Mostrando entradas con la etiqueta Violencia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Violencia. Mostrar todas las entradas

viernes, 4 de agosto de 2023

Un asesinato nunca es agua pasada

 

En la versión televisiva de “El templete de Nasse-House”, protagonizado por David Suchet en el papel de Hercules Poirot, conversando con la anciana dama, anterior titular de la hermosa propiedad de Devonshire, le reprocha:

  • ¿Tan terrible como lo que pasó aquí hace cinco semanas? ¿Tan terrible como matar a una niña que solo tenía catorce años?

La anciana le responde enfadada:

  • Déjelo ya. Es agua pasada. Se acabó.

Entonces el detective belga le responde lapidario:

  • No, madame. Un asesinato nunca es agua pasada.

Y es cierto: nunca lo es.

Se proyecta a su alrededor y su eco resuena durante años, décadas, siglos, mientras hayan personas que fueron víctimas directas o indirectas.

Por eso es tan repugnante clasificar la importancia de los asesinatos, y de sus víctimas, en función del tiempo transcurrido, o en función de nuestra cercanía ideológica con los muertos.

Una repugnancia que aumenta cuando no parte de un individuo aislado, cuando no es una opinión personal, sino que se inserta en un discurso ideológico y político, para priorizar unas víctimas sobre otras, en función de su utilidad política en el presente.

El asesinato de una persona en el año 36 de manos de un pelotón de fusilamiento ordenado por Queipo de Llano es tan insoportable como el asesinato de Miguel Ángel Blanco por parte de ETA, el asesinato de Ana Orantes en manos de su marido, o el asesinato de Marta del Castillo. Todos ellos merecen nuestra compasión, y comprensión al dolor de sus familias, dando igual que hayan pasado hace 100, 50, 10 años.

Cualquier asesinato (incluso los “legales” en aplicación de la pena de muerte en algunos Estados) es insoportable.

Freidrich Schiller, en su opúsculo “Sobre lo sublime”, nos advertía que

Nada es tan indigno del hombre, pues, como sufrir violencia: la actitud violenta lo aniquila. El que la ejerce nos disputa nada menos que la humanidad. El que la sufre cobardemente se despoja de su humanidad.

Y si hay algo que me indigna sobremanera es la manipulación de aquellos que establecen una jerarquía de víctimas buenas y malas, que se burlan de los hijos y nietos de aquellos asesinados y asesinadas que buscan justicia, mientras exigen violentamente compasión hacia sus muertos.

Son los degenerados de siempre, los que están acostumbrados a utilizar a los muertos en su beneficio económico, los que históricamente se han lucrado con los asesinatos y la violencia.

Asqueroso, desde luego.


miércoles, 19 de agosto de 2020

HISTORIA | Crónicas criminales de San Jerónimo*: El Asesinato del panadero de la Algaba.

 

Primera noticia de El Noticiero Sevillano sobre el asesinato del panadero de La Algaba

Mayo de 1914. Europa se prepara para la guerra, pero Sevilla se levanta espantada por el terrible degüello de un panadero de La Algaba en el cortijo de “Tercia”.

Hasta la industrialización de finales del siglo XIX, la amplia vega del Guadalquivir al norte de Sevilla era un mosaico de huertas y cortijos que sin duda harían las delicias de muchos y muchas.

Pero de ese ambiente bucólico y pastoril, destaca el pasado turbulento del cortijo de Tercia, un verdadero "cortijo siniestro" de accidentes y violencias.

La prensa de la época recogió algunos de esos sucesos, como el accidente del joven José Cruz Torres, de 18 años, en 1896. El diario La Andalucía, en su edición del 6 de octubre, recogía la siguiente noticia:

En el cortijo de «Tercia,» conocida por «Las playas del Espartero,» propiedad de los señores don Pablo y Diego Benjumea, ha ocurrido una desgracia.

Un individuo llamado José Cruz Torres, de 18 años de edad, posee en aquellas tierras un mato.

Al ir Cruz á recoger sus cabras, tropezó en una piedra, siendo esto causa de que cayera al suelo y se le disparara la escopeta.

Quedó gravemente herido. Por su padre y su primo, que estaban en el mato, fué conducido al Hospital. El infeliz se quedó muerto al practicársele la primera cura

No faltaban tampoco las riñas con armas blancas o los asesinatos.

Como la agresión que se produjo en el cortijo de Tercia en agosto de 1902. Según El Noticiero Sevillano, en su edición del 25 de agosto, 

Anoche, de madrugada, marchaba por el camino que conduce al cerrado con las piaras de ganados, la que cuidaba Chamorro se apartó un tanto de la vereda, reprendiéndole por ello Fernandez.

Una vez dentro del cerrado, Chamorro dijo à su compañero: ¿Qué es lo que tú me dijiste antes?, respondiéndole el otro con tono natural:

—Hombre, á fin de que no se extraviaría el ganado, te dije que lo ahuyentases de la ladera aquella.

Entonces Chamorro pronunció frases poco correctas para Fernandez, y haciendo uso del palo que llevaba, la descargó un terrible golpe en un hombro.

Al verse Fernandez agredido tan repentinamente, parece trató de utilizar su palo; pero comprendiéndolo su contrincante, le sujetó por la espalda, golpeándole nuevamente.

Entonces la lucha que se entabló entre ambos fué encarnizada; lucha á que dio fin el zagal, que asustado de la reyerta corrió al cortijo á dar noticia de lo que pasaba.

Cuando de ésta salieron varios trabajadores, encontraron á Fernandez tendido en el suelo, arrojando sangre en abundancia por varias heridas que presentaba en la cabeza.

El agresor se había dado á la fuga.

Aunque al parecer el fugado fue detenido en la carretera de Sevilla a Huelva por la Guardia Civil, al presentar algunas heridas. Y después de ser conducido a la Casa de Socorro de la calle Martínez Montañés de Sevilla, fue conducido a prisión.

Un trabajador especialmente conflictivo del Cortijo de Tercia fue Antonio Lora, el cual en 1923 se enzarzó a navajazos con otro trabajador el cortijo, llamado Juan Illade. Según La Libertad, en su edición del 18 de noviembre,

En el cortijo de Tercia, próximo a Sevilla, promovieron una reyerta los trabajadores del mismo Juan Illade y Antonio Lora. Este agredió con una navaja a su contrincante y le produjo una herida en la región gástrica penetrante en la cavidad.

Illade ingresó esta mañana en el hospital en grave estado y el agresor fue detenido.

Pero como quien la persigue la consigue, años después Antonio Lora cayó asesinado en otra riña.

El diario La Voz, en su edición del 17 de enero de 1927, lo recogió así:

Trágica reyerta.-Un muerto y un herido

Sevilla 17.-En el cortijo de “Tercia”, próximo a esta capital, se ha registrado un sangriento suceso.

Los gañanes de dicha finca Antonio Lora y José Garrido Rodríguez, entre quienes se suscitaban frecuentes disputas por antiguos resentimientos, vinieron a las manos, agrediéndose mutuamente.

Antonio, esgrimiendo una horquilla, asestó varios golpes a su contrincante, hiriéndole en la cabeza.

Garrido, que esgrimía una navaja, dio varias puñaladas a su adversario, hasta dejarlo muerto.

Cuando los operarios de la finca advirtieron el suceso, dieron cuenta a la guardia civil, que se presentó en el cortijo, practicando la detención del agresor, convicto y confeso de su delito.

Entiende en el asunto el juzgado del distrito de San Román.

El Caso del asesinato del panadero de La Algaba

Pero sin duda, el crimen que más repercusión tuvo en prensa, fue el asesinato del panadero de La Algaba cuando iba camino Sevilla a vender el pan el 10 de mayo de 1914. Un caso que apareció en las páginas de El Noticiario Sevillano hasta mediados de 1915.

Las primeras noticias que tuvieron los habitantes de la capital fue por la noticia publicada por El Noticiario Sevillano, del 11 de mayo de 1914, la cual decía:

Un crimen

En los vallados de la huerta de «Tercia», perteneciente a los señores Vázquez, apareció esta mañana horriblemente degollado el cadáver de un panadero de la Algaba, conocido por «Antoñito», que venía con dirección a Sevilla.

Según las noticias que se tienen hasta ahora de este suceso, el infeliz panadero, que diariamente venía con una carga de pan a nuestra ciudad, debió ser sorprendido por algunos criminales que le esperaban para robarle.

Parece ser que la víctima se resistió a entregar siete duros que llevaba a los bandidos, que no vacilaron en perpetrar el crimen.

De la fábrica de La Lucilina del Empalme vino esta mañana al cuartal de la Puerta de Osario un jornalero que dió cuenta de lo que ocurría.

Inmediatamente se dió aviso al juzgado de guardia, que se trasladó al lugar del suceso acompañado de una pareja de la benemérita de aquel puesto, instruyendo las diligencias propias del caso.

A última hora de la tarde se trasladó el cadáver del infeliz panadero al departamento anatómico. 

Hasta ahora se ignora quienes sean los autores de este horrendo crimen, practicándose activas diligencias para su descubrimiento.

El suceso ha causado gran sensación en la Algaba y en aquellos contornos, donde el desdichado panadero gozaba de gran estimación por sus buenas condiciones morales.

El Noticiario Sevillano fue uno de los diarios más importantes de su tiempo, con ediciones matutinas y vespertinas, dirigido por su propietario, Francisco Peris Mencheta, y mostró un gran interés por este truculento asesinato.

Por eso no es de extrañar que días después El Noticiario, en su edición de 16 de mayo de 1914, publicara las declaraciones de la viuda de Antonio Calvo, Salvadora Cano Carranza, y su hijo Salvador Calvo Cano.

El juez señor Alvarez Feria interrogó a Salvadora sobre ciertos antecedentes relacionados con la vida que seguía su marido y sobre sus relaciones en general con los vecinos de la Algaba y con los parroquianos que tenía por su negocio.

La declarante manifestó que su marido gozaba de la estimación general por la afabilidad de su carácter, por lo que ni en el pueblo ni en las fincas que diariamente recorría tenía enemigos.

Respecto al dinero que pudiera llevar consigo el día de autos dijo que no podía precisarlo por no estar enterada, pero que de ello podría darle exactos pormenores su hijo mayor.

Terminó diciendo que el dia del suceso salió de su casa a la hora acostumbrada, no recelando que pudiera ocurrirle ninguna desgracia, porque el interfecto no le habia manifestado nunca temores de ningún género, ignorando si la persecución de que se ha dicho era objeto su marido con anterioridad al crimen era o no cierta, que no sospechaba de nadie y que se inclinaba a creer que el autor del crimen fuese (ilegible)

Por su parte, el hijo mayor declaró que

por su oficio de carretero se hallaba de viaje en Aznalcóllar, no teniendo noticias del crimen hasta el dia siguiente de haber ocurrido.

A preguntas del juez sobre la cantidad que pudiera llevar consigo su padre manifestó que de su casa habia sacado unos 25 duros, a los que habia que agregar las pequeñas cantidades que hubiera cobrado a los parroquianos de las huertas que recorrió aquella mañana.

Según lo publicado por El Noticiario ese día,

Seguidamente comparecieron a la presencia judicial los guardas del cortijo de Tercia Antonio Pacheco Mayor y Diego Bonilla Perez, quienes se limitaron a manifestar que tuvieron noticias del crimen por el aperador del cortijo de Tercia y que tan pronto como lo supieron se dedicaron a la busca del criminal, perdiendo el rastro de sus pasos en la huerta de la Florida.

La huerta de La Florida ocupaba el espacio sobre el que hoy se levanta el parque de San Jerónimo.

También compareció acto seguido Antonio Macia Marquez, trabajador de una casilla próxima, quien dijo que estando dedicado a sus faenas, vió pasar corriendo a un hombre, a quien no pudo distinguir por la gran distancia que del mismo le separaba.

El Noticiario Sevilla, en su edición del 28 de mayo, volvía a hacerse eco de la investigación de crimen bajo el título “El panadero degollado”:

Ayer tarde compareció en el juzgado de la Magdalena el capataz del melonar del cortijo de “Tercia”, Antonio Macías.

Este testigo, que fue el primero que descubrió el cadáver del panadero, nos manifestó que, impresionado por aquel cuadro de horror, marchó apresuradamente al cortijo, donde dio cuenta del suceso al aperador.

Este dispuso que salieran inmediatamente para el sitio indicado varios operarios por si se trataba de un hombre herido a quien pudieran ser útiles los auxilios.

Los trabajadores del melonar recordaron que próximo al sitio donde se hallaba el cadáver habian visto a la distancia de unos doscientos pasos saltar del vallado a un hombre de bastante estatura, de recia complexión, al parecer del campo, que representaba unos 45 años y que vestía chaqueta larga y blusa y sombrero del mismo color.

Aquel hombre, al saltar del vallado, se tiró de bruces sobre la gavilla, pretendiendo ocultarse en la profundidad de aquella y atravesó corriendo por el melonar, volviendo de vez en cuando la cabeza atrás, creyendo que alguien le seguía.

El fugitivo continuó corriendo por la huerta de la Florida, con dirección a la carretera de la Algaba, en cuyo punto lo perdieron de vista.

El testigo terminó diciéndonos que el infeliz asesinado era un hombre de buen carácter y de excelente humor, a quien todos estimaban.

Con lo manifestado por este testigo queda, pues, en pie la afirmación de que el criminal debe ser un hombre campesino.

Luego la prensa dejó de hablar del caso del panadero degollado, hasta que el 4 de agosto, volvió a colarse en las páginas del El Noticiario Sevillano, para informar de las últimas novedades del caso:

Nuevamente vuelve a tener actualidad el horroroso crimen cometido en el cortijo de “Tercia” el día 10 de mayo pasado, del que resultó victima el panadero de la Algaba Antonio Calvo.

Las circunstancias que concurrieron en este delito hacen muy interesante el esclarecimiento del mismo, a cuyo fin, tanto la guardia civil como la policía no han cesado de realizar investigaciones.

A raíz del suceso todas las sospechas cayeron en Pedro Herrera Carranza (a) Narices, quien comparecido a la presencia judicial negó su participación en el expresado delito, justificado hasta la saciedad los sitios que frecuentó la mañana en que ocurrió el sangriento suceso.

El señor Alvarez Feria, no hallando cargo alguno contra el Narice, lo puso en ilbertad(sic).

Por aquella época se practicó por la benemérita de la Macarena una diligencia de reconocimiento del Pedro Herrera, que no dio resultado.

La opinión pública, a pesar de ello, siguió señalando al Narices como presunto autor del crimen cometido en el cortijo de “Tercia”.

Posteriormente, Francisco Vara Vazquez, obrero que trabajaba por la época del suceso en la Huerta de la Coja, manifestó en la “Venta de la Lata”, sita en la carretera del Rio, que habia reconocido en el “Narices” al sujeto que el 8 de Mayo pasó por la expresada huerta, en donde se hallaba segando yerba el infeliz Antonio Calvo.

Con relación al Pedro Herrera, el panadero parece que dijo a Francisco Vara: “Ese meviene siguiendo hace unos dias, pero yo no le tengo miedo y si se acerca daré cuenta de él con esta hoz.”

Estas manifestaciones hechas en distintos sitios por el testigo mencionado fueron recogidas por la guardia civil de la Macarena, que  ayer procedió a la detencion del Pedro Herrera Carranza.

DILIGENCIAS DE RECONOCIMIENTO

El cabo Recuerda, una vez detenido el Narices, llamó al cuartel a Francisco Vara Vazquez, quien afirmó ser ciertas las manifestaciones hechas en la “Venta de la Lata”.

Agregó que la primera vez que fue citado para esta diligencia no se atrevió a decir que había reconocido al Narices, por temor a venganzas de familia.

Obtenida esta declaración se celebró un careo entre el declarante y el detenido, afirmando el primero ser el Narices el sujeto que pasó el 8 de Mayo por la “Huerta de la Coja”, afirmación que negó rotundamente el Herrera Carranza.

OTRAS DILIGENCIAS

… de esta acusación con otras muchas que se susurran, decidió a la benemérita a practicar con el detenido una diligencia en el lugar del suceso.

Una vez trasladados al sitio de la ocurrencia se reconstituyó la escena del crimen, haciéndose correr al Narices para que a la distancia que consta en el sumario fue visto por Manuel Sanchez y Francisco Tirado, trabajadores del melonar del “Cortijo de Tercia”, manifestasen si reconocían en el Narices al sujeto que a doscientos metros del tajo vieron correr por aquellos lugares momentos después de cometido el crimen.

Los citados trabajadores se ratificaron en las declaraciones que sobre este suceso tienen presentadas, añadiendo que coincidían su estatura y demás circunstancias con el sujeto a quien vieron cruzar corriendo por los terrenos del melonar el dia de la ocurrencia del crimen.

DICE EL DETENIDO

El detenido ha negado con firmeza su participación en el delito que se le atribuye, insistiendo en cuanto sobre este asunto tiene manifestado, y añadiendo que ni el ocho de Mayo ni muchos días antes ni algunos después del dia de autos habia ido a la Algaba.

Se tienen noticias de que el expresado dia estuvo el Narices en la Algaba, conversando con un hermano que allí tiene.

También se dice que fue visto por otras personas, a quienes intimidó con amenazas para que guardasen silencio.

El suceso, en suma, aparece tan embrollado como al principio, no existiendo hasta ahora otros inicios que el cargo hecho por el testigo Francisco Vara Vazques.

El detenido pasó esta tarde a la cárcel.

A última hora de la tarde recibió el juez señor Alvarez Feria el atestado instruido por la guardia civil, proponiéndose dedicar a este asunto preferente atnción.

Mañana comenzarán las diligencias judiciales.

Ya veremos si los que hablan donde sus palabras no pueden servir de otra cosa que de distracción, tienen valor cívico para hacer sus manifestaciones en el juzgado.

Pero la pista sobre la autoría del “Narices” no llevó a nada, y por eso El Noticiario Sevillano, en su edición del 24 de octubre, comunicaba a sus lectores que

El juez de instrucción de la Magdalena ha requerido a la viuda del panadero Antonio Calvo asesinado en las inmediaciones de la Algaba, para que dentro del plazo señalado por aquel conteste si se muestra parta en el sumario, pues en caso contrario dará este por terminado y lo remitirá a la Audiencia.

Dos meses después, El Noticiero, en su edición de 8 de diciembre, volvía a incluir información sobre el asesinato de Antonio Calvo, panadero de la Algaba al publicar que

Los señores Medina Togores y Espinosa Vargas, abogado y procurador respectivamente, como representantes de la acusación privada en el sumarlo que se sigue por el asesinato da Antonio Calvo, panadero de la Algaba, ocurrido hace unos meses en las proximidades del cortijo de Tercia, han presentado un escrito en el juzgado de instrucción de la Magdalena solicitando el procesamiento de Pedro Herrera Carranza.

El juez señor Alvarez Feria ha denegado la pretensión interesada.

Y no sería hasta mayo del año siguiente, cuando la información sobre el caso retomara su presencia en la prensa sevillana.

Así, El Noticiario Sevillano, en su edición de 13 de mayo de 1915, publicó en relación al asesinato del panadero de la Algaba, que

Hace próximamente un año que, como recordarán nuestros lectores, fue asesinado en las inmediaciones del cortijo de “Tercia”, del término de La Algaba, el panadero de dicha localidad Antonio Calvo.

Por aquella época el juzgado de instrucción de la Magdalena, a quien correspondió conocer del proceso, adoptó cuantas resoluciones compatibles con la ley le fueron posibles.

La guardia civil y la policía trabajaron también con celo en el esclarecimiento de este delito.

Cuantas investigaciones y diligencias se practicaron resultaron infructuosas para dar con el paradero del asesino.

El proceso, una vez terminado, se remitió a la Audiencia donde quedó sobreseído.

Esta tarde se decía que un individuo de La Algaba ha manifestado a varias personas que el autor de aquel asesinato viaja con frecuencia entre Sevilla y La Algaba, siendo conocido por muchos vecinos de aquel pueblo.

Nosotros acogemos esta versión a título de rumor público y por lo que pueda a contribuir a desarrollar la acción de la justicia.

Por lo que se lee, El Noticiario Sevillano tomó partido a favor de la familia de Antonio Calvo, intentando que la justicia no abandonara el caso. Por eso no extraña que en su edición del día siguiente, publicara la siguiente información:

El asesinato del panadero de la Algaba

Según muestra noticias, el sumario instruido por el asesinato del panadero de la Algaba, continúa abierto, pudiendo, por tanto, deponer en él cuantos tenga algo que decir para el esclarecimiento del suceso.

El acusador privado pidió últimamente al juzgado la detención de cierto individuo, a lo que se negó el juez.

El referido letrado apeló de esta providencia y el recurso se encuentra pendiente de resolución.

Se asegura que el juzgado está practicando diligencias y que la guardia civil ha recibido una confidencia que podrá arrojar bastante luz en este misterio suceso.

Después de esta noticia, no volvemos a ver publicada en la prensa sevillana ninguna referencia sobre este trágico asunto, por lo que entendemos que nunca se llegó a procesar y juzgar a ningún sospechoso.

* En esta serie de artículos recojo la información publicada por la prensa de la época, que no necesariamente refleja la verdad judicial de los hechos.


viernes, 18 de diciembre de 2015

¡Hostias!


En este blog, estimada o estimado lector, he tratado varias veces sobre la violencia, tanto física como psíquica. La violencia, con la única excepción de aquella pactada para obtener placer sexual, me repugna. Coincido con Schiller que la persona que sufre violencia es deshumanizada. Y que debemos por todos los medio luchar contra la violencia que nos deshumaniza.

Claro que mi concepto de qué es violencia excede con mucho aquella que suele considerarse por parte del gran público, unas veces por falta de reflexión, otras por interés espurio.

En mi escala de repugnancia sobre aquel que ejerce violencia va en relación directa con la autoridad o el poder del que la ejerce. Pero sería infantil por mi parte no admitir que, de todas las violencias, las física, las producidas cuerpo a cuerpo, son las que más rechazo producen.

Esta reflexión no es nueva. Nuestro llorado Ángel Ganivet, como he recordado en algún que otro post, ya denunciaba la hipocresía de aquellos que se espantan por la violencia de un navajeo pero ven honrosa una guerra donde los contendientes mandan a conciudadanos como borregos al matadero para que maten a los conciudadanos de otros países, o incluso de sus mismos países. Y si los muertos son negros ni siguiera hay violencia, recuerdo que escribió Ganivet.

Este introito viene a cuenta del brutal puñetazo que ha sufrido esta semana el presidente del gobierno de la Nación española, Mariano Rajoy, de manos de un joven de 17 años. Naturalmente, rechazo radicalmente dicha agresión. ¿Cómo podría ser de otra forma si, como ya he manifestado, me repugna la violencia?

Pero llevan parcialmente razón aquellos que denuncian como hipócritas aquellos que se escandalizan por el brutal puñetazo y en cambio callan ante otras violencias o, lo que es peor, las justifican como inevitables e incluso deseables.

Ahora bien, a esas personas que así se manifiestan, les haría una pregunta: ¿qué opinarían en caso de que el agredido fuese su líder preferido, Pedro Sánchez o Pablo Iglesias por poner dos ejemplos, y el agresor un joven neonazi?

Si medimos la violencia por los efectos que produce, el brutal puñetazo propinado por el menor a Mario Rajoy no es, desde luego, de la más grave de las que a diario observamos en nuestro país.

Si la baremamos por las secuelas, mucho más grave han sido las violencias que han llevado al asesinato a más de cincuenta mujeres en España este año en manos de sus parejas o ex parejas, sin contar las lesiones y traumas de mujeres y menores, de aquellas violencias machistas que nunca llegan a la prensa pero que duran décadas en el secreto de los domicilios; los accidentes laborales con resultado de muerte que se han producido en todos los tajos de este país, y que el ministerio correspondiente eleva a 511, de enero a octubre de este año, a los que hay que sumar los 3.511 de carácter grave que han dejado lesiones físicas a los afectados y emocionales a ellos y sus familias, y que son producto de la avaricia, la estulticia o la maldad de directivos y mandos intermedios que obvian y obligan a obviar los protocolos de prevención de riesgos laborales a sus trabajadores.

Pero también debemos sumar a esta lista las personas que padecen una violencia psicológica perversa en todos los ámbitos: los que sufren día a día el moobing en sus puestos de trabajo, que pueden sumar decenas de miles en España, causando depresión, alcoholismos y otras patologías físicas o sociales; los menores que sufren el bullying en los centros escolares, ante la indiferencia o el miedo a señalarse de otros menores, maestros, directores y padres; la violencia estructural que sufren gays, lesbianas, bisexuales y transexuales, en escuelas, familias, centros de trabajo; sin olvidar, en fin, la violencia ejercida por una gestión empresarial odiosa, con salarios de miserias, jornadas abusivas, chuleos o discriminaciones, prácticas coercitivas para evitar la sindicalización de los centros de trabajo.

Y no hay que olvidar tampoco la violencia institucional ejercida por las administraciones, estructurales como son los recortes en servicios básicos y normativas perversas, como del trato que en ocasiones dan los trabajadores públicos a los usuarios que acuden en demanda de auxilio vital a las Administraciones. Recuerdo en este momento el caso de una mujer marroquí en Málaga que no puede acogerse a las ayudas por víctima de violencia de género, contrastada por la policía, porque no tiene forma de presentar el convenio regulador del divorcio marroquí con su primera pareja, que nunca se llegó a firmar porque la abandonó al quedarse embarazada. Según la normativa que hemos aprobado democráticamente, la víctima debe acreditar que no tiene ingresos por parte de su ex marido y sólo acepta el convenio regulador como prueba. ¿Qué es otra cosa que violencia institucional ejercida por los poderes públicos y las normas legales?

Y así podría extenderme en una infinidad de casuística que se producen cada segundo de nuestras vidas a nuestro alrededor. Y es que nos negamos a aceptar que nuestra civilización se asienta sobre el principio general del ejercicio de la violencia sobre nuestros congéneres. Violencia que consciente o inconscientemente ejercemos todos y cada uno de nosotros sobre nuestro entorno familiar, social, laboral, con decisiones aparentemente neutras que violentan física o emocionalmente a los que nos rodean.

Por eso, llevan razón los que se escandalizan por la brutal agresión al presidente Rajoy, y llevan razón los que critican los que se escandalizan exclusivamente por este tipo de violencia.
     
Pero todos ocultan lo principal. No hay violencia que no cuente con nuestro apoyo explícito o tácito. Y de esto no nos escandalizamos.