miércoles, 4 de diciembre de 2013

domingo, 3 de noviembre de 2013

Gallardón, la Iglesia y el Matrimonio



A veces la vida tiene un no se qué de justicia poética muy divertida para los que teniendo ojos quieran ver, y teniendo oídos, quieran oír.

El catolicismo patrio se ha quedado con las vergüenzas al aire, por mucho que con su silencio intente tragar una medida del más derechista de los ministros de Rajoy que degrada el matrimonio a su condición natural de pacto privado entre pares.

Sabiamente, el primer ministro británico Míster Cameron afirmó “Yo no apoyo el matrimonio homosexual a pesar de ser conservador. Lo apoyo porque soy conservador". Porque ampliar el matrimonio a las personas del mismo sexo no sólo no debilita la institución matrimonial, sino que la refuerza al convertirse incluso para las parejas gay y lésbicas en la vía natural para su socialización, evitando que se avance hacia la privatización de las relaciones de pareja.

Y curiosamente, el partido que recurrió el matrimonio igualitario al Tribunal Constitucional, tras su aprobación por el socialista Rodríguez Zapatero, ha adoptado una decisión que sí ahonda en la vía de convertir el matrimonio en una cuestión completamente privada: su formulación ante notario, como cualquier otro pacto entre particulares que no requiere la supervisión del Estado.

Pero aún más sorprendente es el silencio de los siempre verborreicamente incontinentes conservadores obispos españoles, que en expresión castiza podríamos decir que “callan como putas”.

Lo más relevante de la decisión de Gallardón no es, por lo tanto, su deriva privatizadora, sino la destrucción de la institución matrimonial como la hemos conocido hasta ahora, reducida a un contrato comercial entre partes, como tomar un seguro, o vender una vaca.

Al final va a resultar que en España el último conservador fue Rodríguez Zapatero.

domingo, 27 de octubre de 2013

Odia el terrorismo y compadece al terrorista

        
Lo sé. El título de este post, trasunto de la famosa frase de Concepción Arenal (odia el delito y compadece al delincuente) puede causar ampollas a más de uno. Pero no será por lo que sugiere, sino debido a la deriva moral de una parte importante de la sociedad española que está regresando a la ley de Talión.

Sobre las víctimas y su dolor, ya manifesté mi opinión en el post Victimización de la sociedad. Pero lo sucedido en la última semana, que comenzó con la más que justificada, en lo moral y en lo jurídico, sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo sobre la aplicación retroactiva del cómputo de los beneficios penitenciarios, hasta la manifestación de asociaciones de víctimas (bueno, sólo de víctimas de ETA, no de todo el terrorismo, no de todas las víctimas) contra dicho Tribunal, pasando por la aprobación del Estatuto de la Víctima por parte del Consejo de Ministros, me lleva a continuar con dicha reflexión.

La única reparación justa para una víctima es que el crimen que le llevó a tal situación no se hubiera producido nunca. Pero eso las leyes no pueden conseguirlo porque la Justicia, así en mayúsculas, o es divina o es imposible. A lo más que pueden aspirar las sociedades emocionalmente sanas, construidas sobre los paradigmas de la igualdad, la libertad y la fraternidad, es dotarse de leyes, que deben ser pocas y bien hechas, de un sistema eficaz que persiga al infractor, y un sistema judicial capaz de sancionarlo.

La demagogia política lleva a pensar que la firmeza moral es proporcional a la cantidad y dureza de las penas contempladas en las leyes. Pero la realidad no es esta. Muchas leyes, hechas de forma apresurada, cambiadas a golpe de acontecimientos, terminan semejándose a un monstruo de frankenstein con penas divergentes para delitos semejante, sin un sistema policial que asegure su cumplimiento, con juzgados colapsados y sin prisiones suficientes, terminan por generar aún mayor frustración social ya que ni se puede perseguir el delito, ni juzgarlo ni hacer cumplir las penas.

Pero la última vuelta de rosca es el perverso principio sobre el que se asienta el inmoral Estatuto de la Víctima. Si a la justicia se le ha representado históricamente como una dama con los ojos tapados, es precisamente para señalar la necesidad de que la persona encargada de juzgar (que no de impartir justicia, que es cosa imposible) esté liberada del dolor de la víctima.

En el plano moral, abrir la senda de que la víctima participe en la sentencia y su ejecución, es una barbaridad. En el plano práctico, es un dislate. Ante el asesinato de una persona, ¿quién es la víctima, el padre, la madre, el esposo, la esposa, los hijos, los nietos? ¿Qué pasará si dos familiares cercanos, un hijo y el esposo pongamos por caso, manifiestan dos posiciones diferentes, una hacia la clemencia y otro hacia la venganza? ¿A quien deberá hacer caso la justicia?

Pero es que además, esta filosofía no sólo no beneficia a la víctima sino que la destruye como persona al cosificarla, obligándola a auto identificarse eternamente como tal, obligándole a vivir pendiente de su agresor. Con este sistema, el vencedor será siempre el criminal, el terrorista: no sólo habrá destruido a la persona, sino que además conseguirá que nunca más supere tal situación.

Por la parte del criminal (el violador, el asesino, el terrorista) centrar todos los esfuerzos en su castigo sin intentar solucionar sus causas, impide ver que la mayoría de los crímenes tienen su origen o en trastornos mentales o en problemas sociales. Y que sin solucionar éstos, es imposible atajar aquellos de forma real.

Estados Unidos es la prueba: un país con un sistema judicial y penitencial durísimo, donde la libertad de armas de fuegos es escandalosa, pero que cuirosamente la tasa de criminalidad y población penitenciaria es altísima. Lo que no se tiene en cuenta que todo ello depende más de una sociedad con una gran injusticia social, sin servicios públicos que cohesionen a la ciudadanía, y con una fractura familiar y social insostenible, que de las leyes, los juzgados y las prisiones.

Con demasiada rapidez, la sociedad española está olvidando que la firmeza moral de una sociedad como la nuestra es la defensa de la ley por encima de la venganza, de la preeminencia de la compasión sobre el rencor. Y el argumento que están usando es una falsa empatía con las víctimas.

La frase de alguna asociación de víctimas de ETA de que debe haber vencedores y vencidos es estremecedora por su parecido a la afirmación del ex general golpista Mola al inicio de la Guerra Civil: “Ni pactos de Zanjón, ni abrazos de Vergara, ni pensar en otra cosa que no sea una victoria aplastante y definitiva”.

¡Que diferencia, que abismo moral, de aquellos republicanos que a punto de ser asesinados, durante la Guerra Civil, durante la durísima posguerra, escribían a sus esposas pidiendo que no educara a sus hijos en el rencor, el odio y la venganza!

viernes, 13 de septiembre de 2013

Gibraltar


Tras la muerte de la serpiente de verano gibraltareña, por inanición debido a otros folclores patrios como el desafío nacionalista catalán, creo que toca hablar en serio de Gibraltar.

Pero ello me obliga previamente a hacer una confesión: mi condición de socialista me hace internacionalista, mi formación intelectual me hace iberista y mi formación emocional me hace andalucista, por lo que mi análisis sobre la cuestión gibraltareña no está teñida por ninguna formulación territorialista.

Ya he argumentado anteriormente, en este mismo blog, que tengo la convicción que uno de los mayores problemas para diseñar y ejecutar una política de Estado para el estrecho de Gibraltar hacia abajo, incluidas Ceuta y Melilla, es la visión mesetaria, atlántica y septentrional de las élites estatales.

La propia cuestión de Gibraltar de este verano es la prueba más palmaria, ya que no se trata de establecer una política coherente sobre una demanda histórica, sino la excusa transitoria de una cuestión de política interna del partido mayoritario en las Cortes Generales. Pero esto ha sido así con Rajoy, con Aznar, pero también con Franco. Esas episódicas exaltaciones patrióticas que en su paroxismo llevó al ex general a ordenar el cierre de la verja, es decir de la frontera, en 1969, para ahogar a la pérfida Albión. Cosa que sólo consiguió llenar de marroquíes el Peñón (contra la intención de los españoles firmantes del Tratado de Utrecht), reforzar el espíritu nacional gibraltareño, y provocar la hambruna en el Campo de Gibraltar, a pesar de la Zona de Preferente Localización Industrial y el desarrollo turístico de la Costa del Sol, que tuvo que absorber gran parte del paro producido por la decisión del Estado franquista.

Se puede discutir hasta la extenuación si Gibraltar debe ser o no española. Razones y argumentos los hay en todos los sentidos. Pero si la sociedad española se fija el objetivo de integrar (o reintegrar) el actual territorio de Gibraltar, lo primero que debe establecer es un programa a largo plazo, consensuado por todas las fuerzas políticas de la Nación con opciones a gobernar (como mayorías o como minorías), y sacado de la actualidad política. Un plan, con todas las diferencias que se quiera, como el que realizó China para recuperar Honk Kong.

En segundo lugar, debe establecer una política de seducción de la sociedad gibraltareña que por razones históricas (tanto internas tras el reforzamiento de la identidad gibraltareña provocada por la decisión mesetaria de cerrar la verja, como por la imposibilidad actual de anexionarse un territorio en contra de la voluntad de sus habitantes), y económicas, se sienten seguras de su estatus actual.

A mi entender, ello pasaría por una oferta formal de las Cortes Generales a la sociedad gibraltareña basada en el respeto a su integridad territorial (no anexándose a Andalucía, por ejemplo), al uso de la lengua inglesa como co-oficial, la posibilidad de la doble nacionalidad anglo-española y un estatus económico transitorio (de 50 años, por ejemplo) suficientemente generoso. También sería pertinente una generosa política de becas para estudiantes gibraltareños en España, y reducir el número de estudiantes de la Roca que acuden a universidades británicas.

Pero además de ofrecer una zanahoria, hay que dar el palo, mediante una férrea política de inspección fiscal y control aduanero, que debería durar lustros e incluso décadas, que impida el uso de Gibraltar por parte de residentes en España como paraíso fiscal. Se debería además crear un cinturón de riqueza alrededor de la colonia británica, tanto en el Campo de Gibraltar como en las zonas aledañas de Cádiz y Málaga, ya que ¿quién querrá sumarse a un Hinterland mucho más pobre, con graves problemas de marginalidad, drogadicción, tráfico de drogas, etc.

En cambio, el desarrollo industrial y tecnológico de la zona, que aumentara significativamente la renta per cápita, la instalación en la zona de grandes equipamientos públicos como hospitales de referencia nacional, universidad, etc. llevaría a los llanitos a ver como deseable sumarse a esa riqueza. Para ello sería fundamental un pacto igualmente de Estado entre el gobierno de la Nación y el de la Junta de Andalucía, que potenciara toda la riqueza endógena (que las hay) con aportaciones fundamentales de proyectos exógenos.

Y por último, faltaría una inteligente estrategia en el corazón del imperio inglés, desde la embajada española en Londres, para que la sociedad inglesa no visualice a los gibraltareños como las víctimas del toro español, sino como unos caprichosos que quieren vivir fastuosamente a costa del contribuyente británico.

Pero, ¿cuál es la realidad? Una política histórica que ha conseguido insuflar una identidad que ni los galos de la aldea de Asterix; una política nacional actual que usa Gibraltar, como el peñón del Perejil, como Ceuta, como Melilla, con exclusivo interés de fervor nacional; una deriva nacional-centrípeta que desprecia y atosiga la singularidad de sus propios territorios con lengua propia; una permisividad escandalosa en materia fiscal y aduanera, en concomitancia con las élites económicas de la Costa del Sol y las mafias locales; un Hinterland pobre, pobrísimo, con una economía fuertemente dependiente del tráfico del tabaco y del hachís; y con una sociedad española que su último problema es lo que pase en una rocalla más allá de Sierra Morena.

Porque si el problema fuera realmente el futuro de los pescadores de Algeciras o la Línea, con ofrecerles un plan de jubilación como a Bárcenas, seguro que estarán encantados con los arrecifes artificiales colocados por el gobierno de Gibraltar.

viernes, 6 de septiembre de 2013

El valor de sólo haber “trabajado” en política


Como muchas, y algunos, han resaltado, desde que Susana Díaz Pacheco empezó a pergeñarse como la futura presidenta de Andalucía, desde diestra y siniestra empezaran a articular un relato en contra de la entonces secretaria general de la Agrupación Provincial Socialista de Sevilla, donde, entre otros elementos, figura uno que concita especial consenso: su falta de experiencia fuera de la política.

Incluso una fina analista como Concha Caballero, en su post “Antisusanismo”, en el que defiende la idoneidad y la oportunidad histórica de la candidatura de Susana Díaz, afirmaba “Susana Díaz es una persona que “no ha trabajado en su vida en la empresa privada ni ha hecho oposiciones en la Administración pública”. Efectivamente esto es así y soy también de las que creen que esto, no es que los inhabilite en absoluto para un cargo, pero supone un cierto déficit.

Este discurso, el del desmérito de haber “echado” los dientes, y solamente, en un partido, me lleva a pensar que para muchos, la gestión de lo público tiene un carácter de amateur como los antiguos juegos olímpicos, donde no se les permitía jugar a los jugadores de baloncestos de la NBA porque eran “profesionales”.

Este discurso es casi hegemónico en la actualidad, posiblemente provocado por la experiencia, en los últimos años, de políticos y políticas que llevan ocupando puestos de responsabilidad durante décadas, sin otro mérito de estar bien relacionados. Pero ello no significa que sea cierto.

Y el argumento es contundente. A la hora de elegir al gestor de un gran hospital público, ¿preferiría a un profesional que ha recorrido todo el escalafón y conozca su estructura y sus dinámicas internas, o a un prestigioso pianista? Para rector de una gran universidad, ¿no sería mejor uno o una que haya pasado desde la condición de becario a la de catedrático, en vez un dentista afamado con consulta abierta? O, por ejemplo, para un gran banco ¿no es mejor aquel que ha desarrollado toda su carrera dentro de la entidad a una magnífica ingeniera superior? Aún recuerdo que entre los panegíricos sobre Alfonso Escámez, presidente en su día del Banco Central, destacaba que había empezado en la entidad de botones, con 12 años.

La política como afición, incluso sin remuneración, proviene del antiguo régimen e incluso del sistema liberal inglés, cuando sólo las clases más privilegiadas, la alta burguesía y la nobleza, se dedicaban a la gestión pública del que obtenían rentas de forma indirecta al defender sus derechos en sus negocios privados. Es memorable la indignación de los partidos liberal y conservador ingleses, en la Cámara de los Comunes, cuando los laboristas, obreros sin rentas de capital, decidieron poner un salario a los miembros del parlamento inglés.

Desde una óptica romántica, cierto amateurismo de la cosa pública puede ser atractivo: ciudadanos libres que ocupan transitoriamente una responsabilidad pública. Pero la realidad de la actual maquinaria administrativa y política convierte esa visión en un suicidio colectivo.

La Junta de Andalucía, por ejemplo, es la mayor organización de Andalucía, la que más personal gestiona, la que mayor recursos capta y la que mayor recursos gasta. De ella dependen nuestro bienestar, nuestra salud, nuestra educación, nuestro medio ambiente, etc. ¿Y es lógico poner a su cabeza al mejor de los bienintencionados que prestigioso en cualquier otra rama de la profesión o el saber, desconozca casi absolutamente el ente que gobierna?

Para mí, el curriculum de Susana Díaz es posiblemente una de sus mayores virtudes políticas: conoce desde dentro el municipalismo; conoce perfectamente la maquinaria política del mayor grupo parlamentario que sustenta el gobierno; conoce las dinámicas de la Corte, para ello ha sido diputada nacional; y ha gestionado la consejería política por excelencia de cualquier gobierno.

Si se hubiera dedicado durante cuatro o diez años a ser procuradora de tribunales, por ejemplo ¿qué mérito añadiría para su candidatura? Si durante una década hubiera sido becaria de un departamento universitario y luego profesora asociada, ¿sería Susana Díaz mejor candidata? Yo, sinceramente, creo que no sólo no sería mejor candidata sino que sería posiblemente una candidata perfectamente prescindible.

Otra cosa es que un candidato o una candidata deba pasar un tribunal calificador. ¿Y que son, si no, las elecciones democráticas? El mejor tribunal del mundo.

jueves, 23 de mayo de 2013

Que una frase no deshonre una vida. Carta abierta a José Chamizo.



Estimado Defensor,

Junto con su relevo al frente del Defensor del Pueblo andaluz se han hecho públicas sus declaraciones en la que apela a la Consejera de la Presidencia de la Junta de Andalucía como la chica de Presidencia .

Hago manifiesto público de mi admiración y simpatía por su labor durante más de década y media al frente de una institución que Vd. le ha dado un significado verdadero.

Este aprecio se ha ido cimentando a lo largo de los años no sólo por el trato personal e institucional que me ofreció cuando estuve al frente del Consejo de la Juventud de Andalucía en los noventa, sino también comprobando, día a día, su defensa de los más desfavorecidos de nuestro pueblo andaluz.

Como prueba, un botón: Andalucía nunca le estará lo suficientemente agradecida por el Informe que elevó al Parlamento Andaluz sobre la situación de las personas transexuales, y que permitió la aprobación por unanimidad de todos los grupos parlamentarios de la iniciativa de creación de la Unidad de reasignación del Hospital Carlos de Haya de Málaga.

Por esto, por el aprecio que le tengo, me veo animado a solicitarle públicamente que reconozca su error al denominar despectivamente a la Consejera de la Presidencia de la Junta de Andalucía como la chica. En una sociedad donde el machismo sociológico anida en las más sorprendentes personalidades, en un pueblo que justifica con los argumentos más peregrinos las discriminaciones por cuestión de género, el uso despectivo de chica para denominar a la mujer más relevante de la administración andaluza, me llena de inquietud. Soy consciente del momento emocional en el que ha pronunciado dichas palabras. Pero por eso mismo, por la dignidad con la que ha ejercido su labor al frente del Defensor, no merece que un borrón manche un brillantísimo expediente.

Reconozca su error y pida disculpa, que ello le honrará. Saber salir de las responsabilidades es tan importante como saber entrar en ellas. Desde un principio, la sociedad andaluza se ha reconocido en sus actos, en sus palabras, en sus denuncias. Por ello, la sombra de misoginia que proyectan  esas palabras sobre sus convicciones es completamente injusta con Vd. e incluso con el pueblo andaluz al que ha defendido con denuedo.

Post Scriptum: A las 21:26 CET del día 23 de mayo de 2013, EL PAIS ha publicado una entrevista a José Chamizo en la que afirmaba: "Pido perdón a la consejera de la Presidencia, a la que llamé “chica”. No era mi intención ofenderle. Tampoco era mi intención ofender al PP. Yo utilizo mucho el término “psicópata” pero no en plan de enfermedad, pero bueno, lo retiro absolutamente. Lo que pasa es que hay comportamientos que no entiendo. Creo que han tenido que ser el presidente de la Junta y la consejera de la Presidencia los que han decidido. "

Esa respuesta le honra. Pero no veo que aún sea consciente de la carga misógina de su comentario.

lunes, 20 de mayo de 2013

Machismo y Xenofobia en la ciudad



Un reciente twit de la asociación Sevilla Se Mueve mostraba la foto que encabeza este post junto a la siguiente reflexión: En el parking de la Plaza Rafael Salgado de Bami parece que no se ha seguido el mismo patrón "ecologista" que en el caso de la Biblioteca del Prado.

Los tribunales de justicia ya se han pronunciado jurídicamente sobre la cuestión, lo que unido a mis escasos conocimientos jurídicos, me invitan a no meterme en el campo minado de las interpretaciones legales. Pero no quiero dejar de compartir contigo, amable lectora o lector, mi hipótesis sobre lo que pasó realmente con la biblioteca universitaria de El Prado.

Hay que recordar que el Prado de San Sebastián ha sido mutilado a lo largo de la historia hasta dejarlo convertido en un rectángulo encajonado entre edificios históricos (Fábrica de Tabacos, Plaza de España, Estación de Autobuses del Prado)e histéricos (edificios de la calle Diego de Riaño). No hay que olvidar que todas esas construcciones fueron levantadas con el aplauso interesado de la sevillanía, que no encontraron nunca problemas en ocupar un espacio que en los ochenta del siglo XX se había convertido en un erial.

Por eso desentonó el alegato en defensa de unas jacarandas plantadas en los noventas durante el gobierno del PA-PP, sin mayor valor botánico, que primero realizaron los vecinos de la calle Diego de Riaño, y después, en tropel, los francotiradores de la sevillanía instalados en toda clase de púlpitos.

Y desentonaba porque sonaba, y sigue sonando, a excusa para tapar otros intereses más inconfesables: la misoginia, la xenofobia y la intolerancia política. Lo que la sevillanía, transida de lo que he dominado espíritu Romero Murube, no podía soportar es que un gobierno de rojos, instalados democráticamente en el ayuntamiento y en el rectorado de la Hispalense, decidieran construir un edificio diseñado por una mujer, que además era extranjera y musulmana justo al lado de Capitanía General. ¡Demasiado para el cuerpo de un sevillanito de dios!

Ahora tenemos la prueba en el parking de la plaza Rafael Salgado, donde una zona verde se ha convertido en una plaza dura, con desaparición de arbolado, y nadie, y menos que nadie el Tribunal Superior de Justifica de Andalucía, ha movido un dedo.

Claro que la obra seguro que ha sido diseñada por hombres blancos, honrados y católicos, y no por la chusma roja y extranjera.

domingo, 21 de abril de 2013

No se meta en política



Es conocida la anécdota, cuya veracidad no he podido contrastar, de la respuesta que dio el ex general Francisco Franco (el felón militar que traicionando el voto sagrado de defensa de la Patria promovió el asesinato de centenares de miles de sus compatriotas), a un neófito que le confesó sus aspiraciones públicas, aquello de joven, haga usted como yo, no se meta en política.

Sostengo desde hace décadas que fue esa vacuna, no se meta Vd. en política, la que permitió durante la Transición y en años posteriores, la puesta en marcha de políticas sociales, económicas y de derechos que cualquier observador imparcial consideraría imposible en un país educado durante cuarenta años en la violencia emocional, el exterminio cultural y la represión social.

De nuevo he recordado esta hipótesis leyendo la noticia que hoy publica EL PAIS sobre el matrimonio gay en Francia, al escribir el periodista: Si en España, el país vecino ex franquista y católico, la ley del matrimonio gay se solventó sin violencia y hoy se aplica en plena normalidad constitucional, la laica y docta Francia no podía ser menos, se pensaba.

La realidad es que en una sociedad movilizada, crítica y con músculo como la francesa, este avance, equiparable al fin de la esclavitud o el derecho al voto de la mujer, no podía pasar sin mayores consecuencias. La falta de respuesta de la sociedad española no es por lo tanto un acuerdo tácito sino resignado en el sentido de mientras a mí no me afecte directamente…

Pero también en España eso está cambiando. Tras treinta y cinco años de democracia, una parte de la sociedad está asumiendo que sí debe meterse en política. Pero curiosamente no ha sido la tradicional izquierda social, sino la siempre militante jerarquía católica quien está movilizando a su electorado en pos de la defensa de sus trasnochados principios éticos.

Claro que toda acción consigue una reacción, que doy por asumido por la jerarquía católica. Y es precisamente ese activismo católico el que puede y debe movilizar a la izquierda social. Claro que ello, como en Francia, está suponiendo mayores tasas de tensiones y conatos de violencia.

Ahora bien, la izquierda social debe estar atenta y no dejarse aleccionar desde la derecha sobre dicha tensión, ya que lo insano es precisamente esa calma aparente e insana de la sociedad española.  Sin violencia física y emocional, la tensión social siempre es un vehículo natural para avanzar. Tal vez habrá que empezar a hacer escraches delante de las parroquias como la derecha católica los hace ante los centros donde se practican interrupciones de embarazos.

sábado, 23 de febrero de 2013

El camino hacia la República.



El auge del republicanismo que actualmente vemos en España, me llena tanto de júbilo como de estupor. Júbilo, porque criado en una familia de larga tradición republicana nunca he sentido ese juancarlismo que se le presupone a la izquierda en la que me alineo. Estupor porque de nuevo llega la inspiración republicana no desde el corazón y la mente, sino desde las tripas.
          
Que si me queda un tiempo razonable de vida veré la III República Española es tan innegable como que mañana amanecerá. Claro que por republicanos nos definimos los que aspiramos a un revival, en lo positivo, de la filosofía de la II República Española, porque muchos parecen olvidar que repúblicas son también la de Guinea Ecuatorial, Irán, Estados Unidos, Corea del Norte y Haití, por poner algunos y dispares ejemplos.
           
Pero a nuestro concepto de republicanismo no se puede llegar desde la desesperación o el desencanto. Es injusto con el espíritu republicano adherirse a su causa por el bochorno de un sistema político colapsado y por una monarquía asesiada por sus propios errores.
               
A la república se debe llegar por el camino de la dignidad humana, de la ética de los derechos fundamentales del hombre y de la mujer: no ser gobernados por quienes no hayamos tenido la oportunidad de elegir.
                
Se trata del mismo principio filosófico que llevó a la revolución norteamericana a no aceptar impuestos de un gobierno que no habían tenido la posibilidad de elegir. Pero también de la misma lucha feminista, condensada en la expresión No taxation without representation que se negaba al pago de impuestos a esa misma República de los Estados Unidos de América, heredera de la revolución norteamericana, mientras no se permitiera votar a las mujeres.
            
Y no se trata que el gobierno de una república sea, per se, mejor que el de una monarquía, ni que sus leyes y sus políticas sean más beneficiosas para el conjunto de la sociedad que el que tenemos ahora en España. Es la imperiosa necesidad de ser gobernados por un primus inter pares, el primero entre iguales. O como escribió Francesc de Vinatea, jurat en cap de Valencia, al rey Pedro el Ceremonioso: cada uno de nos somos tanto como vos, pero todos juntos mucho más que vos.
              
Aunque sea para cambiar a Juan Carlos I, o a Felipe VII, por Aznar o Rajoy, que ya sería mala suerte.

lunes, 18 de febrero de 2013

Vamos a terminar muy mal. Respuesta a Pablo Iglesias.


Estimado tocayo,
      
Esto de dedicarme a lo político-social desde la base desde hace más de veinticinco años me ha permitido ver de cerca la evolución de los movimientos a la izquierda del PSOE. Por eso, cuando saltó el 15-M se me llenó las fosas nasales de la misma naftalina que ya había olido hacía veinte años antes durante mis primeros pasos juventosindicales.
          
Creo que ya he dejado escrito (me da pereza buscar entre mis antiguos post) que el PSOE siempre ha sido un oso al que es muy difícil abrazar sin que te mate. En Andalucía, ese terror llevó a la Izquierda Unida de Luis Carlos Rejón a pactar la pinza con Javier Arenas (que nadie me lo niegue porque el dirigente de IU lo reconoció a menos de 80 cm de mí). El PA optó por el abrazo, pero el resultado no fue mucho mejor. Aquellas experiencias terminaron como terminaron: tener como contrincante electoral al PSOE es tan peligroso como pactar con él.
           
Por ello comprendo ese empeño de cierta izquierda en auto intitularse verdadera, intentando desalojar al PSOE por todos los medios, a fuerza de culazos, del frondoso campo de la izquierda. Como ya he dejado igualmente escrito en este blog los errores que a mi entender ha cometido la dirigencia del PSOE y sus bases, así como las posibles salidas que yo percibo, me ahorraré el recurso dialéctico de intentar demostrar mi desapego al coche oficial y a la tarjeta VISA gubernamental, artículos de lujo que por otra parte en mi vida he tenido ni siquiera cuando ocupé un discreto puesto institucional, que por no tener no tenía ni sueldo ni dietas. Pero lo cierto y verdad es que más allá de las siglas y las dirigencias, existe un socialismo sociológico que tenazmente se aferra al partido de Pablo Iglesias, que aún cuando discrepen de la actual dirigencia (y de las anteriores) sigue viviendo como una agresión los ataques de esa otra izquierda que pretende ser la única verdadera.
              
La crisis ha sacado a la luz toda esta ponzoña moral, y ha dado nuevos bríos a todo ese rencor alimentado durante décadas, pero esta vez con el inestimable concurso de una dirigencia del PSOE errática, colapsada, anquilosada y desquiciada por tantos años de gobierno partidario. Gracias a tiros y troyanos, ese odio (sí, se trata de odio por muy racionalizado que esté) hacia las venerables siglas que fundaran los y las socialistas españolas hace casi siglo y medio, alimentada con el intelecto y la sangre de decenas de miles de las mejores personas que ha dado España desde finales del siglo XIX.
           
Algunos aprendices de demiurgo, conscientes o inconscientemente, se han visto aupados a lo alto de la cresta de esa ola anti-PSOE, en un proceso retroalimentador que acelera aún más ese odio yo diría casi atávico, en el que lamento tener que incluirte, estimado Pablo.
         
En estas, Beatriz Talegón pronunció unas palabras ante una reunión de la Internacional Socialista que provocó un pequeño maremoto patrio. Para una parte de la izquierda española, supuso un aire fresco, un desafío a las estructuras del socialismo institucionalizado, y la prueba de que en el seno del PSOE se podían cambiar las cosas.
          
Pero desde otra izquierda, se ha visto este mensaje de Talegón como una amenaza para el discurso penosamente construido de deslegitimización del PSOE, y rápidamente se orquestó en las redes sociales una teoría conspirativa, foto con beso incluida.
           
Ayer publicaste un post en tu blog de publico.es Otra vuelta de tuerka, titulado Beatriz Talegón y el efecto boomerang tan brillante como otros muchos que te he leído, aunque esta vez me gustó más por coincidir con mis propios pensamientos. ¡Qué quieres que te diga! Incluso yo soy humano.
        
Pero como no suelo quedarme en los textos de las plumas a las que sigo sino que no dejo de leer los comentarios que sus post y artículos generan, he visto que de forma mayoritariamente te tachan de iluso, patético y ¡hasta de revisionista!. Y no creas que me alegro (imagino que a ti personalmente te dará igual mis sentimientos) pero creo que puede servir de paradigma de mi posición.
          
Entre todos hemos activado un monstruo en la izquierda que devora lo que se opone a él (cuyos zarpazos hoy te han rozado), y me temo que, por aquello del karma, generará en el campo de la izquierda otro monstruo de igual intensidad pero en sentido contrario.
      
Viendo las imágenes con el abucheo de Beatriz Talegón, leyéndote y viendo los comentarios de tus seguidores al referido post, no he podido dejar de recordar las palabras de Julián Besteiro en 1933, que casi podemos calificar de testamento político.
        
Besteiro, que se enfrentaba a una situación que tenía algunos puntos en común con la actual, decía: Hay en el origen de todas las actitudes de rebeldía, cuanto más meditadas y profundas, mejor, un sentimiento de repugnancia hacia las injusticias y desigualdades, y una aspiración a que éstas sean suprimidas y reparadas; pero mientras el Socialismo no es más que eso, es estéril y muchas veces absolutamente contraproducente.
           
Por eso yo, añadía el venerable profesor, cuando aparece en nuestras filas, o fuera de ellas, un hombre que habla de Socialismo con un énfasis místico, como si a cada una de sus palabras le precediese el brillo de las zarzas que ardían en el Sinaí, e invoca en cada momento los estados íntimos de la conciencia moral y los refinamientos de la sensibilidad, yo desconfío; desconfío porque para ser socialista eso no vale, eso queda oculto como un sentimiento interno e inicial de las actuaciones.
         
Y aclaraba: Por entusiasmo místico y sentimental se puede llegar a una posición de superioridad protectora, adoptando la actitud de derramar los beneficios de la sabiduría y de la bondad sobre las masas, cuando éstas son los que tienen que emanciparse por sí mismas, según las palabras de MARX. O se puede, en un impulso de sentimentalidad, adoptar actitudes que tienen una apariencia radical; pero que en el fondo no valen absolutamente para nada. Y tenemos que convencernos, compañeros, que aunque el marxismo, el Socialismo científico, el Socialismo que verdaderamente está cada vez más en el fondo del espíritu de la masa proletaria, aunque ese Socialismo tenga un origen en sentimientos de justicia, en deseos de mejorar, en afectos, en estímulos morales, si queréis, el Socialismo es ante todo inteligencia, es comprensión.
             
En estos momentos creo que hay miles, decenas de miles de febriles izquierdosos con el brillo de las zarzas ardientes en sus ojos. Me temo que por el camino emprendido, el victorioso sea de nuevo el sistema neoliberal que aprovechará el empeño de la izquierda de repartir carnés de autenticidad para cambiar todo sin que cambie nada. La historia de Julián Besteiro la conocemos: después de quedar relegado en el PSOE murió en prisión por querer compartir su destino con el de sus conciudadanos de Madrid.
             
Visto lo visto, no creo que nosotros terminemos mejor.

domingo, 17 de febrero de 2013

Santa Intransigencia



Hoy es uno de esos días en que a uno le gustaría buscar una piedra llorosa como el alcalde de Sevilla García de Vinuessa y llorar amargamente. O entonar el grito de Ortega y Gasset no es eso, no es eso.

Y no sólo por los abucheos de algunos en la manifestación de anoche en Madrid contra los desahucios contra algunos dirigentes del PSOE, que siempre los encuadro, venga de donde vengan, como una forma más de libertad de expresión, sino también por los comentarios que sobre tal hecho voy leyendo en la prensa digital por algunos lectores.

Sobre manifestaciones, pocas personas en España pueden darme lecciones: desde las manifestaciones estudiantiles de 1987, hasta ayer contra el cierre de la factoría de Cargill en San Jerónimo, he participado en centenares de ellas, contra todos los gobiernos de la Nación (Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy), por la paz, contra la guerra, contra los abusos empresariales, contra los desahucios, contra las violaciones, contra la discriminación hacia las mujeres, por los derechos de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales, por el empleo de los trabajadores del campo, etc.

Y nunca me he considerado con autoridad moral para decidir quien debía estar en ella y quien no. Posiblemente, algunos de los que ahora andan indignados por el mundo, hasta que la crisis no les tocó eran los que miraban desde la acera con desprecio a los que andábamos por la calzada. Y ahora esos mismos se creen con derecho a convertirse en jueces y verdugos, repartiendo urbi et orbi carné de manifestante.

Porque en el fondo, esos mismos que van de izquierdosos han interiorizado la santa intransigencia católica, rechazan la razón y aplauden la simplificación más radical. Para mí, en estos momentos, esos que descuartizan al PSOE en su conjunto no tienen más autoridad moral que Millán Astray y su viva la muerte, abajo la inteligencia. Dios los cría y la sangre española los une.

domingo, 3 de febrero de 2013

LIPASAM: No es cuestión de dinero, es cuestión de dignidad


Posiblemente el señor Zoido no entienda cuando le hable de dignidad. Y puede que tampoco lo entienda esa mayoría sociológica de la derecha sevillana, que reduce la dignidad a no abortar, pero que calla vergonzosamente ante la compra-venta de niños del franquismo. Pero si alguien sí sabe de dignidad, son los y las trabajadoras que como en LIPASAM se ponen en huelga.
        
Ya se ha publicado que el pasado viernes, en menos de una semana, empleados de la empresa pública de limpieza ya habrían perdido 500 euros de salario. Para cuando termine este enfrentamiento, los trabajadores habrán perdido no menos de la doceava parte de su salario anual y la empresa se habrá ahorrado decenas de millones de euros.

En términos económicos, una huelga así siempre la pierden los trabajadores y la gana la empresa. Pero si lo valoramos en dignidad política, siempre la ganan los huelguistas y la pierden los patronos, en este caso el alcalde Juan Ignacio Zoido.

Porque a Zoido ni siquiera le consuela lo originalidad de su postura de firmeza, que yo calificaría de temeraria. Antes que él, políticos neoliberales (sin caretas) ya ensayaron y vencieron, como la primera ministra del Reino Unido, señora Teacher. Los argumentos son igualmente “copiados” del manual neoliberal: utilizar arbitrariamente datos salariales y buscar el victimismo.

SOBRE LO GANAN LOS HUELGUISTAS: Una de las estrategias comunicativas es intentar convencer a la ciudadanía que los trabajadores en huelga son privilegiados. Y lo intentan esos mismos que cobraban sobres con cargo a fondos supuestamente proveniente de actividades ilícitas. Cualquier ciudadano debe saber que lo que cuesta salarialmente un trabajador a una empresa no es lo que cobra en nómina un trabajador. Generalmente, los costos salariales de la empresa respecto al salario del trabajador es de un 30%. Es decir, si una empresa dice que un trabajador cuesta 30.000 euros, significa que el salario bruto del trabajador es de 20.000 euros. Si a este salario se le descuenta la parte proporcional de Seguridad Social y Formación, más las retenciones de IRPF, y se divide por 14 pagas, significa que un peón de LIPASAM cobra realmente no más 1.200 euros al mes por un trabajo nocturno, a la intemperie y trabajando con mierda. ¿Ese es el salario de privilegio de los trabajadores de LIPASAM.

Otro de los mecanismos es sumar toda la masa salarial y dividirla por el número de trabajadores, para hallar un supuesto “salario medio”. O mi preferida, la de sumar el coste salarial de cada categoría profesional, desde el gerente, que cobra más de 100.000 euros, hasta el escalafón más bajo, y dividirlo entre el número de categorías. Todas estas fórmulas dan como resultado cifras tan escandalosas como falsas. Pero la verdad nunca ha sido patrimonio del patrón.

DIFERENCIAS ENTRE HUELGAS. Muchos voceros pretenden obviar que un día de huelga le cuesta un pastón al trabajador, y si lo multiplicamos por semanas, el costo de una huelga para el trabajador es brutal. Pero hay huelgas y huelgas. Las convocadas por los sindicatos corporativista suele ser más egoístas, ya que pretende mejorar exclusivamente las condiciones laborales de su categoría o sector, sin importarle el resto de trabajadores. Su gran poder de negociación consigue habitualmente ganar a costa del resto de trabajadores.

En cambio, una huelga de los sindicatos de clase, como en LIPASAM, luchan por el interés de todos los trabajadores de empresa. Y son estos sindicatos de clase los que luchan también por los derechos de aquellos trabajadores de empresas sin representación sindical e incluso sin trabajo, como cuando se convoca una huelga general.

Aunque mañana Zoido retirara su programa brutal de ajuste que anuncia una privatización, los grandes pagadores de la huelga habrán sido los trabajadores de LIPASAM. Pero consigan su objetivo o no, habrán ganado en dignidad.

Dignidad que Zoido sólo conoce de haberla leído en algún libro. Y puede que ni eso.

jueves, 31 de enero de 2013

Las vírgenes de Zoido.


Ha tardado casi dos años, pero por fin sabemos cual es el proyecto de Juan Ignacio Zoido para la ciudad de Sevilla. El proyecto del bipartito PSOE-IU que gobernó la ciudad a lo largo de casi una década estaba claro, blanco sobre negro, en el Plan General de Ordenación Urbana de Sevilla, dirigido por el prestigioso urbanista Fustiguera. Un PGOU cuya ejecución está provocando un rosario de premios y menciones como la reciente de la Unión Europea por el impulso que significó en la movilidad de la ciudad los carriles-bici.
       
Sobre el destino que Zoido tenía en la cabeza para Sevilla era todo un misterio, pero al fin se ha corrido el velo y podemos verlo. Y olerlo.
           
Porque resulta que la Sevilla ideal de nuestro alcalde es la del siglo XVII, la de las vírgenes de Zurbarán y las inmundicias por las calles, esas calles llenas de basuras y desechos que llevó al ayuntamiento de la ciudad a pintar cruces en las calles más inmundas con la intención que el sagrado símbolo disuadiera a los vecinos, como ocurrió en 1601, cuando el Cabildo acordó que se pinten de cruces la calle que va de San Juan de la Palma a San Andrés, y en la calle Imperial los muros de San Leandro.
             
Claro que como no era cuestión de pasear las basuras por la capital del Reino, Zoido ha ido a presentar a Madrid la magna exposición titulada Santas de Zurbarán: Devoción y Persuasión con la intención de convertir a Sevilla en un emporio cultural. Provoca ternura la ignorancia de nuestro munícipe, pero alguien debería recordarle que las tendencias más actuales del mundo mundial no van precisamente en la línea del maestro de Fuente de Cantos. Menos mal que en Sevilla alguien piensa, y el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo nos ha traído, se ha inaugurado hoy, la primera exposición del artista chino Ai Weiwei que se realiza en España. Eso sí que es crear un emporio cultural, pero en fin…
           
Y mientras el regidor se pasea por los Madriles con sus santas de los brazos (¿alguien ha notado el parecido de Zoido con don Hilarión de La Verbena de la Paloma?) en Sevilla sigue el proceso de convertir la capital de Andalucía en la ciudad del Siglo de Oro con la inestimable colaboración de los y las trabajadoras de LIPASAM, a los cuales el regalo les va a salir por un ojo, en cuanto miss Fley empiece a recortarles de las nóminas los días de huelga.
           
Y vista la capacidad de gestión y búsqueda de soluciones del equipo de los 20 (sí, sí, concejales, no el número de sobres que andan repartidos por ahí) les propongo gratis una brillante idea: que manden pintar cruces por todas las calles como en 1601. No dejaremos de arrojar basuras a las calles, pero las vírgenes de Zurbarán se sentirán como en casa. Y Zoido, también.

miércoles, 30 de enero de 2013

La ideología de los números



La profunda investigación del neoliberalismo a partir de los años cincuenta para recuperar el discurso ideológico concluyó en la necesidad de ocultarlo tras la frialdad de los números.
       
Se trataba sin duda de un aprendizaje del marxismo, que superó la antigua escolástica centrando el análisis histórico en las razones económicas inherentes a la lucha de clases. De este modo, el neoliberalismo, de forma camaleónica, consiguió ocultar sus intenciones depredadoras bajo un aparentemente aséptico lenguaje de raíz marxista: el que permitía la frialdad de los números.
       
Así, y como la gota malaya, han taladrado todas nuestras conciencias hasta conseguir que el conjunto de la sociedad analice y justifique cualquier política bajo el signo económico de la rentabilidad y la sostenibilidad. Además de inmoral, este mecanismo dialéctico oculta un hecho evidente: que los datos económicos son aún más manipulables que los principios morales y éticos.
       
Pero pongamos un ejemplo. Si usted tiene dos hijos, y uno es más inteligente que otro, de acuerdo con la dialéctica neoliberal, su comportamiento lógico es centrar todos los recursos económicos y emocionales en el más inteligente, ya que es el que más rentabilidad tendrá en el futuro. Es decir, cualquier inversión en su hijo menos inteligente será considerada en despilfarro insostenible.
   
Cualquier padre o madre descubre rápidamente lo absurdo de este planteamiento, y con toda la razón invertirá más en el niño menos inteligente para asegurarle un futuro similar al del hijo más inteligente: le pondrá más profesores de apoyo, contratará a psicólogos, pedagogos, etc. para reforzar sus capacidades y le dedicará más tiempo y apoyo emocional.
     
El neoliberalismo intenta por todos los medios ocultar su radical darwinismo social cuyo fin último es su política genocida. De vez en cuando podemos atisbarlo en declaraciones como las del ministro japonés que animaba a los ancianos a morirse antes para ser una carga menor al sistema económico.
         
Por eso desde la izquierda, después del formidable avance que supuso el marxismo, no debemos caer en el error en aceptar la dialéctica neoliberal economicista. Más allá de los números, de las cuentas, de las proyecciones económicas, estamos las personas. Mucho o poco, grande o pequeño, nuestro mundo es un patrimonio compartido por sus habitantes. Todo lo que existe en él, debe repartirse de la forma más justa y equitativamente posible.
     
El premio al esfuerzo y a la constancia, la prima al trabajo y la dedicación debe existir, pero nunca de tal forma que el que más tenga supere en varios millones de veces al que menos tiene, ni el que más gane  multiplique por casi 8.000 las veces de lo que gana el que menos, como es la diferencia entre lo que gana Emilio Botín y el Salario Mínimo Interprofesional de España.
        
Y desde luego, ninguna razón económica, presupuestaria o fiscal justifica moralmente que a un individuo o a una población se le apliquen medidas de ajuste que lesionen sus derechos más básicos a la integridad física y a su salud, por cualquier razón de nacionalidad, raza, vecindad o rentabilidad. Y si no hay, se saca de donde haya. Como haría un padre con su hijo, incluso al menos inteligente.

martes, 22 de enero de 2013

Bárcenas: la última frontera de la corrupción

Si fuera una persona confiada, ahora estará en estado de shock tras leer en los últimos cinco días las sospechas, más que fundadas, de que la dirigencia nacional del Partido Popular habría estado cobrando en los últimos veinte años sobresueldos en negro de origen ilegal.

Pero como no lo soy, como no me considero una persona confiada (por más que mi maestro Séneca recomendara que es preferible ser engañado a desconfiar), la noticia ha venido a confirmar lo que sospechaba desde hace tiempo: que la podredumbre moral del franquismo ha permanecido intacta en sus herederos intelectuales, políticos y sociales.

Aunque aún puedan no percibirse, las diferencias entre los casos de corrupción política y económica de los que hemos tenido noticias desde 1975 y la sombra del Caso Bárcenas, son enormes, abismales, cósmicas. Hasta el día de hoy, los casos de corrupción conocidos eran de dos tipos: aquellos organizados por una trama de políticos y conseguidotes para alcanzar beneficios ilícitos, y aquellas organizadas desde las dirigencias económicas de Partidos Políticos para financiar ilegalmente a sus organizaciones y que terminaban llenando los bolsillos de algunos. Ambos tipo de tramas son igualmente repugnantes, pero generalmente se circunscribían a grupos más o menos pequeños de individuos que utilizaban sus contactos y responsabilidades para corromper y corromperse.

Pero el Caso Bárcenas nos sugiere algo completamente desconocido en España, aunque muy conocido en otras latitudes y países de la Unión Europea. De ser ciertas las denuncias de EL MUNDO, y las declaraciones de algunos miembros de las antiguas dirigencias del Partido Popular, se trataría de todo un sistema montado entorno a un partido político, en el que el conjunto de las direcciones políticas a lo largo de décadas habrían conocido, participado y lucrado con unos ingresos de procedencia ilícita que haría necesaria la complicidad de todos ellos para mantenerlo.

Si los responsables menores de las Comisiones Ejecutivas Nacionales del PP desde Manuel Fraga hasta Mariano Rajoy, pasando por Antonio Hernández-Mancha y José María Aznar, habrían recibido sobres con dinero negro por varios miles de euros mensuales durante años; si el administrador de esos fondos monetarios de procedencia ilícita ha acumulado decenas de millones de euros; si el Partido Popular habría conseguido mantener oculto durante décadas tal sistema; di aceptamos que cualquier tipo de comisión de este tipo no sobrepasa el 3%, el 5% todo lo más, podemos deducir que los ingresos ilícitos que habrían nutrido dichos fondos no habrían bajado de centenares de millones de euros desde los años 80 (posiblemente más cerca de los mil millones de euros que de los 500 millones de euros) a partir de un negocio de entre 10.000 y 20.000 millones de euros. ¡Una cantidad colosal de la economía nacional!
    
Pero no es sólo la enorme cuantía que podríamos deducir habría manejado la trama nacional del PP, sino que además debía ser de público conocimiento entre la directiva que cobraba dichos sobres, desde su presidente (Fraga, Hernández-Mancha, Aznar, Rajoy) hasta el más discreto de los secretarios ejecutivos. Es decir, que a tenor de las denuncias públicas conocidas la dirección nacional del PP sería el Consejo de Administración de un ente mafioso llamado Partido Popular.

Para la estabilidad de un reparto de beneficios de tal envergadura por parte del  hipotético PPSAM, (Partido Popular, Sociedad Anónima Mafiosa) tendría que haber un plan de ingresos que involucraría al conjunto de la organización, desde el municipio más pequeño a la Administración del Estado: comisiones en concursos públicos, por recalificaciones, en créditos a la exportación, venta de armamentos, donaciones nacionales e internacionales, etc.

Es decir, una maquinaria perfectamente engrasada que requeriría el concurso de una ingente cantidad de altos responsables, dirigentes intermedios, funcionarios públicos, altos dirigentes empresariales, alcaldes, concejales, etc. realmente escandalosa. Un sistema tal no puede nacer de la nada, sino que tendría que utilizar los elementos propios de la corrupción franquista, que tras los el sesteo de los primeros años de la Transición, se activaría para servir a la nueva derecha española. A la luz de estos hechos, el famoso Caso Naseiro, desactivado por tecnicismos legales, adquiriría una nueva dimensión.

Un medio de la derecha, EL MUNDO, nos informa que la dirección nacional del PP cobraba sobresueldos con dinero presumiblemente de origen ilícito. ¿Alguien en su sano juicio piensa que las Ejecutivas regionales y provinciales no habrían replicado tal modelo, persistente en el tiempo, a su escala y recursos? De ser así, el monto total sumaría varios miles de millones de euros, posiblemente para alcanzar una cifra cercana al billón de pesetas.

De ser ciertas mis sospechas, sí habría llegado la hora de la refundación de España.