Mostrando entradas con la etiqueta Gestación Subrogada. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Gestación Subrogada. Mostrar todas las entradas

domingo, 24 de diciembre de 2017

Lucía y la homofobia


Twitter lo carga el diablo. Eso está cada día más claro. Es imposible para los que interactuamos en ese espacio no tener nuestros días malos, incluso para una persona como yo que extremo la prudencia al máximo y des-escribo tuits mucho más que de los que escribo.

En la mañana del pasado día 12 de diciembre, leí una columna de Lucía Extebarría titulada Budsexers, homosexualidad reprimida,misoginia y machismo que me produjo un gran desasosiego. Resumiendo (aunque recomiendo su lectura completa) la señora Extebarría responsabiliza de la bestial violación de la manada a la necesidad de verse la polla los unos a los otros porque no pueden reconocer en alto su parte homosexual.

Tras la lectura, no pude resistirme a compartir el siguiente tuit:


Posiblemente una decisión desacertada. Porque minutos después, una desairada Extevarría me respondía:


Ante lo cual me comprometí a responderle mediante un post, que hoy, querida y querido lector, es el que estás leyendo.

El culo y las témporas.

Yo también sufrí un terrible impacto con las noticias de la brutal violación de la manada a una chica madrileña, a penas salida de la adolescencia, por parte de un grupo de hombres sevillanos, en la fiesta de los Sanfermines.

Comprendo que la necesidad de explicarnos tan terrible comportamiento, agravado con el consabido son muy buenos muchachos de familiares y amigos, puede llevarnos a exponer algunas explicaciones bastante peregrinas, sin mayor trascendencia.

Si sólo se tratase de eso, la lectura de la opinión de Lucía Etxebarría no me habría llevado más que a negar con la cabeza y pasar a otro tema. Pero es que, como sugería en mi tuit, llovía sobre mojado.

Ignoro si los miembros de la manada son o no budsexers, es decir, personas heterosexuales que mantienen relaciones homosexuales. Mucho se ha escrito sobre el tema, y no voy a detenerme si tal cosa es posible o son personas homosexuales reprimidas con una gran homofobia asumida.

Lo que sí hay que reconocer es que Etxebarría rompe con un discurso homogéneo y tradicional del feminismo: el de la cosificación de la mujer por parte del hombre. Porque de acuerdo con la tradición feminista, la realidad es simple: lo que excita al macho es despersonalizar a la mujer, convertirla  en un objeto donde saciar su necesidad de dominio, incluido el sexo. Esta escena es, como dice la autora, muy habitual en la pornografía heterosexual.

¿Pretende Lucía Etxebarría cuestionar este principio? ¿A caso la escritora busca establecer un nuevo discurso feminista en el que se niega la cosificación de la mujer, ya que el fin último del machista es poder ver el rabo a otros machos?

En mi opinión, no creo que la escritora buscara con su artículo un cambio discursivo, sino tan sólo hallar un culpable a tan repugnante violación. ¿Y qué más fácil que culpar a la homosexualidad, reprimida eso sí, de todos los males de la humanidad?

Una conclusión que, lejos de amplificar la denuncia del machismo, lo que hace  es reforzar el machismo y el heteropatriarcado, porque la conclusión última exculpa al heterosexual machista y culpabiliza al homosexual reprimido (que de ser cierta su hipótesis no dejaría de ser también víctima, otra víctima más del machismo). Esa bestialidad no es cosa nuestra, puede pensar un o una machista hetero, eso es culpa de los maricones.

Llueve sobre mojado

Esto me llena de zozobra. En caso de ser cierta mi hipótesis, ¿qué llevaría a una mujer inteligente, que ha hecho gala de su bisexualidad y ha sido parte de la lucha LGTBI de este país, a tal conclusión que refuerza los prejuicios sobre las personas homosexuales?

Desde una parte del movimiento LGTBI venimos observando una deriva homófoba de cierto discurso feminismo, que ha aparecido en torno al debate de la gestación subrogada. Me niego, no sé si por razones sentimentales, a pensar que más que aparecer ha emergido. Pero el caso es que desde algunas tribunas feministas se ha denunciado dicha técnica reproductiva como el capricho de gais ricos para comprar bebés de mamás pobres, explotando el útero de esas mujeres.  

La alianza estratégica entre movimiento homosexual y feminismo ha sido una de las fortalezas que nos han permitido avances importantes en el campo de la diversidad sexual. Un apoyo donde el movimiento feminismo ha aportado más que recibido. Y por eso, el reconocimiento de las personas LGTBI debe ser eterno.

Pero los discursos neo-homófobos, además de ser falsos, están sembrando de desconfianza y susceptibilidades las relaciones entre ambos grupos.

Falsos, porque la mayoría de las personas que han accedido a la maternidad y la paternidad por subrogación son heterosexuales, en pareja o solteras. De hecho, durante años, nadie en los registros civiles de los consulados españoles, donde se inscribían dichos niños, sospechó que aquel bebé de una pareja (hombre y mujer) o una mujer soltera, no fuesen el resultado de los métodos tradicionales para procrear. Tan sólo cuando apareció una pareja de dos hombres para inscribir a su bebé, los funcionarios consulares se percataron de que era difícil explicar aquella procreación por la vía biológica tradicional.

Que una baronesa sea madre de dos hijos en una edad donde la naturaleza hace descartar la maternidad no deja de ser una simpática noticia de la sección de sociedad. Que un cantante claramente gay sea papá sin una mamá a quien endosar la criatura desata una tormenta perfecta.

Y Lucía Etxebarría escribió su columna

Por ello escribí en mi post: Triste y preocupado por la deriva #homofobica de cierto feminismo. @LaExtebarría es la última, pero no la primera.

Lo que buscaba con mi reflexión (posiblemente no tan acertada como pretendía) era señalar un hecho para mí objetivo: mujeres feministas inteligentes que comienzan a ver con sospecha a los hombres homosexuales, a los que culpabilizan de algunas de las desgracias de su género.

Los seres humanos somos complejos. El binarismo nunca ha sido más que un deseo de las culturas natalistas, que son las que nos han llevado a guerras, exterminios, y holocaustos. Pero la realidad es tozuda, y las personas somos mucho más diversas de lo que nos gusta admitir.

Y la diversidad genera inseguridad, angustia, temores. Nos sentimos más confortables en un mundo de opciones binarias, blanco o negro, y tendemos a rechazar todo aquello que nos lo cuestione.

Porque la realidad es que la brutalidad de la manada no es nueva. Por muy impactados que podamos estar, en poco se diferencia de otras miles de atrocidades que hemos visto en el pasado. Y me temo que a Lucía Etxebarría la agresión de aquellos Sanfermines, sin darse cuenta, le llevó a buscar consuelo en ese binarismo de malos y buenos, donde una vez más, los hombres homosexuales nos llevamos la peor parte.

Y eso, aquí y en Pekín, se llama homofobia.

domingo, 24 de enero de 2016

Gimeno, Bescansa y el feminismo de las nuevas generaciones


Recientemente, Beatriz Gimeno ha publicado un interesante artículo en el magazin on-line Pikara titulado “El bebé de Bescansa, elfeminismo y la nueva política” que aporta un novedoso enfoque sobre un tema que ha hecho correr ríos de tinta (o en la new age, ríos de bit) en el seno del feminismo español.

Un artículo (cuya lectura es muy recomendable), que viene a plantear una hipótesis valiente: la existencia de un nuevo feminismo, más vital, que ha superado el feminismo más vinculado a la tradición de aquellas mujeres de la generación de la propia Gimeno.

Así, afirma que “Las feministas que criticaron el gesto de Bescansa pertenecen a otra tradición feminista que, en parte, está ligada también a otra generación (la mía, por cierto) que ha dado mucho al feminismo pero que si no mira alrededor con curiosidad y ganas de aprender y, sobre todo, de escuchar, corre el riesgo de quedarse completamente al margen”.

Gimeno es un referente de la lucha feminista en nuestro país, y cuya solvencia intelectual y compromiso social por la igualdad llevó al movimiento andaluz de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales e Intergénero (LGTBTI) a concederle el premio Adriano Antinoo en 2012.

Esta es una de las razones por la que para el movimiento LGTBI al que pertenezco, y que se define como feminista, la valiente afirmación es muy importante. Porque efectivamente, si el feminismo no es capaz de trascender sus propios paradigmas para ajustarlos a la realidad social corre el riesgo de terminar como el liberalismo, una teoría venerable secuestrada por los intereses espurios de una minoría que la utiliza para fundamentar sus prejuicios de clase.

Un ejemplo lo tenemos en el rechazo numantino, de ese mismo feminismo generacional al que pertenece Gimeno, de la gestación subrogada. El manifiesto “No somos vasijas” está inspirado en el eje de las críticas feministas hacia Bescansa, que Gimeno cuestiona porque “el feminismo se mueve al ritmo de las vidas de las mujeres”.

En su artículo, Gimeno aclara que “Lo primero que hice antes de ponerme a escribir este artículo fue realizar una mini encuesta en mi trabajo a mis compañeras diputadas y a las trabajadoras del Grupo Parlamentario” sorprendiéndole que “Las jóvenes a las que he preguntado crecieron sabiendo que no tenían que ser madres si no querían, que tenían que estudiar, que formarse, y que tenían que conseguir un trabajo remunerado sin el cual no hay igualdad ni tampoco hipoteca posible. Y con lo que se han encontrado es con lo que de sobra conocemos; que en realidad no pueden ser madres (ni padres) aunque quieran”.

Por eso, invito a Beatriz Gimeno que se cuestione también sus paradigmas en relación a la gestación subrogada. Que salga a la calle y pregunte a mujeres jóvenes que pueden ser madres pero que han crecido sabiendo que no tienen por qué serlo si no quieren, si están dispuestas a realizar el generoso acto de solidaridad en favor de otras mujeres y parejas mediante la gestación subrogada.

El rechazo frontal hacia una técnica reproductiva como la gestación subrogada no sólo niega el derecho subjetivo de mujeres y hombres a ser madres y padres, sino que también el derecho objetivo a la autonomía de las mujeres para decidir sobre su cuerpo en relación a un acto de generosidad, como la donación de óvulos, órganos y sangre.

Es comprensible la prevención del feminismo generacional de Gimeno hacia una técnica reproductiva que rompe los esquemas preconcebidos. Un sólido análisis elaborado durante décadas lleva a la convicción de que, como en el caso de la selva, haga el hombre el amor o la guerra, siempre terminan perdiendo las mujeres.

Pero como ha escrito Gimeno, si ese feminismo no "mira alrededor con curiosidad y ganas de aprender y, sobre todo, de escuchar, corre el riesgo de quedarse completamente al margen".Y estoy convencido que ese camino ya se está recorriendo con el rechazo visceral hacia la gestación subrogada.