viernes, 6 de septiembre de 2013

El valor de sólo haber “trabajado” en política


Como muchas, y algunos, han resaltado, desde que Susana Díaz Pacheco empezó a pergeñarse como la futura presidenta de Andalucía, desde diestra y siniestra empezaran a articular un relato en contra de la entonces secretaria general de la Agrupación Provincial Socialista de Sevilla, donde, entre otros elementos, figura uno que concita especial consenso: su falta de experiencia fuera de la política.

Incluso una fina analista como Concha Caballero, en su post “Antisusanismo”, en el que defiende la idoneidad y la oportunidad histórica de la candidatura de Susana Díaz, afirmaba “Susana Díaz es una persona que “no ha trabajado en su vida en la empresa privada ni ha hecho oposiciones en la Administración pública”. Efectivamente esto es así y soy también de las que creen que esto, no es que los inhabilite en absoluto para un cargo, pero supone un cierto déficit.

Este discurso, el del desmérito de haber “echado” los dientes, y solamente, en un partido, me lleva a pensar que para muchos, la gestión de lo público tiene un carácter de amateur como los antiguos juegos olímpicos, donde no se les permitía jugar a los jugadores de baloncestos de la NBA porque eran “profesionales”.

Este discurso es casi hegemónico en la actualidad, posiblemente provocado por la experiencia, en los últimos años, de políticos y políticas que llevan ocupando puestos de responsabilidad durante décadas, sin otro mérito de estar bien relacionados. Pero ello no significa que sea cierto.

Y el argumento es contundente. A la hora de elegir al gestor de un gran hospital público, ¿preferiría a un profesional que ha recorrido todo el escalafón y conozca su estructura y sus dinámicas internas, o a un prestigioso pianista? Para rector de una gran universidad, ¿no sería mejor uno o una que haya pasado desde la condición de becario a la de catedrático, en vez un dentista afamado con consulta abierta? O, por ejemplo, para un gran banco ¿no es mejor aquel que ha desarrollado toda su carrera dentro de la entidad a una magnífica ingeniera superior? Aún recuerdo que entre los panegíricos sobre Alfonso Escámez, presidente en su día del Banco Central, destacaba que había empezado en la entidad de botones, con 12 años.

La política como afición, incluso sin remuneración, proviene del antiguo régimen e incluso del sistema liberal inglés, cuando sólo las clases más privilegiadas, la alta burguesía y la nobleza, se dedicaban a la gestión pública del que obtenían rentas de forma indirecta al defender sus derechos en sus negocios privados. Es memorable la indignación de los partidos liberal y conservador ingleses, en la Cámara de los Comunes, cuando los laboristas, obreros sin rentas de capital, decidieron poner un salario a los miembros del parlamento inglés.

Desde una óptica romántica, cierto amateurismo de la cosa pública puede ser atractivo: ciudadanos libres que ocupan transitoriamente una responsabilidad pública. Pero la realidad de la actual maquinaria administrativa y política convierte esa visión en un suicidio colectivo.

La Junta de Andalucía, por ejemplo, es la mayor organización de Andalucía, la que más personal gestiona, la que mayor recursos capta y la que mayor recursos gasta. De ella dependen nuestro bienestar, nuestra salud, nuestra educación, nuestro medio ambiente, etc. ¿Y es lógico poner a su cabeza al mejor de los bienintencionados que prestigioso en cualquier otra rama de la profesión o el saber, desconozca casi absolutamente el ente que gobierna?

Para mí, el curriculum de Susana Díaz es posiblemente una de sus mayores virtudes políticas: conoce desde dentro el municipalismo; conoce perfectamente la maquinaria política del mayor grupo parlamentario que sustenta el gobierno; conoce las dinámicas de la Corte, para ello ha sido diputada nacional; y ha gestionado la consejería política por excelencia de cualquier gobierno.

Si se hubiera dedicado durante cuatro o diez años a ser procuradora de tribunales, por ejemplo ¿qué mérito añadiría para su candidatura? Si durante una década hubiera sido becaria de un departamento universitario y luego profesora asociada, ¿sería Susana Díaz mejor candidata? Yo, sinceramente, creo que no sólo no sería mejor candidata sino que sería posiblemente una candidata perfectamente prescindible.

Otra cosa es que un candidato o una candidata deba pasar un tribunal calificador. ¿Y que son, si no, las elecciones democráticas? El mejor tribunal del mundo.

2 comentarios:

  1. Cómo casi siempre ¡genial!!. Esperemos que el "tribunal" de las próximas elecciones ratifique tus argumentos

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  2. Primero damos caña y luego lamemos culo....actitud muy de psoe.
    Esta tía es otra vividora que no vale ni para esconderse y que no conoce los problemas de los ciudadanos porque nunca los ha tenido, básicamente a lo mismo que aspiras tu, chupar culo hasta coger carguito y buen sueldecito.... No a los políticos profesionales,han arruinado el país. No más bipartidismo, PSOE y PP misma mierda es....

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