martes, 30 de marzo de 2010

Ser gay no es sinónimo de ser inteligente.

Ni de ser idiota, ni de izquierda, ni de derechas, ni bueno, ni malo, ni santo ni pervertido. El buen dios fue muy democrático y maricones los hay en todas las familias. Recordé esta afirmación que hacía en los Jueves de COLEGA Sevilla, las reuniones semanales de la asociación durante mi etapa de miembro de su Ejecutiva, al ver el grupo de Facebook “Se puede ser gay y de derechas”.
La orientación sexual no se elige, pero sí puede desarrollarse, o no. Ser heterosexual, homosexual o bisexual no es una opción sexual, es una condición natural del individuo. Pero su práctica sí lo es. Tener relaciones heterosexuales, bisexuales u homosexuales es opcional, independientemente de la orientación sexual del individuo.
Los estudios obsesivos tanto de gays para explicar su orientación como de homófobos para detectar, eliminar o curar a homosexuales, han fracasado inevitablemente. Más éxito ha tenido la observación del mundo natural para detectar la existencia de relaciones homosexuales entre animales de diferentes especies. La conclusión es que en el mundo animal el sexo no está exclusivamente unido a la procreación, dándose en mamíferos, ovíparos, insectos, etc. relaciones afectivo-sexuales entre ejemplares del mismo sexo. Según Bruce Bagemihl se han observado este tipo de comportamientos en casi 1500 especies, desde primates hasta parásitos intestinales, y está bien documentado para unas 500 especies. Y, naturalmente, también en los seres humanos.
La heterosexualidad, la homosexualidad y la bisexualidad han estado presentes en toda la historia de la humanidad. Y se observa que las sociedades que más la han rechazado son las natalistas, es decir, las que priorizan su aumento constante de población como base de su expansión territorial. En cambio, en aquellas sociedades sin una apuesta natalista, la diversidad de orientación sexual ha sido respetada e incluso promovida.
En occidente las tres religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo e Islamismo) han sido muy beligerantes contra la homosexualidad, especialmente la masculina. Odio hacia los homosexuales que heredó las ideologías conservadoras y de izquierda en el siglo XIX. Tan solo el liberalismo, que primaba la libertad del individuo, incluida la sexual, mostraba un mayor respeto hacia gays y lesbianas.
La Inglaterra victoriana, el comunismo (“acabando con los homosexuales acabaremos con el nazismo” afirmaba Máximo Gorki), el nazismo, el franquismo, etc. elaboraron leyes y estrategias para la persecución y la eliminación social de la homosexualidad… con evidente poco éxito pero con unos costes inmensos para millones de personas.
Rodríguez Zapatero tomó en su día una decisión importante, no exenta de controversia dentro del propio Partido Socialista Obrero Español: modificar el Código Civil para obviar el sexo de los contrayentes y así permitir el matrimonio de dos personas del mismo sexo. Con ello, España se convirtió, como afirmó ZP, en un país un poco más decente. Esta decisión pilló con el paso cambiado a la derecha política, mediática y sociológica española. La iglesia católica se asustó por el efecto contagio entre los países católicos mediterráneos e iberoamericanos. Y los y las homosexuales y bisexuales de derechas han tenido que inventar sobre la marcha una autojustificación moral para seguir siendo homosexuales, de derechas y poner a caldo a ZP. Como la que podemos leer en la página del grupo de Facebook: “Si, se puede, porque somos muchos, no todos los gays son de izquierdas, y seamos sinceros, la mayoria que voto a zapatero fue por lo de las bodas gays... La realidad es que con el PP todos viviamos mejor (sic)”. ¿Mejor como ricos o mejor como gays?
Excusatio non petita, accusatio manifesta. ¿Quién afirma que para ser gay hay que ser de izquierdas? Ni un solo documento, ni un solo escrito de los centenares que he leído sobre homosexualidad lo dice. Pero cuando observas que un partido realiza una apuesta fundamental por la igualdad mientras otro esconde su homofobia bajo el paraguas de la tradición y la familia, cualquier gay, lesbiana y bisexual no puede dejar de identificarte más con uno que con el otro. Y esta contradicción es la que lleva al gay de derechas a convertirse en homófobo. Es el mismo principio psicológico que llevó al senador Roy Ashburn, homosexual casado con una mujer y padre de cuatro hijos, a promover políticas homófobas en California. Ser gay no es sinónimo de inteligencia. Pero ser gay y sentirse cómodo en el PP, sí es sinónimo de idiotez.
Como curiosidad, te recomiendo un montaje titulado Hidden History colgado en Youtube con fotografías de parejas gays desde finales del siglo XIX.

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