¿Qué rasgo de nuestro carácter nos ancla en la complacencia arcaica de un mundo autárquico? ¿Por qué nos fastidia el juego de la emulación y la competencia? ¿Qué nos molesta tanto de la modernidad? Y, sobre todo, ¿por qué nos negamos a aceptar la responsabilidad de la emancipación ciudadana?” respondiéndola de la forma siguiente: “Si evitamos las especulaciones metafísicas que en otro tiempo nos hicieron sonreír, y dejamos de lado la mascarada de nuestra errática identidad, adquiere una destacada importancia el acontecimiento histórico que nos distingue de nuestro entorno europeo: España ha sido el único país sin judíos.”
En unas de sus obras, no recuerdo si en “España en su historia” o “Sobre el nombre y el quién de los españoles” (las cuales leí hace más de dos décadas), Castro ya hablaba del impacto que supuso la conversión obligatoria y la expulsión de los judíos de España. Baltasar, en su artículo, retoma lo negativo de la decisión de los Reyes Católicos en 1492, pero para mí tiene vital importancia lo primero.
Repasemos un poco la historia. La convivencia de los judíos en los reinos de la península habían sido más o menos pacífica hasta los pogromos de 1390, promovidos por el Arcediano de Écija. La quema de juderías y la conversión de Salomón Ha Levi, rabino mayor de Castilla, marcó un antes y un después en los reinos castellanos. La presión social y a veces legal, llevó a la conversión pública en masa de miles de familias judías que en muchos casos mantenían sus práctica religiosas judía en la intimidad. La creación de la Inquisición para perseguir a estos “falsos cristianos” forzó a que se reforzara el ideal del “cristiano viejo” en detrimento del “cristiano nuevo”, que sorprendentemente y por oposición, consistía en ser exactamente lo contrario a lo que eran los judíos. Ante la imposibilidad de separar el grano de la paja (los cristianos viejos de los conversos y judíos) finalmente se aprueba su expulsión en el año de la conquista del Reino de Granada.
Como afirmaba Castro, una de las señas de identidad judía era la cultura y el conocimiento científico. Por eso, en el pueblo llano y la baja nobleza castellana de finales de la Edad Media no saber leer ni escribir simbolizaba la cristiandad vieja, lo que venía ser en el plano intelectual el cerdo en el puchero del arte culinario. Américo afirmaba incluso que el concepto de “expediente de sangre” era un instrumento judío que fue introducido por los judíos conversos para demostrar lo que no eran: cristianos viejos.
Evidentemente, como en todas las historias, las personas y las sociedades somos a la vez víctimas y verdugos. De ser ciertas las reflexiones de Castro y Baltasar, la sociedad cristiana castellana fue el verdugo de la sociedad judía castellana, pero a su vez víctima de ésta: con la ausencia de los judíos nos privamos de un germen cultural que floreció allende nuestras fronteras y de cuya esterilidad aún no nos hemos recuperado; con su presencia en forma de conversos, potenciamos lo peor de la sociedad cristiana, su incultura y la sumisión a la Iglesia.
Por cierto, no deja de provocar ternura la profecía de los rabinos castellanos que creían que en 1295 llegaría el Mesías. En Castilla, naturalmente.

martes, 7 de julio de 2009

Apuntes sobre la Transexualidad

En 2007, la secretaría de igualdad de la UGT de Andalucía me pidió un informe resumido sobre la transexualidad, documento que confeccioné con el nombre de APUNTES SOBRE LA TRANSEXUALIDAD. Localizado de nuevo en mi archivo, y visto que aún conserva su vigencia, he decidido incluirlo en el blog. Espero que resulte de tu interés.

La disforia de género o transexualidad es un trastorno de la identidad de género sobre cuyo origen no hay consenso en la comunidad científica. Las personas denominadas transexuales se identifican con el sexo contrario al sexo biológico. Es decir, la transexual femenina es la persona que habiendo nacido con sexo biológico masculino se identifica plenamente como mujer, y el transexual masculino es la persona que habiendo nacido con sexo biológico femenino se siente identificado plenamente como hombre.

Históricamente en occidente, la disforia de género se ha identificado con situaciones extremas de homosexualidad, cuando la realidad es que esta afecta a la orientación sexual (hacia que sexo te sientes atraido/a) y la transexualidad afecta a la identidad de género (con que sexo te sientes identificada/o).

Tras los estudios del médico norteamericano Harry Benjamín
, se concluyó que la única respuesta clínica para mitigar el sufrimiento de los pacientes que mostraban una disforia de género es favorecer que la persona viva de acuerdo con su identidad de género. En su libro El Fenómeno Transexual editado en 1966, relata los fracasos de todas las técnicas terapéuticas psiquiátricas tradicionales y las posibilidades que ofrecía para mejorar la calidad de vidas de las personas transexuales favoreciendo su vida con el sexo identificado, pero también de las dificultades sociales en los Estados Unidos de América de aquellos años, porque en algunos Estados vestir con ropas que no correspondiese con el sexo biológico podía castigarse con pena de cárcel.

El debate sobre el número de personas que puedan calificarse de transexuales viene de antiguo y en estos momentos no hay consenso sobre ello. Desde un primer porcentaje que calculaba una persona por cada 100.000 (que significaría que en Andalucía sumarían un total de 80 personas), hasta una proporción de 1 de cada 15.000 para el caso de las mujeres transexuales (que han nacido con sexo biológico masculino), y 1 de cada 25.000 para el caso de los hombres transexuales (que han nacido con sexo biológico femenino), lo que supondría alrededor de 500 personas. A nivel nacional, la Fundación para la Identidad de Género
baraja la cifra de 3.000 transexuales.

Pero estos datos hay que tomarlos con cierta precaución, porque existen factores que pueden distorsionar estos números. En Andalucía, por ejemplo, la inclusión en el catálogo de prestaciones de las operaciones de reasignación de sexo por parte del Servicio Andaluz de Salud (mediante la creación de la Unidad de Trastorno de Identidad de Género en el Hospital Carlos Haya de Málaga) ha llevado a muchas personas transexuales de otras Comunidades Autónomas a fijar su residencia en la nuestra para beneficiarse de una prestación que lamentablemente no está incluida en el Catálogo General de Prestaciones del Servicio Nacional de Salud.

Por otro, los hechos parecen demostrar que un mayor conocimiento de la realidad transexual tanto por parte de las familias como por los sistemas de sanidad, permitirán en los próximos años un mejor diagnóstico y por ello un aumento de los casos declarados.

Las personas transexuales se enfrentan con graves dificultades para su desarrollo, lo que les produce un gran sufrimiento que es lo que en la actualidad se intenta solventar. Como afirmábamos anteriormente, adecuar la vida cotidiana de la persona transexual al sexo sentido es la única propuesta terapéutica para evitarlo. Vestir con ropas correspondientes al sexo identificado, usar un nombre de dicho género y la reasignación quirúrgica son los elementos más utilizados.

Los problemas que se encuentran las personas transexuales son múltiples y en la mayoría de los casos causantes de otros cuadros clínicos como la depresión, etc. Cuando una persona, generalmente en la pubertad y/lo la adolescencia, comienza a tener un conflicto con identidad de género, la ausencia de información y de referentes, les llevará por un lado a una búsqueda absurda para comprender que es lo que le pasa y por otro a ser calificado en la mayoría de las veces como homosexual, lo que dificulta aún más la comprensión de su realidad por la persona transexual y su entorno.

Cuando finalmente comprende que es lo que le pasa, comenzar a vivir la vida cotidiana su identidad de género (cambio de nombre, ropas del “otro sexo”, etc…) supone un enfrentamiento brutal no ya con la familia, que también, sino con la sociedad en general: ¿Cómo pedir en el instituto, en la facultad o en el trabajo que se le llame por otro nombre distinto del que fue registrada en su día?. Esta situación ha generado que la mayoría de las personas transexuales que han manifestado a edades tempranas su conflicto no hayan finalizado sus estudios básicos y muy pocas, hayan cursado estudios medios o superiores. En el caso de que sea demandante de empleo, la situación pasa directamente por el rechazo sistemático a ser contratada.

Hasta la última reforma de producida en España, la juridisprudencia española, una de las más avanzadas del mundo, permitía el cambio de nombre en el registro siempre que se hubiera completado la reasignación quirúrgica. Contra lo que se puede pensar atendiendo a las noticias publicadas, no es la panacea para las personas transexuales. Primero porque es una operación a las que no todas las personas transexuales pueden o quieren acogerse; segundo, porque requiere un tratamiento hormonal de por vida, que afecta de forma importante a la salud de los mismos.

Además, los protocolos de reasignación recomiendan un periodo de 12 a 18 meses de lo que se denomina “Test de la Vida Real”, que consiste vivir social y personalmente durante dicho periodo con el género con el que se identifica. Este test, fundamental e inevitable, supone una complicación más para la reasignación.

En la actualidad, la ley aprobada recientemente, permite el cambio de nombre del DNI con el diagnóstico de la disforia y sin necesidad de haber completado el proceso de reasignación.

Como hemos afirmado anteriormente, la Junta de Andalucía fue la primera administración en incluir en su catálogo de prestaciones la reasignación de sexo, tras un Informe emitido por el Defensor del Pueblo Andaluz y una resolución por unanimidad del Parlamento de Andalucía. Hasta ese momento, dichas operaciones se solían realizar en el extranjero, con pocas garantías sanitarias, y sin un seguimiento exhaustivo de los protocolos anteriormente citados. En la actualidad, varias administraciones autonómicas han manifestado su intención de incluir dicha prestación en sus sistemas públicos de salud.

Una de las “salidas” más utilizadas por las personas transexuales es buscar nombres “neutros” (como Trinidad para las mujeres transexuales) que pasen sin dificultad las limitaciones del cambio de nombre. Esta solución solo evita a las personas transexuales que han cambiado su aspecto físico y vestimenta usar un nombre demasiado chocante con el sexo biológico consignado en el Documento Nacional de Identidad.

Tradicionalmente, las mujeres transexuales se han visto abocadas por el rechazo familiar y socio-laboral, a dedicarse a la prostitución y/o el espectáculo. Por su parte, los hombres transexuales han sufrido una menor persecución ya que la propia discriminación de la mujer les ha impedido ser visualizadas socialmente pero han quedado relegados a desarrollar trabajos asignados a mujeres con baja cualificación. Afortunadamente hoy en día la situación del hombre y de la mujer transexual está cambiando.

Desde el ámbito sindical, la acción a favor de las personas transexuales puede ser importante, ya que una de las mayores dificultades de estas personas es la imposibilidad del acceso al empleo. Pero siendo conscientes también que la propia trayectoria vital de la mayoría de estas personas las convierten en personas de difícil empleabilidad.

jueves, 2 de julio de 2009

Generación Gay

Jugando con la moda informática de calificar cada generación de un producto de su ordinario punto cero, se me ocurrió una forma bastante gráfica de explicar la evolución de la homosexualidad en nuestro país en los últimos treinta años. Y para evitar críticas furibundas, aclarar antes de nada, que las afirmaciones que realice debes tomarla, amable lector(a) en su generalidad, y nunca de forma categórica e incluso algunas veces provocadoras. También explicar que usaré el adjetivo “gay” como genérico de homosexual, incluyendo a la masculina y femenina, como se usa en determinados ambientes en favor de una mayor agilidad del texto, no por considerarlo lo más correcto.

La generación Gay 1.0, sería la crecida en plena posguerra, machacada por la dictadura más cruel de la historia de Europa, con millones de muertos, exiliados y represaliados. Son gays que sufrieron violencia física, emocional y social, alentada por una desalmada iglesia católica, incomprendidos a la vez que incomprensibles para ellos mismos. En Andalucía emigraron a Madrid, Barcelona o a Europa, o sobrevivieron como encaladores, modistos, etc. Conocidos como “la juana”, “la fernanda”, etc. y perseguidos por las fuerzas de orden público, encontraron en los resquicios de la sociedad “normalizada” espacios donde conocerse y reconocerse: la iglesia, las hermandades, la marina. Se tratan, sin duda, de los grandes olvidados de la lucha por la normalización social del hecho homosexual, bisexual y transexual en nuestro país.

Por su parte, la generación Gay 2.0 sería la que asumió su homosexualidad entorno a los años ochenta y noventa, más conectados con el exterior y que asumieron su orientación sexual de forma más combativa. Importaron de Estados Unidos y Europa sus estrategias asociativas y empresariales, y sufrieron como pocas el impacto del SIDA. Comienzan a no aceptar el espacio marginal que la sociedad les ha asignado, reformulando dichos espacios; no aceptan pasivamente los insultos, sino que los convierten en instrumentos de liberación; no aceptan las etiquetas impuestas y se inventan y autoasignan otras muchas. Son también los Gay 2.0 son los que importan un concepto, el orgullo, que si de por sí es una inadecuada traducción literal del inglés “pride”, el uso que propios y extraños hacen de él genera una gran confusión.

Después de muchos debates y de “bichear” por bitácoras y foros he llegado a la conclusión de que cuando un gay dice que se siente orgulloso de ser gay, lo que realmente quiere decir de forma abreviada es que se siente orgulloso de haber alcanzado la meta de vivirse como gay. Son, por lo tanto, gays que han asumido su orientación sexual de forma conflictiva por razones objetivas y/o subjetivas, y que una vez que lo han hecho no están dispuestos a que por acción u omisión se les vuelta a meter en el armario. Pero al simplificar la expresión, estoy orgulloso de ser gay, provoca incomprensión y rechazo por parte de muchos gays: ¿como estar orgulloso de algo que te viene dado, como el color del pelo o el de los ojos?.

Por último, en esta primera década del siglo XXI, comienzan a aparecer la generación Gay 3.0. Son gays que por razones objetivas y/o subjetivas no han asumido de forma conflictiva su orientación social. Se tratan de gays que en su ámbito familiar y social aceptan con normalidad la diversidad de la orientación sexual, unas veces como éxito pedagógico de las anteriores generaciones, otras simplemente porque, al no sentirse ellos mismos como bichos raros, han planteado su orientación sexual con una normalidad que provoca una respuesta natural.

Lo cierto es que en su conjunto, los Gays 1.0, 2.0 y 3.0 se miran con desconfianza. Sus propias experiencias vitales les lleva a no comprender la actitud de los demás. ¿Como acepta un Gay 1.0 que las mismas armas que les han machacado y de las que se han protegido con el silencio y la opacidad sean utilizadas con descaro y pública exhibición por los Gay 2.0? ¿O como demonios van a aceptar los Gay 2.0 a los Gay 3.0 que afirmen que ser gay no es más complicado que ser bético, cuando ellos mismos no se reconocen en el histrionismo liberador de la generación anterior?.

La mejor medicina para este síndrome es el respeto: aceptar que cada persona evoluciona a partir de sus experiencias personales y colectivas; asumir que no es posible estandarizar las emociones; y comprender que el futuro está en la diversidad y no en la falsa homogenización de nuestros afectos en patrones impuestos por heteros o gays, sea cuales sea su generación.