viernes, 31 de julio de 2009

Lecturas del CIS

La publicación reciente del Avance de Resultados del Barómetro del CIS, correspondiente a julio de 2009, ha provocado la inevitable reacción en los medios de comunicación que ha ido, por hacernos una idea, del titular de PUBLICOEl PP saca 1,2 puntos al PSOE, según el CIS” al “Cospedal dice que Rajoy es víctima del "sesgo escandaloso" del CIS” de LIBERTAD DIGITAL pasando por “El CIS da al PP una ventaja de más de un punto sobre el PSOE” de EL PAIS.
Pero más allá de estos análisis, y todos los que puedan (o podamos) hacer los asesores aúlicos, merece la pena echarle un vistado al texto del Centro de Investigaciones Sociológicas. Habiéndolo hecho con detenimiento, y no siendo un experto estadístico, si he localizado algunos datos que me han llamado la atención.
Los que hoy quiero compartir contigo son los que corresponde a la respuesta a la pregunta 9, que dice: ¿Cómo se definiría Ud. en política según la siguiente clasificación?. Se trata de una pregunta multirrespuesta que permite hasta dos respuestas. Pues bien, la primera respuesta de los consultados se declaraban conservadores el 12.6%, liberales el 12.9%, socialdemócratas el 7.5% y socialistas el 20.4%.
Sorprende por una parte, que un número tan amplio de ciudadanos que se autodefinen socialista, que suman casi el doble del siguiente grupo, los liberales. Por otra, resulta que en la supuesta católica España, son más los que se autoreconocen como liberales que los que lo hacen como conservadores.
Pero lo que sin duda destaca sobre cualquier otras distinción es que socialistas, liberales y socialdemócratas, eso que podría denominarse incierto centro, suponen casi el 40% del electorado.
Soy consciente que al tratarse de algo tan abstracto como es la posición ideológica, no hablamos de límites infranqueables, incluso puede tratarse de posicionamientos ambiguos. La política reaccionaria de vender como liberal lo que es ultraconservador, que sigue a pies y juntillas Jiménez Losantos o Esperanza Arguirre, puede llevar a muchos conservadores a recocerse como liberales cuando son todo lo contrario. O socialista no significa que sea seguidor del PSOE y puede encontrarse en un punto bastante alejado a la izquierda.
No creo en el binomio derecha-izquierda. Se trata sin duda de una simplificación del espectro ideológico muy eficaz (como todas las simplificaciones) pero que genera gran confusión cuando no el error en la percepción de la realidad. Prefiero el sistema triangular de la pirámide. Como se ve en la imagen, en cada vértice de la misma se sitúan las tres grandes corrientes ideológicas de la época contemporánea en occidente: el conservadurismo, el liberalismo y el marxismo. Como convinación de ellas, surgen otras tres grandes ideologías de la contemporaneidad: el neoliberalismo, la socialdemocracia y el fascismo.

Con esta representación iconográfica, es mucho más sencillo ubicarse ideológicamente. Así, tenemos claro que en lo moral, los seudoliberales encabezados por la presidenta de Madrid se sitúan en la cara izquerda de la pirámide, muy cerca de su base, aunque en lo económico puede situarse hacia la mitad. El mundo aberztale, por ejemplo, ocupa un espacio entre el conservadurismo y el marxismo, el mismo que en el pasado ocupaba el fascismo. Al contrario, el PSOE se sitúa en la cara derecha de la pirámide, en lo moral muy cerca del vértice superior, en lo económico hacia la mitad de la cara.
Existe un debate que surge aquí y allá sobre la posibilidad de ser socialista y liberal. Muchos en el PSOE seguimos la máxima de Indalcecio Prieto, cuando afirmaba que él era socialista a fuer de liberal. Esta posibilidad pone de los nervios a los falsos liberales, que han encontrado en esta venerable ideología una amplia manta para ocultar sus miserias reaccionarias, y no quieren que los socialista, al reivindicar con los hechos su liberalismo (el derecho a tener derechos, de Rodríguez Zapatero), terminen dejándoles las miserias al aire.
La aparente obsesión por la seguridad y el reforzamiento de las penas muestran que cualquier liberalismo por parte de dicha formación es pura fachada. Tan solo hay que recordar las palabras de un anciano lord británico liberal, que afirmó a principios del siglo XIX que prefería morir en una calle de Londres que vivir en la Francia de Fouché, ministro de la policía famoso por su sistema de espionaje que llegaba desde cualquier rincón del reino o imperio galo hasta las testas coronadas de Napoleón y Luis XVIII. Un verdadero liberal prefiere el riesgo que conlleva el ejercicio de la libertad que la seguridad de un estado controlador.
Si el 40% de la población se autodefine como socialista, liberal y socialdemócrata, y el PSOE es capaz de mostrar sin rubor su orientación socialdemocrática, el mejor retoño del liberalismo y el marxismo, no hay duda que el socialismo español seguirá siendo una fuerza social hegemónica en las próximas décadas.

miércoles, 22 de julio de 2009

Basilio Baltasar y la cuestión de España

Con el título de “El malestar español”, el director de la Fundación Santillana Basilio Baltasar, ha publicado en el periódico EL PAIS un magnífico artículo que trata de una cuestión que ya interesó a Américo Castro, del cual no se incorpora ninguna referencia no se si por desconocimiento (lo cual me sorprendería) o por evitar revivir debates que se dieron hace casi 100 años (lo que parece más plausible).
El objetivo de su reflexión se recoge muy bien en el siguiente párrafo: “¿Por qué somos la sociedad menos competitiva de la Europa moderna? ¿Qué rasgo de nuestro carácter nos ancla en la complacencia arcaica de un mundo autárquico? ¿Por qué nos fastidia el juego de la emulación y la competencia? ¿Qué nos molesta tanto de la modernidad? Y, sobre todo, ¿por qué nos negamos a aceptar la responsabilidad de la emancipación ciudadana?” respondiéndola de la forma siguiente: “Si evitamos las especulaciones metafísicas que en otro tiempo nos hicieron sonreír, y dejamos de lado la mascarada de nuestra errática identidad, adquiere una destacada importancia el acontecimiento histórico que nos distingue de nuestro entorno europeo: España ha sido el único país sin judíos.”
En unas de sus obras, no recuerdo si en “España en su historia” o “Sobre el nombre y el quién de los españoles” (las cuales leí hace más de dos décadas), Castro ya hablaba del impacto que supuso la conversión obligatoria y la expulsión de los judíos de España. Baltasar, en su artículo, retoma lo negativo de la decisión de los Reyes Católicos en 1492, pero para mí tiene vital importancia lo primero.
Repasemos un poco la historia. La convivencia de los judíos en los reinos de la península habían sido más o menos pacífica hasta los pogromos de 1390, promovidos por el Arcediano de Écija. La quema de juderías y la conversión de Salomón Ha Levi, rabino mayor de Castilla, marcó un antes y un después en los reinos castellanos. La presión social y a veces legal, llevó a la conversión pública en masa de miles de familias judías que en muchos casos mantenían sus práctica religiosas judía en la intimidad. La creación de la Inquisición para perseguir a estos “falsos cristianos” forzó a que se reforzara el ideal del “cristiano viejo” en detrimento del “cristiano nuevo”, que sorprendentemente y por oposición, consistía en ser exactamente lo contrario a lo que eran los judíos. Ante la imposibilidad de separar el grano de la paja (los cristianos viejos de los conversos y judíos) finalmente se aprueba su expulsión en el año de la conquista del Reino de Granada.
Como afirmaba Castro, una de las señas de identidad judía era la cultura y el conocimiento científico. Por eso, en el pueblo llano y la baja nobleza castellana de finales de la Edad Media no saber leer ni escribir simbolizaba la cristiandad vieja, lo que venía ser en el plano intelectual el cerdo en el puchero del arte culinario. Américo afirmaba incluso que el concepto de “expediente de sangre” era un instrumento judío que fue introducido por los judíos conversos para demostrar lo que no eran: cristianos viejos.
Evidentemente, como en todas las historias, las personas y las sociedades somos a la vez víctimas y verdugos. De ser ciertas las reflexiones de Castro y Baltasar, la sociedad cristiana castellana fue el verdugo de la sociedad judía castellana, pero a su vez víctima de ésta: con la ausencia de los judíos nos privamos de un germen cultural que floreció allende nuestras fronteras y de cuya esterilidad aún no nos hemos recuperado; con su presencia en forma de conversos, potenciamos lo peor de la sociedad cristiana, su incultura y la sumisión a la Iglesia.
Por cierto, no deja de provocar ternura la profecía de los rabinos castellanos que creían que en 1295 llegaría el Mesías. En Castilla, naturalmente.

martes, 7 de julio de 2009

Apuntes sobre la Transexualidad

En 2007, la secretaría de igualdad de la UGT de Andalucía me pidió un informe resumido sobre la transexualidad, documento que confeccioné con el nombre de APUNTES SOBRE LA TRANSEXUALIDAD. Localizado de nuevo en mi archivo, y visto que aún conserva su vigencia, he decidido incluirlo en el blog. Espero que resulte de tu interés.

La disforia de género o transexualidad es un trastorno de la identidad de género sobre cuyo origen no hay consenso en la comunidad científica. Las personas denominadas transexuales se identifican con el sexo contrario al sexo biológico. Es decir, la transexual femenina es la persona que habiendo nacido con sexo biológico masculino se identifica plenamente como mujer, y el transexual masculino es la persona que habiendo nacido con sexo biológico femenino se siente identificado plenamente como hombre.

Históricamente en occidente, la disforia de género se ha identificado con situaciones extremas de homosexualidad, cuando la realidad es que esta afecta a la orientación sexual (hacia que sexo te sientes atraido/a) y la transexualidad afecta a la identidad de género (con que sexo te sientes identificada/o).

Tras los estudios del médico norteamericano Harry Benjamín
, se concluyó que la única respuesta clínica para mitigar el sufrimiento de los pacientes que mostraban una disforia de género es favorecer que la persona viva de acuerdo con su identidad de género. En su libro El Fenómeno Transexual editado en 1966, relata los fracasos de todas las técnicas terapéuticas psiquiátricas tradicionales y las posibilidades que ofrecía para mejorar la calidad de vidas de las personas transexuales favoreciendo su vida con el sexo identificado, pero también de las dificultades sociales en los Estados Unidos de América de aquellos años, porque en algunos Estados vestir con ropas que no correspondiese con el sexo biológico podía castigarse con pena de cárcel.

El debate sobre el número de personas que puedan calificarse de transexuales viene de antiguo y en estos momentos no hay consenso sobre ello. Desde un primer porcentaje que calculaba una persona por cada 100.000 (que significaría que en Andalucía sumarían un total de 80 personas), hasta una proporción de 1 de cada 15.000 para el caso de las mujeres transexuales (que han nacido con sexo biológico masculino), y 1 de cada 25.000 para el caso de los hombres transexuales (que han nacido con sexo biológico femenino), lo que supondría alrededor de 500 personas. A nivel nacional, la Fundación para la Identidad de Género
baraja la cifra de 3.000 transexuales.

Pero estos datos hay que tomarlos con cierta precaución, porque existen factores que pueden distorsionar estos números. En Andalucía, por ejemplo, la inclusión en el catálogo de prestaciones de las operaciones de reasignación de sexo por parte del Servicio Andaluz de Salud (mediante la creación de la Unidad de Trastorno de Identidad de Género en el Hospital Carlos Haya de Málaga) ha llevado a muchas personas transexuales de otras Comunidades Autónomas a fijar su residencia en la nuestra para beneficiarse de una prestación que lamentablemente no está incluida en el Catálogo General de Prestaciones del Servicio Nacional de Salud.

Por otro, los hechos parecen demostrar que un mayor conocimiento de la realidad transexual tanto por parte de las familias como por los sistemas de sanidad, permitirán en los próximos años un mejor diagnóstico y por ello un aumento de los casos declarados.

Las personas transexuales se enfrentan con graves dificultades para su desarrollo, lo que les produce un gran sufrimiento que es lo que en la actualidad se intenta solventar. Como afirmábamos anteriormente, adecuar la vida cotidiana de la persona transexual al sexo sentido es la única propuesta terapéutica para evitarlo. Vestir con ropas correspondientes al sexo identificado, usar un nombre de dicho género y la reasignación quirúrgica son los elementos más utilizados.

Los problemas que se encuentran las personas transexuales son múltiples y en la mayoría de los casos causantes de otros cuadros clínicos como la depresión, etc. Cuando una persona, generalmente en la pubertad y/lo la adolescencia, comienza a tener un conflicto con identidad de género, la ausencia de información y de referentes, les llevará por un lado a una búsqueda absurda para comprender que es lo que le pasa y por otro a ser calificado en la mayoría de las veces como homosexual, lo que dificulta aún más la comprensión de su realidad por la persona transexual y su entorno.

Cuando finalmente comprende que es lo que le pasa, comenzar a vivir la vida cotidiana su identidad de género (cambio de nombre, ropas del “otro sexo”, etc…) supone un enfrentamiento brutal no ya con la familia, que también, sino con la sociedad en general: ¿Cómo pedir en el instituto, en la facultad o en el trabajo que se le llame por otro nombre distinto del que fue registrada en su día?. Esta situación ha generado que la mayoría de las personas transexuales que han manifestado a edades tempranas su conflicto no hayan finalizado sus estudios básicos y muy pocas, hayan cursado estudios medios o superiores. En el caso de que sea demandante de empleo, la situación pasa directamente por el rechazo sistemático a ser contratada.

Hasta la última reforma de producida en España, la juridisprudencia española, una de las más avanzadas del mundo, permitía el cambio de nombre en el registro siempre que se hubiera completado la reasignación quirúrgica. Contra lo que se puede pensar atendiendo a las noticias publicadas, no es la panacea para las personas transexuales. Primero porque es una operación a las que no todas las personas transexuales pueden o quieren acogerse; segundo, porque requiere un tratamiento hormonal de por vida, que afecta de forma importante a la salud de los mismos.

Además, los protocolos de reasignación recomiendan un periodo de 12 a 18 meses de lo que se denomina “Test de la Vida Real”, que consiste vivir social y personalmente durante dicho periodo con el género con el que se identifica. Este test, fundamental e inevitable, supone una complicación más para la reasignación.

En la actualidad, la ley aprobada recientemente, permite el cambio de nombre del DNI con el diagnóstico de la disforia y sin necesidad de haber completado el proceso de reasignación.

Como hemos afirmado anteriormente, la Junta de Andalucía fue la primera administración en incluir en su catálogo de prestaciones la reasignación de sexo, tras un Informe emitido por el Defensor del Pueblo Andaluz y una resolución por unanimidad del Parlamento de Andalucía. Hasta ese momento, dichas operaciones se solían realizar en el extranjero, con pocas garantías sanitarias, y sin un seguimiento exhaustivo de los protocolos anteriormente citados. En la actualidad, varias administraciones autonómicas han manifestado su intención de incluir dicha prestación en sus sistemas públicos de salud.

Una de las “salidas” más utilizadas por las personas transexuales es buscar nombres “neutros” (como Trinidad para las mujeres transexuales) que pasen sin dificultad las limitaciones del cambio de nombre. Esta solución solo evita a las personas transexuales que han cambiado su aspecto físico y vestimenta usar un nombre demasiado chocante con el sexo biológico consignado en el Documento Nacional de Identidad.

Tradicionalmente, las mujeres transexuales se han visto abocadas por el rechazo familiar y socio-laboral, a dedicarse a la prostitución y/o el espectáculo. Por su parte, los hombres transexuales han sufrido una menor persecución ya que la propia discriminación de la mujer les ha impedido ser visualizadas socialmente pero han quedado relegados a desarrollar trabajos asignados a mujeres con baja cualificación. Afortunadamente hoy en día la situación del hombre y de la mujer transexual está cambiando.

Desde el ámbito sindical, la acción a favor de las personas transexuales puede ser importante, ya que una de las mayores dificultades de estas personas es la imposibilidad del acceso al empleo. Pero siendo conscientes también que la propia trayectoria vital de la mayoría de estas personas las convierten en personas de difícil empleabilidad.

jueves, 2 de julio de 2009

Generación Gay

Jugando con la moda informática de calificar cada generación de un producto de su ordinario punto cero, se me ocurrió una forma bastante gráfica de explicar la evolución de la homosexualidad en nuestro país en los últimos treinta años. Y para evitar críticas furibundas, aclarar antes de nada, que las afirmaciones que realice debes tomarla, amable lector(a) en su generalidad, y nunca de forma categórica e incluso algunas veces provocadoras. También explicar que usaré el adjetivo “gay” como genérico de homosexual, incluyendo a la masculina y femenina, como se usa en determinados ambientes en favor de una mayor agilidad del texto, no por considerarlo lo más correcto.

La generación Gay 1.0, sería la crecida en plena posguerra, machacada por la dictadura más cruel de la historia de Europa, con millones de muertos, exiliados y represaliados. Son gays que sufrieron violencia física, emocional y social, alentada por una desalmada iglesia católica, incomprendidos a la vez que incomprensibles para ellos mismos. En Andalucía emigraron a Madrid, Barcelona o a Europa, o sobrevivieron como encaladores, modistos, etc. Conocidos como “la juana”, “la fernanda”, etc. y perseguidos por las fuerzas de orden público, encontraron en los resquicios de la sociedad “normalizada” espacios donde conocerse y reconocerse: la iglesia, las hermandades, la marina. Se tratan, sin duda, de los grandes olvidados de la lucha por la normalización social del hecho homosexual, bisexual y transexual en nuestro país.

Por su parte, la generación Gay 2.0 sería la que asumió su homosexualidad entorno a los años ochenta y noventa, más conectados con el exterior y que asumieron su orientación sexual de forma más combativa. Importaron de Estados Unidos y Europa sus estrategias asociativas y empresariales, y sufrieron como pocas el impacto del SIDA. Comienzan a no aceptar el espacio marginal que la sociedad les ha asignado, reformulando dichos espacios; no aceptan pasivamente los insultos, sino que los convierten en instrumentos de liberación; no aceptan las etiquetas impuestas y se inventan y autoasignan otras muchas. Son también los Gay 2.0 son los que importan un concepto, el orgullo, que si de por sí es una inadecuada traducción literal del inglés “pride”, el uso que propios y extraños hacen de él genera una gran confusión.

Después de muchos debates y de “bichear” por bitácoras y foros he llegado a la conclusión de que cuando un gay dice que se siente orgulloso de ser gay, lo que realmente quiere decir de forma abreviada es que se siente orgulloso de haber alcanzado la meta de vivirse como gay. Son, por lo tanto, gays que han asumido su orientación sexual de forma conflictiva por razones objetivas y/o subjetivas, y que una vez que lo han hecho no están dispuestos a que por acción u omisión se les vuelta a meter en el armario. Pero al simplificar la expresión, estoy orgulloso de ser gay, provoca incomprensión y rechazo por parte de muchos gays: ¿como estar orgulloso de algo que te viene dado, como el color del pelo o el de los ojos?.

Por último, en esta primera década del siglo XXI, comienzan a aparecer la generación Gay 3.0. Son gays que por razones objetivas y/o subjetivas no han asumido de forma conflictiva su orientación social. Se tratan de gays que en su ámbito familiar y social aceptan con normalidad la diversidad de la orientación sexual, unas veces como éxito pedagógico de las anteriores generaciones, otras simplemente porque, al no sentirse ellos mismos como bichos raros, han planteado su orientación sexual con una normalidad que provoca una respuesta natural.

Lo cierto es que en su conjunto, los Gays 1.0, 2.0 y 3.0 se miran con desconfianza. Sus propias experiencias vitales les lleva a no comprender la actitud de los demás. ¿Como acepta un Gay 1.0 que las mismas armas que les han machacado y de las que se han protegido con el silencio y la opacidad sean utilizadas con descaro y pública exhibición por los Gay 2.0? ¿O como demonios van a aceptar los Gay 2.0 a los Gay 3.0 que afirmen que ser gay no es más complicado que ser bético, cuando ellos mismos no se reconocen en el histrionismo liberador de la generación anterior?.

La mejor medicina para este síndrome es el respeto: aceptar que cada persona evoluciona a partir de sus experiencias personales y colectivas; asumir que no es posible estandarizar las emociones; y comprender que el futuro está en la diversidad y no en la falsa homogenización de nuestros afectos en patrones impuestos por heteros o gays, sea cuales sea su generación.

domingo, 28 de junio de 2009

Los falsos profetas del Orgullo Gay

A las falsas profecías le salen a menudo falsos profetas. Recientemente, uno de los grandes “profetas” del gayland madrileño se empeñaba en establecer una analogía entre estar en contra del “orgullo” gay y ser de derechas, aprovechando que en Sevilla el PP ha intentado sacar ganancias en río revuelto.

Pero como la realidad es tozuda, y no todo el mundo se maravilla ante los oropeles que despliega el gayempresariado que para hacer caja es capaz de vender como progresista la estrategia empresarial de mister Rockefeller, hay muchos organizaciones tanto GLBT como sociales y políticas que se muestran en contra de la franquicia del orgullo por todo el país.

Así, en Barcelona también una parte significativa del movimiento organizado, y no precisamente de derechas o conservador, se ha mostrado en contra de la exportación de la marca madrileña, lo que entre otras cosas, ha supuesto la celebración de dos actos en el día de ayer.

EL PAIS lo recoge así:

El Día del Orgullo Gay, dividido en Barcelona

BERTRÁN CAZORLA - Barcelona - 28/06/2009

Las calles del centro de Barcelona se volvieron a convertir ayer en una fiesta al paso de la tradicional manifestación del orgullo gay y lésbico. Los partidos políticos y asociaciones de activistas homosexuales que participaron en la marcha, sin embargo, echaban en falta la unidad de años pasados. Y es que a este acto reivindicativo, heredero de la primera marcha de gays españoles que, en 1977, destaparon sus anhelos de libertad en la Ciudad Condal, le ha salido un competidor: esta tarde, Barcelona vivirá por primera vez un desfile con menos pancartas y más carrozas, más festivo que el acto de ayer y, según criticaban muchos manifestantes, más comercial.

"Ha de ser posible salir todos juntos a la calle", decía ayer el histórico activista gay Armand de Fluvià al frente de la manifestación. Representantes de Esquerra Unida, Iniciativa y Esquerra Republicana, que también acudieron al acto, insistieron igualmente en tratar de recuperar el año que viene la unidad perdida.

Los integrantes de asociaciones de activistas homosexuales presentes en la marcha eran algo más críticos. "Nuestra sexualidad no está en venta", gritaban los manifestantes de la Plataforma Revolucionaria Antipatriarcal. Una de las integrantes de este grupo independentista aseguraba que el desfile de hoy "está convocado por el capitalismo rosa". "Esta mercantilización nos perjudica, crea estereotipos", añadía Laura Palomer, del colectivo Sinvergüenza, que decía que este año han tenido más problemas para dar a conocer la marcha porque muchas personas la confundían con el desfile de hoy.

Estoy convencido que muchas buenas personas de izquierda, honestas, han creído que lo que se llama “el orgullo”, es decir la pseudomanifestaciones con carrozas y conciertos, ayudan a la visibilidad. Pero lamento tener que afirmar que están completamente equivocadas: lo que están apoyando es una ideología profundamente injusta, discriminatoria y disgregadora.

viernes, 26 de junio de 2009

Verdades veraces

Una de las mayores aportaciones a la hermenéutica de los programas televisivos del corazón (del que soy esporádico pero irredento tele-espectador) es la expresión “mi verdad”, que sorprendentemente se ha extendido a otros formatos televisivos. Debo estar haciéndome viejo, ya que al escuchar dicha expresión me entra la misma exasperación que sufre mi padre cuando oye en los telediarios gazapos del estilo “espacio exterior” para referirse a una órbita geoestacionaria, o cifras a las que faltan unos cuantos ceros, o les sobran, por poner un par de ejemplos.

Comparto la idea (de esas de andar por casa) de que la verdad es un como un poliedro de infinitas caras. Cada uno, al observar la verdad, verá una o varias facetas de la misma, pero es casi imposible contemplar y asimilar la verdad completa, en su conjunto.

Cuando se afirma “esta es mi verdad” quieren decir “esta es mi versión de los hechos”. Sin duda, la expresión que se ha puesto en boga es más rotunda, aunque completamente absurda. Solo existe una verdad, aunque sea inaprensible.

Mi sugerencia, amable lector o lectora, es que la próxima vez que escuches a alguien decir “esta es mi verdad”, te permitas pensar: “este tío (o tía) es gilipollas”.

domingo, 21 de junio de 2009

Bodas, bautizos y otros ritos de paso.

El pasado día 15 de junio de 2009, en la sección de Cartas del DIARIO DE SEVILLA, se publicó una de Javier Compás (Sevilla), que dice lo siguiente:

Ha tenido bastante eco recientemente en los medios de comunicación la llamada, de manera cursi, ceremonia de acogimiento de nuevo ciudadano (o algo así), una especie de bautizo por lo civil para los recién nacidos. Pero lejos del tono entre jocoso y caricaturesco que algunos comentaristas le han dado al tema, es más serio de lo que parece y, como todo lo que planea la izquierda española (PSOE) no carece de objetivos de mayor calado. Se ofrece a los padres una ceremonia civil y la excusa oportuna para el banquete correspondiente. Ya está, ya no tendrán los padres que bautizar a sus hijos en el seno de la Iglasia católica. Público y notorio es que muchos padres, sin estar casados por la Iglesia, o divorciados o, simplemente, no practicantes o, incluso, no creyentes, siguen bautizando a sus hijos, ahora se les ofrece la forma para dejar de hacerlo. Restemos feligreses a la Iglesia, bajemos las estadísticas que cifran el número de católicos en España, sigamos minando las bases de nuestra tradición cultural y religiosa, perdamos nuestras raíces de identidad. Ahora deben de inventar algo para sustituir la Primera Comunión, les ofrezco ideas: la solemne entrega al niño, tras acabar Primaria y superar los cursos de Educación para la Ciudadanía, de un diploma de ciudadano consciente, o una ceremonia donde el niño, ya graduado en Educación para la Ciudadanía, realice el Primer Juramento Constitucional.

Hay que felicitar al Sr. Compás por la elección del tema de su carta al director, ya que perspicazmente se ha dado cuenta de que se trata de un tema de gran trascendencia social que debemos resolver. Los “ritos de paso” se dan en todas las culturas: el nacimiento, la llegada a la pubertad, el matrimonio o la muerte son estadios de la vida de una persona que, tal y como señaló a principios del siglo XX el francés Van Gennep, suponen un constituyente esencial de la vida social, y no se llevan a cabo de forma individual, sino que se celebran de forma ritual y comunitaria.

A partir del Concilio de Nicea, el cristianismo convertido en religión oficial del Imperio Romano buscó el camino más fácil para su consolidación mediante la conversión de las fiestas paganas en fiestas cristianas. Sin extenderme sobre todas las fiestas y ritos expropiados, señalaré algunos como son el solsticio de verano el 24 de junio (de acuedo con el calendario juliano, el 21 de junio en el calendario gregoriano) que pasó a celebrarse la festividad de San Juan, los Saturnales que los romanos celebraban del 19 al 25 de diciembre con ocasión del solsticio de invierno, siete días de bulliciosas diversiones, banquetes e intercambio de regalos, convertidos en la fiesta de Navidad. Naturalmente los ritos de paso también fueron adecuadamente adoptados, fijando el cristianismo en ellos algunos de sus sacramentos: bautizo, comunión y confirmación, matrimonio y extremaunción.¿No les parece curioso que en los países anglosajones donde la religión oficial no se celebra el rito de la primera comunicón tenga lugar la fiesta de los 15 años, donde las jóvenes se visten de princesitas y los jóvenes de caballeros, costumbre inexistente en los países del orbe católico?.

Esta política de la jerarquía cristiana expropió un patrimonio intangible a las sociedades sobre las que se asentó e impidió su libre desarrollo. Es por lo tanto lógico que en aquellas sociedades donde la Iglesia Católica tiene grandes dificultades, legal o culturalmente, para imponer su doctrina renazca la necesidad social de recuperar los ritos de pasos descristianalizándolos.

En un exceso cuasi paranoico, tan caro al Sr. Jiménes Losantos, el Sr. Compás achaca esta demanda social a una estrategia de la izquierda española (PSOE) que me recuerda a los contuvernios del felón Franco. No creo sinceramente que dicha necesidad de desacralizar los ritos de paso sea parte de ninguna estrategia partidaria. Lo que algunas formaciones políticas están intentando, con la mejor intención, es dar respuesta a esa necesidad. Pero, en mi opinión, pasar de ritos de pasos cristianizados a institucionalizados es un error. Laizar lo antes sacralizado, como el hecho que animó al Sr. Compás a escribir su carta, no es el camino correcto. Como tampoco profundizar en la mercantilizanción que alienta la cultura católica, sino promoviendo una reflexión sobre dicha necesidad y permitiendo que cada cual reconstruya desde su libertad los ritos de pasos que desee.

Lo que deben hacer las administraciones públicas es adaptar los procesos y las instalaciones públicas para permitirlo. Es inaceptable que los juzgados ofrezcan una fría ceremonia burocrática a un rito de paso tan importante como el matrimonio. O que en los cementerios y tanatorios sea imposible despedirse del finado de forma digna sin tener por ello que someterse al arbitraje de un sacerdote católico.

Pero también otros agentes sociales deben favorecerlo. Recuerdo con frustración como hace unos años, por encargo de un grupo de compañeros, ordené insertar una esquela del fallecimiento de un amigo común en dos medios de comunicación sevillanos, con la indicación expresa, y por escrito, de no incluir ningún símbolo religioso en la misma. DIARIO DE SEVILLA así lo hizo, mas no ABC que colocó la consabida cruz sobre el texto del mismo. Si se presta atención, todas las esquelas de éste periódico contienen algún elemento religioso, bien una cruz, bien una estrella de David. Esa muestra de intolerancia religiosa sobre los ritos de paso es la que debemos sacudirnos entre todos.

Como colofón, me gustaría señalar que muy acertadamente el Sr. Compás señala en su carta la mayor de las paradojas: ¿como interpretar que un sacramento católico sea celebrado masivamento por descreidos, agnósticos e incluso ateos?. Pero deja la cuestión sin responder. Mi respuesta es que las costuras del catolicismo, una vez privado de la violencia institucional sobre la que asentó sus reales (que comenzó por su espúreo pacto con Constantino y que en España terminó con el general Franco), saltan por donde se comenzó a manipular a la sociedad romana.