viernes, 18 de diciembre de 2015

¡Hostias!


En este blog, estimada o estimado lector, he tratado varias veces sobre la violencia, tanto física como psíquica. La violencia, con la única excepción de aquella pactada para obtener placer sexual, me repugna. Coincido con Schiller que la persona que sufre violencia es deshumanizada. Y que debemos por todos los medio luchar contra la violencia que nos deshumaniza.

Claro que mi concepto de qué es violencia excede con mucho aquella que suele considerarse por parte del gran público, unas veces por falta de reflexión, otras por interés espurio.

En mi escala de repugnancia sobre aquel que ejerce violencia va en relación directa con la autoridad o el poder del que la ejerce. Pero sería infantil por mi parte no admitir que, de todas las violencias, las física, las producidas cuerpo a cuerpo, son las que más rechazo producen.

Esta reflexión no es nueva. Nuestro llorado Ángel Ganivet, como he recordado en algún que otro post, ya denunciaba la hipocresía de aquellos que se espantan por la violencia de un navajeo pero ven honrosa una guerra donde los contendientes mandan a conciudadanos como borregos al matadero para que maten a los conciudadanos de otros países, o incluso de sus mismos países. Y si los muertos son negros ni siguiera hay violencia, recuerdo que escribió Ganivet.

Este introito viene a cuenta del brutal puñetazo que ha sufrido esta semana el presidente del gobierno de la Nación española, Mariano Rajoy, de manos de un joven de 17 años. Naturalmente, rechazo radicalmente dicha agresión. ¿Cómo podría ser de otra forma si, como ya he manifestado, me repugna la violencia?

Pero llevan parcialmente razón aquellos que denuncian como hipócritas aquellos que se escandalizan por el brutal puñetazo y en cambio callan ante otras violencias o, lo que es peor, las justifican como inevitables e incluso deseables.

Ahora bien, a esas personas que así se manifiestan, les haría una pregunta: ¿qué opinarían en caso de que el agredido fuese su líder preferido, Pedro Sánchez o Pablo Iglesias por poner dos ejemplos, y el agresor un joven neonazi?

Si medimos la violencia por los efectos que produce, el brutal puñetazo propinado por el menor a Mario Rajoy no es, desde luego, de la más grave de las que a diario observamos en nuestro país.

Si la baremamos por las secuelas, mucho más grave han sido las violencias que han llevado al asesinato a más de cincuenta mujeres en España este año en manos de sus parejas o ex parejas, sin contar las lesiones y traumas de mujeres y menores, de aquellas violencias machistas que nunca llegan a la prensa pero que duran décadas en el secreto de los domicilios; los accidentes laborales con resultado de muerte que se han producido en todos los tajos de este país, y que el ministerio correspondiente eleva a 511, de enero a octubre de este año, a los que hay que sumar los 3.511 de carácter grave que han dejado lesiones físicas a los afectados y emocionales a ellos y sus familias, y que son producto de la avaricia, la estulticia o la maldad de directivos y mandos intermedios que obvian y obligan a obviar los protocolos de prevención de riesgos laborales a sus trabajadores.

Pero también debemos sumar a esta lista las personas que padecen una violencia psicológica perversa en todos los ámbitos: los que sufren día a día el moobing en sus puestos de trabajo, que pueden sumar decenas de miles en España, causando depresión, alcoholismos y otras patologías físicas o sociales; los menores que sufren el bullying en los centros escolares, ante la indiferencia o el miedo a señalarse de otros menores, maestros, directores y padres; la violencia estructural que sufren gays, lesbianas, bisexuales y transexuales, en escuelas, familias, centros de trabajo; sin olvidar, en fin, la violencia ejercida por una gestión empresarial odiosa, con salarios de miserias, jornadas abusivas, chuleos o discriminaciones, prácticas coercitivas para evitar la sindicalización de los centros de trabajo.

Y no hay que olvidar tampoco la violencia institucional ejercida por las administraciones, estructurales como son los recortes en servicios básicos y normativas perversas, como del trato que en ocasiones dan los trabajadores públicos a los usuarios que acuden en demanda de auxilio vital a las Administraciones. Recuerdo en este momento el caso de una mujer marroquí en Málaga que no puede acogerse a las ayudas por víctima de violencia de género, contrastada por la policía, porque no tiene forma de presentar el convenio regulador del divorcio marroquí con su primera pareja, que nunca se llegó a firmar porque la abandonó al quedarse embarazada. Según la normativa que hemos aprobado democráticamente, la víctima debe acreditar que no tiene ingresos por parte de su ex marido y sólo acepta el convenio regulador como prueba. ¿Qué es otra cosa que violencia institucional ejercida por los poderes públicos y las normas legales?

Y así podría extenderme en una infinidad de casuística que se producen cada segundo de nuestras vidas a nuestro alrededor. Y es que nos negamos a aceptar que nuestra civilización se asienta sobre el principio general del ejercicio de la violencia sobre nuestros congéneres. Violencia que consciente o inconscientemente ejercemos todos y cada uno de nosotros sobre nuestro entorno familiar, social, laboral, con decisiones aparentemente neutras que violentan física o emocionalmente a los que nos rodean.

Por eso, llevan razón los que se escandalizan por la brutal agresión al presidente Rajoy, y llevan razón los que critican los que se escandalizan exclusivamente por este tipo de violencia.
     
Pero todos ocultan lo principal. No hay violencia que no cuente con nuestro apoyo explícito o tácito. Y de esto no nos escandalizamos.

lunes, 14 de diciembre de 2015

El Magisterio Alcalaíno de María Felipe y Pajares

De izquierda a derecha, María Felipe y Pajares; su sobrino, Justo Morterero y Felipe; y su hermana, Teresa Felipe y Pajares

Este artículo ha sido publicado originalmente en la revista Anales Complutenses (Volumen XXVII - 2015; pág. 259-279; ISBN 0214-2473)

La siempre escasa historiografía de género no sólo es debida a la propia situación histórica, en muchos casos, de marginalidad de la mujer, recluida a espacios domésticos y apartada de los grandes hechos sociales y políticos, sino también al escaso interés que tradicionalmente ha despertado su contribución a la realidad histórica de cada periodo.

Afortunadamente día a día se van incorporando nuevos estudios, generales o monográficos, y no sólo desde la esfera del feminismo, ya que el interés despertado por este ha arrastrado a muchos otros a poner su atención en personajes y circunstancias hasta ahora invisibilizada en la historiografía tradicional.

El presente artículo pretende, en este sentido, rescatar la figura de Dª María Felipe y Pajares, una maestra alcarreña que desarrolló en la ciudad de Alcalá de Henares menos de la mitad de su carrera profesional pero sin duda la más interesante.

Maestra de la escuela de la Casa Galera, directora fundadora de las Escuelas Dominicales de Alcalá de Henares y propietaria de una escuela de señoritas situada en su plaza Mayor, María Felipe entró en contacto, desde una óptica fundamentalmente católica pero igualmente comprometida con su entorno social de la ciudad alcalaína, con las iniciativas progresistas en torno a la educación popular y de las clases más vulnerables.

FORMACIÓN Y PRIMERAS EXPERIENCIAS PROFESIONALES

María Patricia Felipe y Pajares nació en Trijueque, provincia de Guadalajara, el 21 de mayo de 1848. Era hija del matrimonio integrado por José María Felipe y Justa Pajares. Sus abuelos paternos eran Antonio Justo Felipe y Petronila Arroyo. Sus abuelos maternos, Elías Pajares y Bernabela Atienza. Su madrina, su tía Patricia Pajares, soltera[1]. Sus hermanos fueron José Pelegrín, fallecido en la adolescencia mientras estudiaba en Alcalá de Henares, Teresa, Genara y Crisanta.

Su abuelo paterno, Antonio Justo, había sido escribano público de la localidad, y tenemos constancia que su padre, propietario, votó en las elecciones a cortes de 1854-1855[2], de carácter censitario[3], por lo que podemos concluir que su familia pertenecía a la burguesía local.

Al cerrarse en 1861 la Escuela Normal de Maestra de Guadalajara, estudió las materias objeto de examen particularmente, y tras realizar los dos años de prácticas en la escuela pública de niñas de la ciudad de Guadalajara, considerada como modélica a efectos legales, fue examinada por el establecimiento normalista masculino, a pesar de lo establecido por el Real Decreto de 15 de junio de 1864 (Pozo, 1986: 91). Reválida de maestra de primera enseñanza elemental que aprobó en 1867 y un año después, en 1868, la reválida de maestra de primera enseñanza superior. Para ello tuvo que solicitar una autorización especial ya que en el momento de su examen no había alcanzado los 20 años establecidos como edad mínima para dicho examen.

Por concurso, consigue la plaza de maestra de la escuela elemental de niñas de Ledanca (Guadalajara), donde ejercería su magisterio del 6 de septiembre de 1870 al 26 de febrero de 1871. Posteriormente consigue con el número 1 ganar su plaza en las oposiciones de maestra de la escuela elemental de niñas de Marchamalo (Guadalajara), desarrollando su labor pedagógica en la misma del 28 de febrero de 1871 al 8 de octubre de 1875.

Su formación y primera etapa profesional nos dibujan a una mujer de gran capacidad y carácter que se plasma en la controversia mantenida con el ayuntamiento de Marchamalo.

Durante su estancia en esta localidad, y con solo 25 años, se produjo un conflicto con el ayuntamiento que provocó que éste elevara una denuncia a la Junta Provincial de 1ª Enseñanza, la cual, en reunión celebrada el día 10 de enero de 1873, acordó que “Del informe emitido por la Junta de primera enseñanza de Marchamalo en el expediente promovido por el Ayuntamiento contra la Maestra Dª María Felipe y Pajares, acordando pase a informe del Sr. Inspector del ramo con arreglo á la ley[4].

Pero el conflicto no había hecho más que empezar, ya que días después, sería la propia Maestra Felipe quien elevara una queja a la Diputación Provincial reclamando los haberes que le adeudaba la corporación local, lo que provocó que la Comisión Permanente de la Diputación Provincial dictara el 27 de febrero de 1873 el siguiente acuerdo[5]: Marchamalo.- Acordó prevenir terminantemente al Ayuntamiento de Marchamalo, que si en el término de quinto día no remite el oportuno documento que acredite el pago de todo cuanto se adeude á la Maestra de Instrucción primaria Dª María Felipe Pajares, se le impondrá por su desobediencia la multa de 25 pesetas en el papel correspondiente.

La resistencia del ayuntamiento de Marchamalo a cumplir el acuerdo provincial provocó que éste llevara a efecto sus amenazas y así, en reunión del 13 de marzo “Acordó imponer al Ayuntamiento de Marchamalo la multa de 25 pesetas con que fue apercibido por no haber hecho constar el pago de lo que á la Maestra de Instrucción primaria Dª María Felipe Pajares se le adeuda, y con prevención de que si no la hace efectiva en el término de diez días, en el papel correspondiente, se le exigirá el apremio diario de un 5 por 100, en conformidad á lo dispuesto en el art. 177 de la ley municipal vigente”[6].

Finalmente, la Junta Provincial no vio motivo para sancionar a nuestra maestra y en la reunión del 17 de mayo de 1873 acordó que “Visto definitivamente el expediente instruido contra la Maestra de Marchamalo, Dª María Felipe y Pajares, á instancia del Ayuntamiento de dicho pueblo, y examinados detenidamente los informes emitidos por la Junta local é Inspector del ramo, esta Corporación acordó declarar infundado dicho expediente, desestimando la queja del Ayuntamiento, por carecer de fundamento legal; y hacer a la Maestra las oportunas prevenciones encaminadas á estrechar las relaciones oficiales que deben existir entre ella y las autoridades municipales[7].

Un año después, Marchamalo aún adeudaba salarios a María Felipe, al punto que en el Boletín Oficial de la Provincia[8] de 1 de abril de 1874 recogía la resolución de la Comisión Permanente de la Diputación en la que se “acordó que se practique la correspondiente liquidación de la multa y recargo del 5 por 100 impuesto al ayuntamiento de Marchamalo, por falta de pago de la cantidad que adeuda á la Maestra que fue de primera enseñanza, Dª María Felipe Pajares”. No contentos con ello, ordenaban que “se pase al Juez de primera instancia de este partido, para que proceda á su exacción por la vía de apremio, en conformidad á lo dispuesto en el párrafo 3º del art. 179 de la ley municipal vigente”.

MAESTRA DE LA CASA GALERA (8 de octubre de 1873 / 1 de julio de 1890)

El gobierno de la I República creó las escuelas de primera enseñanza de los establecimientos penales por Decreto de 25 de junio de 1873, que fue desarrollado por el Reglamento de 17 de julio del mismo año. Y por ello se convocaron las preceptivas oposiciones en las que participó María Felipe, aún maestra de la escuela de Marchamalo.

Los exámenes se verificaron en Madrid, en el mes de septiembre de 1873, quedado finalistas María Pajares y Dª Concepción Dutil y Chavarro[9], consiguiendo finalmente la plaza la maestra de Marchamalo, por lo que fue nombrada por el Ministerio de Gobernación, el 26 del mismo mes, maestra en propiedad de la escuela primaria del Correccional de Mujeres o Casa Galera de Alcalá de Henares, con un sueldo de 1.500 pesetas anuales.  María Felipe tomaría posesión de dicho cargo el 8 de octubre de 1874, a la edad de 26 años.

En la década de los 70 del siglo XIX, la Casa Galera o Correccional de Mujeres de Alcalá era una institución penal que se inspiraba en los modelos de Casas de Recogida del Antiguo Régimen. Será en 1605, en las “Constituciones” del Patronato de la Casa Pía de Santa María Magdalena de la Aprobación de Valladolid, promovida por Sor Magdalena de San Gerónimo, cuando se use por primera vez el término de “Galeras” para designar las Casas de Recogidas “a las que serán destinadas las mujeres delincuentes bajo patrocinio estatal” (Alvarado, 2012: 75).

Sor Magdalena publicará tres años después, en 1608, su tratado “Razón y forma de la Galera y Casa Real, que el rey, nuestro señor, manda hacer en estos reinos, para castigo de las mujeres vagantes, y ladronas, alcahuetas, hechiceras, y otras semejantes”, cuya principal propuesta era crear un régimen penitenciario que igualara la mujer al hombre en lo que respecta a la imposición del castigo y la forma de cumplirlo. Su programa obtendrá rápidamente el apoyo de la Corona, y Felipe III ordenaría la inmediata construcción de dos Casas Galera, en Madrid y Valladolid y posteriormente en Zaragoza, Salamanca, Barcelona, Valencia y Granada, entre otras ciudades importantes (Almeda, 2005: 76,78)

El modelo de Galera de Mujeres se cuestionará en el siglo XVIII por su dureza, semejante al trato dado a los condenados al remo en las galeras, y provocará la extensión en todos los centros de la filosofía de la ordenanza que para la Casa Galera de Valladolid escribiría Luis Marcelino Pereyra en 1778 (Alvarado, 2012: 92).

Porque cada Casa Galera se regía por sus propias normas hasta que el Decreto de 1º de abril de 1846 centralizó la administración de todas las casas de corrección, bajo cuya denominación se incluían las Galeras, así como los presidios, en una Dirección General de Presidios, dependiente del Ministerio de Gobernación (Serrano, 2010: 487).

En 1851 se acuerda el traslado de la Galera de Madrid al convento alcalaíno de las Carmelitas Descalzas (Gómez, 2033: 360), encomendándose la tarea al coronel Montesinos[10] en 1852 (Gómez, 2033: 351), cosa que se cumplió ese mismo año (Ayala/Sastre, 1890: 50). Y en 1869, tras refundirse todas las Casas-Galera del país, adquirió la condición oficiosa de penal central de mujeres (Gómez, 2003: 353), aunque para alcanzarla oficialmente tuviera que esperar hasta 1888.

El viejo edificio del convento sufriría varias reformas en las tres primeras décadas de existencia de la Casa Galera, ya que si la primera finalizó en 1863, realizada por los presos del colindante Presidio de Alcalá, en 1866 se aprobó un proyecto del arquitecto de la Modelo de Madrid, Tomás Aranguren, para instalar un establecimiento celular para 500 reclusas. Y cuando el proyecto iba adelantado, se modificó para hacer grandes salas para 2.000 mujeres. (Gómez, 2003: 353).

En 1877, según el número de marzo de la Revista de Beneficencia, Sanidad y Establecimientos Penales, la casa-galera de Alcalá de Henares contaba con una población de  634 corrigendas, siendo en su mayoría solteras. En cuento a edades, el mayor grupo se encontraba entre las de 25 y 30 años, aunque había 5 de más de 65 años. El mayor número de presas procedían de Madrid, seguidas de las oriundas de las provincias de Guadalajara, Cuenca, Coruña y Segovia. En cuento a formación, 205 sabían leer y 429 eran analfabetas. Por último, eran útiles para el trabajo 481 e  inútiles 153.

La Casa Galera que se encontrará María Felipe será definida por Concepción Arenal[11] como aquel lugar “donde en nombre de la ley se pisaba el derecho, y en nombre de la justicia se escarnería (sic) la moral”. A lo largo de esa década se sucederán numerosos incidentes que serán lo suficientemente importantes para que los recoja la prensa de la época. Así, hubo desórdenes en octubre de 1874 (pretextando que el pan era muy malo), noviembre de 1877 (también a causa de la deficiente calidad del pan), y junio y octubre de 1879 (ésta última con gritos ¡muera el médico!). En octubre de 1876, durante una visita de inspección se descubrieron “abusos en los suministros que serán inmediatamente y enérgicamente castigados[12]. Y en agosto de 1879 se produciría un incendio que provocaría la muerte de 3 reclusas y lesiones en varias más, así como la destrucción de las cocinas, el refectorio y la escuela.

Al mes siguiente, en septiembre de 1879, y tras una inspección del Director General Francisco Santa Cruz al Presidio y a la Casa Galera de Alcalá de Henares, se producirá la destitución fulminante de casi toda la dirección del Correccional de Mujeres. El diario La Iberia lo recogió así:

La sola visita del señor Santa Cruz á Alcalá ha producido, no sólo el descubrimiento de los abusos aludidos, sino que también en la Casa-galera, ó presidio de mujeres, ha hallado el director del ramo abusos tan graves, que han motivado la suspensión de casi todo el personal, como lo revela el siguiente suelto de la misma Correspondencia: «A consecuencia de los sucesos ocurridos recientemente en la casa-galera de Alcalá de Henares, se ha dispuesto por la dirección general de establecimientos penales, como medida preventiva, suspender de empleo y sueldo á los empleados de aquel establecimiento don Julián Busquet, alcaide; doña Asunción Gaye, inspectora; doña Teresa Ruiz, doña Rosa García y doña María Morato, subinspectoras, y al portero Pedro Galvez.

Se ha encargado inmediatamente de dicha casa corrección el ayudante segundo de establecimientos penales don Prudencio Casado, y ha sido nombrada subinspectora con carácter de interina, doña Pascuala Guevara«.

Qué sucesos son los ocurridos recientemente y de que habla el colega noticiero, no lo sabemos, ni la prensa ha dicho nada; pero es bien singular el que ni el presidio de mujeres, cuya organización es completamente diversa de la de los hombres, se haya podido escapar de esa epidemia do irregularidades, faltas y escándalos de todo género que parece existir en las cárceles de hombres[13].

Posteriormente, se suspenderá por quince días de sueldo al comandante y al mayor, por ocho días a los ayudantes y furriel, y por cuatro a los capataces[14].

La estancia de María Felipe en Alcalá fue determinante para su orientación social dentro de los movimientos filantrópicos y de caridad católicos, no sólo por su contacto con la realidad carcelaria sino también por su preocupación por la situación de la infancia y adolescencia de las clases sociales más vulnerables. Sería en esta época cuando entró en contacto con mujeres como Concepción Arenal, los miembros de la Real Asociación de Escuelas Dominicales[15] o la Asociación Protectora de los Niños de Madrid, que en 1879 crearía un asilo para los hijos de las penadas de la Casa Galera[16].

Además, su experiencia en esta prisión de mujeres será fundamental para que María Felipe se inscriba más tarde en el frente abolicionista de la violencia psíquica y física en las escuelas. Así, en su intervención durante las Jornadas Pedagógicas de Guipúzcoa, celebrada celebradas los días 20, 21 y 22 de julio de 1898, titulada “Medios para sostener la disciplina en una escuela sin necesidad de castigos corporales[17] afirmó:

Queda probado, según mi inteligencia me sugiere, lo que al desarrollar el Tema enunciado me propuse; pero si hay quien entienda que los medios expuestos sólo sirven para conseguir la disciplina en escuelas poco numerosas, de niños de cierta edad ó de aquellos que pertenecen á distinguida clase social, dire sé por experiencia, que ya se trate de escuela muy numerosa (de 250 niñas) y en la cual fuese la mayor parte de ellas de familias poco acomodadas, ya de un colegio particular donde acudía la que pudiera llamarse aristocracia de la población, ya se haya tratado (y creo es lo más que puede tratarse) de las corrigendas de el único establecimiento penitenciario de España, en Alcalá de Henares, los medios indicados han respondido para sostener la disciplina, sin necesidad de castigos corporales. Debiendo decir, en obsequio á la verdad, que si las primeras y segundas tenían entusiasmo por cumplir con sus deberes, complaciendo y obedeciendo, las reclusas manifestaban verdadero interés en no producir el más pequeño disgusto á la profesora á quien respetaban, consideraban y obedecían ciegamente.[18]

Si analizamos la realidad de la Casa Galera de aquellos años, el conflicto fue permanente entre las reclusas con toda la estructura de la prisión, desde la dirección hasta el servicio médico. En cambio podemos deducir, por la ausencia de noticias conflictuales con la maestra de la Casa Galera y a tenor de las palabras de la propia María, que su relación con las corrigendas fue muy positiva, ya que casi veinte años después escribirá, como hemos transcrito anteriormente, que “las reclusas manifestaban verdadero interés en no producir el más pequeño disgusto á la profesora á quien respetaban, consideraban y obedecían ciegamente”.

La vinculación profesional de María Felipe con la Casa Galera de Alcalá de Henares tocaría a su fin con la firma del convenio suscrito entre el Estado y las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul en 1880 (Hernández, 2013: 86), y su pase a situación de excedente, en la que permanecería hasta el 1 de julio de 1890, cuando cesó definitivamente por la Ley de Presupuesto de 1890 a 1891.

Pero este cambio no fue ajeno a la propia María Felipe. Al contrario, su participación fue fundamental para que el gobierno encargar la gestión de la Casa Galera de Alcalá de Henares a las Hijas de la Caridad. En este sentido, Concepción Arenal, defensora de dicha decisión, publicó en uno sus artículos[19]:

En tal estado las cosas, visitaron SSMM la ciudad de Alcalá[20], y algunas personas caritativas, en ella residentes, llamaron la atención de la Reina respecto a los vicios y a las desdichas de aquella prisión, donde en nombre de la ley se pisaba el derecho, y en nombre de la justicia se escarnería la moral; y pintaron con vivos colores el daño inmenso, la vergüenza de tal estado de cosas y la necesidad grande de que se cambiara llevando allí una comunidad religiosa. (Debe notarse que sobre este punto habíamos convenido personas que sobre muchos otros opinamos de modo muy diverso.)

Interesóse S.M. por aquellas desdichadas, cuya culpa agravaba la Administración, cuyo arrepentimiento dificultaba; interesóse también una ilustre y virtuosa dama que podría influir en el real ánimo, y debieron interesarse de veras y tener muy presente el asunto, porque las dificultades que hayan podido presentarse para la realización de la idea se han vencido, y cuando se impriman estas líneas es posible que las Hermanas de la Caridad estén instaladas en la Prisión de mujeres de Alcalá. Que Dios las bendiga y las favorezca, y favorezca y bendiga a todas las personas que han tenido parte en esta buena obra, a las que enviamos un cordial y respetuoso saludo en nombre de la justicia desagraviada y de la desgracia, que recibirá consuelo.

El nombre de una de esas “personas caritativas” se identificaría años más tarde, cuando el periódico “La Región” publicó en 1902[21]:

 Doña María de Felipe, en ocasión de ejercer su ministerio en Alcalá de Henares, llevada de un celo y un desinterés digno de todo encomio, hizo la caridad de suplicar á S.M. se encargarse del gobierno de la Casa-Galera las hermanas de San Vicente.

Atendida la súplica, con gran beneplácito de las reclusas y no menor ventaja para el buen orden de aquel correccional, la única perjudicada fue la peticionaria, pues el cambio de sistema llevó aparejada, como no podía ser menos, su cese en el desempeño de tan sagrado ministerio.

Aún así, su vinculación con las instituciones penitenciarias continuó al punto que en 1890 participó en el homenaje que los profesores de los establecimientos penales realizaron a Castelar, y que consistió en la entrega de un trabajo caligráfico sobre pergamino blanco en el que se recogieron las firmas de todos ellos[22].

A pesar de sus distintas reclamaciones al ministerio de instrucción pública, incluso con la intercesión de la reina María Cristina[23], nunca llegó a conseguir la propiedad de una escuela de igual categoría a la del Correccional de Mujeres de Alcalá, ya que sólo las de la Corte tenían asignado el mismo salario en 1880.

MAESTRA-DIRECTORA DE LA ESCUELA DOMINICAL DE ALCALÁ DE HENARES (enero de 1878 / marzo de 1891)

Tras cesar en 1880 como maestra de la escuela primaria de la Casa Galera de Alcalá, María Felipe continuó residiendo en Alcalá de Henares, ya que hasta tanto no se le asignara una nueva escuela pública permanecía en la categoría de disposición, cobrando sólo dos terceras partes de su salario anual, es decir 1.000 pesetas.

En 1886 abrió un colegio de señoritas y otro de párvulos en la plaza Mayor número 3[24], a los cuales, según sus palabras incluidas en su disertación de 1898, “acudía la que pudiera llamarse aristocracia de la población”.

Pero la inquietud social de María Felipe le llevó a ingresar, durante su estancia en Alcalá de Henares, en la Real Asociación de Escuelas Dominicales, para atender una realidad verdaderamente desoladora de centenares de niñas y adolescentes en una ciudad en plena decadencia. 

Por eso, antes incluso de su cese al frente de la escuela de la Casa Galera, en enero de 1878, María Felipe colaboró en la constitución, junto a su hermana Teresa Felipe y Pajares, igualmente maestra, de la primera Escuela Dominical de Sirvientas de Alcalá de Henares, de la que serían directora y secretaria respectivamente[25], sin retribución y sólo por caridad, como dejaría constancia en las hojas de servicios conservadas en su expediente administrativo.

La primera Escuela Dominical de Sirvientas de España, que más tarde se ampliaría a diversas clases de obreras sin cualificar, se abrió en Madrid el 12 de septiembre de 1857, como una iniciativa social de los jesuitas, de mano del Padre Mariano Cortés, y de la aristócrata Francisca Coello de Portugal y Ramírez, condesa de Humanes. Tres meses después, durante la visita “sorpresa” del rey[26], en la escuela instalada en la Escuela Normal Central de Instrucción Primaria ya estudiaban 300 alumnas[27].

Denominadas así porque su oferta educativa se realizaba en los domingos por la tarde, único tiempo de asueto de las empleadas domésticas, las Escuelas Dominicales nacieron con el objeto de formar intelectual y moralmente a sirvientas y obreras, la mayoría de ellas analfabetas, dotándolas además de los rudimentos de conocimientos meramente prácticos, cara el desarrollo de sus profesiones y su futuro como esposas y madres.

Porque a la vez que la feminización del servicio doméstico se fue produciendo a lo largo del siglo XIX, “se multiplicaban las publicaciones de los moralistas y la actuación de las congregaciones que luchaban por mantener a las criadas en la fe cristiana, con la doble pretensión de conseguir sirvientas obedientes y discretas y de proteger a las más jóvenes de los amos sin escrúpulos, particularmente en cuanto a posibles abusos sexuales” (Del Amo, 2008: 546)

Como recoge Palacio (1992: 113-117) citando a Pérez (1877), se trataba de escuelas “donde las jóvenes pobres que han recibido una educación descuidada, puedan instruirse en todos aquellos conocimientos que le son precisos, indispensables para vivir honradas en el taller, al servicio doméstico o en el hogar cuidando de su familia y siendo un modelo de madres y de esposas”.

Por lo tanto, los contenidos y métodos vendrán en consecuencia referidos a tan específico alumnado: “… hay que dar una instrucción especial, hay que establecer un método “sui generis”. Nada de enseñanza de adorno ni de recreo. La música, la gimnasia, el francés, nada de esto hace falta aquí…” Sí, por el contrario, lectura (“la mujer que no sabe leer, o que sabiendo leer no lee, le falta la primera cualidad que debe tener al igual que el hombre: el pensamiento común”); escritura; aritmética, para saber “cómo compra a cómo vende, cómo cobra o cómo paga, cuánto vale el dinero que gana y como lo disipan también esas mujeres del gran mundo que han nacido en la opulencia y mueren un día sin haber extendido su mano a las honradas hijas del pueblo, a las hijas del trabajo y de la virtud”; moral, que “no está más que en ser honrada la mujer y en saber cumplir severamente con los preceptos de la vida”; así como economía doméstica y de la vida del hogar.

A los seis meses de la primera Escuela Dominical, el 19 de marzo de 1858 se creaba la Real Asociación de Escuelas Dominicales, y para noviembre de ese año ya se formaban más de 2.000 sirvientas y obreras en las cinco escuelas abiertas en Madrid, según María del Pilar Sinués de Marco[28]. En un artículo publicado en el semanario “El Fenix”, y recogido por el Boletín del Clero de León[29], Sinués afirmaba que “jóvenes hay que han ingresado en las escuelas sin haber visto jamás un libro ni una pluma, y que en el breve espacio de algunos meses, es decir, de doce a dieciséis lecciones leen y escriben con toda perfección”.

En 1861 ya se encontraban matriculadas 6.878 alumnas en las escuelas de Madrid, 405 en las de Salamanca, 453 en las de Zaragoza, 162 en las de Valladolid, 120 en las de Granada, 139 en las de Logroño, 134 en las de Ávila, 160 en las de Plasencia, 101 en las de Guipúzcoa, 100 en las de Quinto, 110 en las de Gelsa, y 80 en las de Fuentes del Ebro, quedando constancia de la existencia de Escuelas Dominicales, aunque no del número de alumnas, en Sevilla, Triana y Pamplona[30].

Y en abril de 1864, la reina Isabel II aceptaría la presidencia de la Real Asociación de Escuelas Dominicales, quedando la Junta Directiva integrada además de por la condesa de Humanes como vicepresidenta, por Elena Palafox como secretaria general y Rosa Doz y Gordón, marquesa viuda de Santiago como secretaria de las escuelas de provincias, asumiendo esta última la dirección de la Real Asociación tras el fallecimiento de la condesa de Humanes en 1865.

El Sexenio revolucionario (1868-1874) supondría un impulso a la expansión y consolidación de las Escuelas Dominicales, aunque para algunos autores (Suárez et al, 1982: 697) “en verdad, demasiado inmediato al estallido de septiembre para considerarlo una mera réplica”.

La Escuela Dominical de Alcalá, promovida por una Junta de Damas, se instaló  primero en Santa María La Rica, un ómnibus municipal a decir de Liborio Apolinario Acosta de la Torre, y a partir de 1889 en la Escuela de Niñas nº1, no sin reticencias por parte de su maestra Josefa Martínez[31].

Sobre el número de alumnas asistentes y edad no hemos encontrado datos en el Archivo Municipal de Alcalá de Henares, y la referencia contenida en la citada intervención de María Felipe en San Sebastián sobre que había sido maestra de una “escuela muy numerosa (de 250 niñas) y en la cual fuese la mayor parte de ellas de familias poco acomodadas”, nos hace pensar que se refería a la escuela de Manzanares, donde sería maestra tras su paso por Alcalá. Pero el número de jóvenes sirvientas alcalareñas necesitadas de formación sería altísimo, cosa que se reflejaría en el número de alumnas de la escuela dominical.

Según el censo de 1877[32], en Alcalá de Henares había un total 12.317 habitantes, de los cuales había 5.646 “hembras”. En cuanto a su instrucción, se recoge que un total de 3.674 mujeres eran analfabetas, frente a las 218 que sabían leer, y las 1.754 que sabían leer y escribir. El mismo censo[33] arroja un total de 1.375 niñas y jóvenes entre los 10 años, edad en el que en el mejor de los casos abandonaban cualquier tipo de estudios si es que los habían empezado, y los 23 años, edad en la que se alcanzaba la mayoría de edad legal.

Podemos imaginar que la situación de analfabetismo que se cebaba especialmente entre las mujeres de las clases más populares, entre las que se encontraban las niñas y jóvenes dedicadas al servicio doméstico. Porque el servicio doméstico se nutría fundamentalmente de niñas y jóvenes “que pretendían acumular algunos recursos que les sirviese de dote en un matrimonio que los moralistas recomendaban con individuos de parecida condición social” (Del Amo, 2008: 546)

Como en el resto de la Nación, las escuelas dominicales de beneficencia y origen aristocrático encontraron el apoyo de las administraciones locales, pero, debido a la falta de recursos de los ayuntamientos, fue en muchas ocasiones más moral que económico.

En Alcalá vemos que el ayuntamiento no sólo apoyó a la Escuela Dominical cediéndoles espacios y apoyándola institucionalmente (como en el conflicto señalado con la profesora de la escuela de niñas número 1), sino que incluso en 1885 concedió un  Voto de Gracia a la Junta Directiva de la Asociación fundadora de la Escuela Dominical, que el acta recoge de la siguiente forma:

Faltaría esta Alcaldía á un ineludible deber de delicadeza al par que de justicia si no expusiera a esa Junta el juicio que la ha merecido el examen del personal que concurre a la escuela dominical de su digna presidencia.

Habiendo tenido el gusto de asistir al expresado acto obedeciendo á atenta invitación de V. esta Alcaldía ha visto con sumo agrado el estado de adelantados en que se encuentra la juventud que asiste a recibir la instrucción que esa caritativa junta prodiga sin otro móvil que el de proteger e ilustrar a la clase de domésticas logrando que adquieran conocimientos que en toda casa han de serles últiles y evitando con su natural asistencia en los días festivos que emprendieran un camino que pudiera perjudicarlas, por todo lo cual es acreedora con justicia benéfica esa Junta y V, como digna presidenta y clase examinada del voto de gracias que con toda sinceridad emito, exhortándolas a que continúen en sus tareas para honra de la Junta y provecho notorio de la referida clase, ofreciendo al efecto esta Alcaldía su más decidida cooperación, y el que brillante resultado del acto de examen que ha tenido lugar, conste en las actas su Excelentísimo Ayuntamiento.

30 octubre 1885.

Sra. Presidenta de la Asociación fundadora de la Escuela Dominical en esta Ciudad[34].

La Escuela Dominical de Alcalá también obtuvo el apoyo de la Corona, y en la visita a Alcalá de los Reyes Don Alfonso XII y Doña María Cristina, el 17 de junio de 1884, la Reina donó 250 pesetas para las mismas (Azaña, 1986: 920).

En 1890, la Junta Directiva de la Escuela Dominical estaba presidida por Aurora Rodríguez[35], continuando como directora María Felipe y como secretaria Teresa Felipe[36].  Y su labor pedagógica continuó hasta marzo 1891, cuando María Felipe cesa como directora de la misma por su traslado a Manzanares para asumir la dirección de la escuela de dicha localidad.

MANZANARES, SAN SEBASTIÁN Y MUERTE

Tras abandonar Alcalá de Henares, María Felipe pasaría a desarrollar su magisterio en la escuela de Manzanares hasta el 12 de enero de 1898, cuando asumió la dirección de la Escuela Peñaflorida de San Sebastián. Esta sería la última institución en la que desarrollara su magisterio, ya que permaneció en ella como directora hasta su fallecimiento el 5 de agosto de 1913. En este destino obtendría dos Votos de Gracia del Ayuntamiento de la ciudad y un Voto de Gracia de la Junta Provincial de Instrucción de Guipúzcoa por sus méritos como docente.

BIBLIOGRAFÍA

-          Almeda, Elisabeth (2005), “Pasado y presente de las cárceles femeninas en España”, Sociológica. Revista de pensamiento social. 6/2005, La Coruña, Universidade da Coruña.
-          Amo del Amo, María Cruz del (2008), La familia y el trabajo femenino en España durante la segunda mitad del siglo XIX (Memoria para optar al grado de Doctor), Madrid, Universidad Complutense.
-          Alvarado Sánchez, Ruth (2012): Perspectiva histórica y problemas actuales de la institución penitenciaria en España. Las mujeres encarceladas toman la palabra, Salamanca, Ediciones Universidad Salamanca.
-          Ayala, Manuel / Sastre, Francisco (1890), Alcalá de Henares, Madrid, Imp. de E. Rubiños.
-          Azaña, Esteban (1986): Historia de Alcalá de Henares, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá de Henares.
-          Díaz Pérez, Nicolás (1877): De la instrucción pública. Madrid, Imp. De Manuel G. Hernández.
-          Gómez Bravo, Gutmaro (2003): “Las prisiones de Eva. Mujer y Cárcel en el siglo XIX”, Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales, Vol. LVI,   351-384.
-          Hernández Holgado, Fernando (2013): “Cárceles de mujeres del novecientos. Una rutina punitiva secular”, Segle XX. Revista catalana d´història, 6, 85-112.
-          Palacio Lis, Irene (1992): Mujer, trabajo y educación (Valencia 1874-1931). Valencia, Universitat de València.
-          Pozo Andrés, Mª del Mar Luis [et al.] (1986): Guadalajara en la Historia del Magisterio Español, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá de Henares.
-          Serrano Tárrega, Mª Dolores (2010) “La consideración del género en la ejecución de las penas privativas de libertad”, Estudios Penales y Criminológicos, vol. XXX, Santiago de Compostela, Universidade de Santiago de Compostela.
-          Suárez Fernández, Luis [et al.] (1982): Historia General de España y América, Madrid, Ediciones Rialp, S.A.



[1] Para todos los datos personales, académicos y profesionales utilizaremos su expediente conservado en el Archivo Central de la Administración (AGA) de Alcalá de Henares, con la siguiente signatura: Exp030-Caja31/18026.
[2] Boletín Oficial de la Provincia de Guadalajara, nº 21 (16 de febrero de 1855).
[3] En aquellas elecciones, además de los requisitos de edad (más de 25 años) y sexo (sólo varones) se exigía para disfrutar del sufragio activo pagar anualmente 200 reales de vellón (rs. vn.) por lo menos de contribuciones directas, incluida las cuota fija; o tener una renta líquida anual que no bajase de 1.500 rs. vn. procedentes de precios propios rústicos o urbanos… o de cualquier profesión para cuyo ejercicio se exigieran las leyes estudios y exámenes preliminares; o pagar en calidad de arrendamiento o aparcero una cantidad de dinero o frutos que no bajase de 3.000 rs. vn. al año [Urquijo y Goitia, José Ramón de (1984): La Revolución de 1854 en Madrid, Madrid, CSIC]
[4] Acta de la sesión ordinaria celebrada por esta Corporación [Junta Provincial de 1º Enseñanza de Guadalajara] el día 10 de Enero de 1873. Boletín Oficial de la Provincia de Guadalajara, nº 16 (5 de Febrero de 1873).
[5] Acta de la sesión celebrada por la Comisión permanente de la Excelentísima Diputación provincial el día 27 de Febrero de 1873. Boletín Oficial de la Provincia de Guadalajara, nº 32 (14 de marzo de 1873).
[6] Acta de la sesión celebrada por la Comisión permanente de la Excelentísima Diputación provincial el día 13 de Marzo de 1873. Boletín Oficial de la Provincia de Guadalajara, nº 37 (26 de marzo de 1873).
[7] Acta de la sesión ordinaria celebrada por esta Corporación [Junta Provincial de 1ª Enseñanza de Guadalajara] día 17 de Mayo de 1873. Boletín Oficial de la Provincia de Guadalajara, nº 70 (11 de junio de 1873).
[8] Acta de la sesión celebrada por la Comisión permanente de la Excelentísima Diputación provincial, el día 28 de Febrero de 1874. Boletín Oficial de la Provincia de Guadalajara, nº 39 (1 de abril de 1874)
[9]A  Condepción Dutil y Chavarro la encontramos a partir de finales de los años 70 del siglo XIX como maestra de educación primaria de las localidades arriacenses de Mazuecos, Arbeteta, Ledanca y Alavilla, donde se jubiló en 1904.
[10] En esta cita, Gutmaro Gómez se remite a Rico de Estasen (El coronel Montesinos. Un español de prestigio europeo. Alcalá de Henares, Talleres Penitenciarios, 1948, pp. 164-181)
[11] Concepción Arenal Ponte (1820-1893) fue periodista, escritora y activista social de la derecha liberal católica.  Disponible en: http://www.filosofia.org/ave/001/a328.htm [Consulta: 10/01/2015]
[12] La Correspondencia de España: Diario Universal de Noticias. Año XXVII. Número 6875 (2 de octubre de 1876)
[13] La Iberia: Diario Liberal. Año XXVI. Número 7.006. (13 de septiembre de 1879)
[14] El Imparcial: Diario Liberal. (18 de septiembre de 1878)
[15] La vinculación de María Felipe con el movimiento de Escuelas Dominicales debemos establecerlo a partir de su participación en la creación de la Escuela Dominical de Alcalá en 1878, ya que no aparece en el Catálogo del personal de la Real Asociación de las Escuelas Dominicales de esta Corte y de sus afiliadas en Provincias por orden alfabético de 1874, ni en el Catálogo del personal de la Real Asociación de las Escuelas Dominicales de esta Corte de sus afiliados en Provincias y ultramar de 1876 (ambos conservados en la Real Biblioteca de Madrid).
[16]La Asociación protectora de los niños de Madrid, de la que es presidente el duque de Veraguas, ha tomado la acertada resolución de recoger, en un asilo especial, los niños de las infelices mujeres que extinguen condena en la Casa-galera de Alcalá de Henares; los cuales acompañan allí á sus madres. Estos niños, que no bajan hoy de setenta, recibirán así una educación que de modo alguno podrían obtener en la viciada atmósfera de un establecimiento penal, todavía tan atrasados entre nosotros.” El amigo. Año II. Número 47 – 12 de enero de 1879.
[17] Actualmente sólo está localizable un ejemplar impreso de dicha intervención en la biblioteca de la KOLDO MITXELENA KULTURENEA (Diputación Foral de Guipúzcoa), con la signatura CA-18 F-2.
[18] Tal debió ser el impacto de su intervención en las Jornadas Pedagógicas, que el periódico La Unión Vascongada, además de ofrecer una reseña en su edición de 22 de julio de 1898, decidió sustituir su folletín “El Pirata” previsto para el número de 25 de julio por “el hermoso discurso que leyó el 22 del actual en las conferencias pedagógicas de esta capital la Ilustrada profesora doña María Felipe y Pajares” con el argumento de que “tan interesante, tan notable es y encierra tan provechosas lecciones para la enseñanza que estamos seguros de que nuestros lectores nos agradecerán la publicación de dicho trabajo”.
[19] Concepción Arenal. El Penal de Alcalá de Henares. Artículo fechado en Gijón el 6 de octubre de 1880 y publicado originalmente en “La Voz de la Caridad”,  recopilado en la edición de sus obras completas publicada por la Librería de Victoriano Suárez en 1900. Para este artículo hemos utilizado la edición digital de la Biblioteca de la Universidad de Alicante. Disponible en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/articulos-sobre-beneficencia-y-prisiones-volumen-v--0/html/fefb6c74-82b1-11df-acc7-002185ce6064_11.html. (consulta: 02/01/2015)
[20] Seguramente se refiere a la visita realizada por el rey Alfonso XII a Alcalá de Henares el 8 de junio de 1880.
[21] La Región: periódico bisemanal. Año II. Número 126. (18 de julio de 1902)
[22] El Guadalete : periódico político y literario Año XXXVI Nº 10624 (15 de noviembre de 1890)
[23] Con el título “Reparación Justa” el periódico bisemanal “La Región”, editado en Guadalajara el 18 de julio de 1902, publicó: “El día del gran festival infantil en San Sebastián, S.M. la Reina se dignó dirigir varias preguntas á la profesora Dª María Felipe y Pajares, nuestra distinguida é ilustrada paisana. Y se dignó tan bien prestar su elevada atención á los respetuosos ruegos de dicha señorita, para inclinar su Real ánimo a favor de una pretensión muy justa […]; y ya que se ha publicado un decreto de gracia, bien haría en estudiar el caso el Sr. Ministro de Instrucción pública, pues seguros estamos que el Sr. Conde de Romanones se complacerá en reparar la involuntaria injusticia padecida con Dª María de Felipe”.  Y en 1907, el marqués de Aguilar de Campoo, caballerizo mayor de la reina remitió escrito al ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes interesándose por su caso, tal y como se conserva en su expediente administrativo.
[24] Leg. 1119/2 del Archivo Municipal de Alcalá de Henares (=AMAH).
[25] Tal y como lo recoge a lo largo de toda la década de los 80 del siglo XIX el Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración.
[26] Se trataba del rey Francisco de Asís de Borbón, consorte de la reina Isabel II, que estaba recién parida: “Despues fueron presentadas á S.M. todas las señoras profesoras, inspectoras y la secretaria general y profesor de escritura que tuvieron el honor de besar la real mano, y luego que el director manifestó á S.M. el honor que recibia la escuela normal central al verle en su local, y el no menos con que se gloriaba la escuela dominical en haber recibido su real visita, felicitándose en nombre de ambas escuelas por el feliz alumbramiento de S.M. la Reina, y nacimiento del augusto Príncipe de Asturias, á todo lo cual contestó S.M. con sumo agrado;” Diario de Córdoba de Comercio, Industria y Navegación. Año octavo. Número 2.182. 18 de diciembre de 1857. pp. 2-3
[27] Diario de Córdoba de Comercio, Industria y Navegación. Año octavo. Número 2.182. 18 de diciembre de 1857. pp. 2-3.
[28]Según la web mcnbiografias.com, María del Pilar Sinues de Marco fue una poetisa, narradora, ensayista, dramaturga y articulista española, nacida en Zaragoza en 1835 y fallecida en Madrid en 1895. Autora de numerosos escritos literarios, ensayísticos y periodísticos que vieron la luz bajo el pseudónimo de “Laura”, por la riqueza y varidad de su producción creativa está considerada como una de las escritoras más relevantes de la segunda mitad del siglo XIX. Disponible en http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=sinues-de-marco-maria-del-pilar (Consulta: 04/01/2015)
[29] Boletín del Clero del Obispado de León. Año VI. Tomo VI. Número 217. 10 de noviembre de 1858. p.15
[30] Discurso de la condesa de Humanes, presidenta de la Real Asociación de Escuelas Dominicales leído en  la solemne ocasión de distribuir los premios a las alumnas de Madrid asistentes a las Escuelas dominicales. Boletín Eclesiástico del Obispado de Astorga. Año X. Tomo X. Número 482 (9 de enero de 1862) p.7-8
[31] El 11 de marzo de 1889, el ayuntamiento eleva escrito ante el Gobernador Civil informando que tras petición de la Junta de Damas de un local para desarrollar las actividades de la Escuela Dominical, la Alcaldía designó la primera escuela de niñas “por sus magníficas condiciones, estar situada en un punto céntrico cual es la calle de la Manta, unida a la casa consistorial” añadiendo que “nunca se ha dado parte oficial de que las alumnas de la referida enseñanza hayan causado desperfectos en los enseres de la escuela” concluyendo que “la queja producida por Dª Josefa Martínez debe obedecer á otro género de consideraciones á los que la Junta no puede descender y por ello suplica a V.E. se sirva desestimarla”. Leg. 1129%. AMAH.
[32] Disponible en http://www.ine.es/inebaseweb/pdfDispacher.do?td=192290&ext=.pdf (Consulta: 08/02/2015)
[33] Disponible en http://www.ine.es/inebaseweb/pdfDispacher.do?td=192410&ext=.pdf (Consulta: 08/02/2015)
[34] Leg. 1129/5. AMAH.
[35] Según consta en la invitación cursada por la presidenta y Junta Directiva de la Escuela Dominical al alcalde de la ciudad y miembros de la Junta Local de Instrucción Primaria el 4 de julio de 1890 para asistir a los exámenes y repartición de premios previsto para dos días después en los salones del Palacio Arzobispal. Leg. 80/38. AMAH.
[36] Actividad caritativa que compartía con su magisterio como profesora interina en la escuela de Morata de Tajuña [Diego Arribas, Juan (1891), Morata de Tajuña. Edición faxcímil de Editorial MAXTOR (2011)]