martes, 7 de noviembre de 2023

El fin de una historia de 137 años.

 

Justo e Isabel, con sus hijos Justita, Carmenchu, Benito y Manolito, en Écija.

El 23 de agosto de 1886, nacía en Trijueque, una pequeña localidad de Guadalajara, Justo José Morterero Felipe, hijo de Benito Morterero de Agustín y Crisanta María Felipe Pajares, medianos propietarios de la comarca de la Alcarria. Con su natalicio se iniciaba lo que luego sería un feliz matrimonio y una prole numerosa.

Pocos años después, el 12 de junio de 1894, nacía en La Palma del Condado, provincia de Huelva, la niña Isabel del Pino Díaz, hija del entonces sargento de Carabineros (jubilado como segundo teniente) Manuel del Pino Ponce, y de María Díaz López.

Justo e Isabel se conocieron en Ceuta. Justo, después de estudiar magisterio en el Instituto de Guipúzcoa, se había trasladado a la ciudad de las siete colinas para trabajar con su hermano Jesús Morterero, propietario de la Joyería Morterero (que luego compraría Epifanio Hernández, transformándola en la Joyería “La Esmeralda”). Por su parte, Isabel se había trasladado a Ceuta a principios de la década de los años 20, junto con su padre y hermanas, una de ellas Rafaela, casada con Emilio Millán Rivero. La razón fue que Emilio, auxiliar de farmacia ugetista, fue uno de los líderes de la huelga general del comercio de Málaga de 1919, que tras fracasar fue vetado laboralmente en toda la zona, por lo que tuvieron que emigrar, eligiendo como destino la española ciudad norteafricana.

De aquel encuentro entre Justo e Isabel surgiría lo que sus hijos describían como una adoración entre ambos, un rápido matrimonio, en 1921, y el nacimiento de una nueva saga con María Crisanta (que todos conocían como Justa o Justita), Carmen (familiarmente conocida como Carmenchu), Benito, el pequeño Manolito (que tras el asesinato de su padre empezaría a ser llamado Justo) y Marisa, la pequeña que murió y fue enterrada en tierra santa de Rebollosa de Hita.

Pero esa historia, nacida en 1886, tendría un grave suceso, cuando Justo fue asesinado por orden del felón Queipo de Llano en agosto de 1936, a un día antes de cumplir los 50 años, en Écija, donde ejercía de maestro nacional afiliado a la FETE, por el terrible delito de ser un buen padre, un buen esposo y un buen maestro, como escribiría su viuda a su hermana Carmen, y que la censura militar franquista no se atrevió a tachar.

Isabel, Isabelita como le llamaba su marido Justo, fallecería el 1 de septiembre de 1952.

Pero esa historia aún le quedaban muchos frutos. Ya en Ceuta, Carmenchu conocería a Clemente Cerdeira García de la Torre, con quien tendrían seis hijos, Clemente, Maribel, Maricarmen, Justo, Alfonso y Marién. Benito se casaría con Pilar, matrimonio del que nacerían cinco hijos, Lala, Javier, Arancha, Pili e Iñaki. Y Justo se casaría con Carmelita, con quien tuvo siete hijos, Justo, Rafa, Maricarmen, Maribel, el pequeño Jesús que no llegaría a sobrevivir, Pablo y Dani. Justita, por el contrario, sería la tía a la que todos adorarían, y que tuvo tres hijos postizos en sus ahijados, Maribel Cerdeira, Javier Morterero y Pablo Morterero. Como ella decía, a quien Dios no le da hijos, el diablo le da sobrinos.

Luego, la vida fue cumpliendo su destino, y fueron falleciendo Benito, Justita y Carmenchu.

Este domingo 5 de noviembre de 2023 falleció el pequeño Manolito, a la edad de 96 años, en las soleadas tierra del lugar de Benajarafe, villa de Vélez-Málaga, obispado de Málaga y reino de Granada, cerrando esa preciosa historia de amor que nació 137 años antes.

Que la tierra te sea leve, papá.


viernes, 18 de agosto de 2023

Antonio Escuin Lois, el nombre y la cara del asesino

 

Antonio Escuin Lois, fuente www.todoslosnombres.org

Han pasado más de ocho décadas, pero la verdad no entiende de tiempo. Hoy sé el nombre de uno de los asesinos de mi abuelo, y quiero gritarlo: Antonio Escuin Lois.

El pasado 18 de julio se cumplió 87 años del alzamiento de una gran parte del ejército español (no todo él) contra el gobierno legítimo presidido por Santiago Casares Quiroga, que a la postre fue un levantamiento contra la II República.

A nivel personal, cada 18 de julio comienza una sucesión de emociones que termina el 23 de agosto, aniversario del asesinato de mi abuelo, Justo José Morterero Felipe, en Écija, por bando de Guerra.

Durante muchas décadas, no supimos nada de los asesinos de ese buen padre, buen esposo, buen maestro en palabras de viuda, mi abuela Isabel del Pino. En casa solo se comentaba que los que dispararon a mi abuelo habían sido alumnos suyos anteriormente, lo que sin duda añadía más horror a la historia.

Sabemos que cada asesinato en la Andalucía ocupada por las tropas rebeldes aplicando el tristemente famoso Bando de Guerra fue ordenado específicamente por el genocida Queipo de Llano. Como recoge José María García Márquez, solo consta un asesinato que no fue ordenado por el felón, y su autor, un falangista, fue duramente castigado. En la Sevilla de agosto del 36, nadie moría violentamente si no era por voluntad del abominable Gonzalo.

Pero construir la cadena de acontecimientos que llevaban al ex militar (fue expulsado del Ejército español ese mismo mes por el Tribunal Supremo) a ordenar cada asesinato, es complejo

Aunque poco a poco, y gracias a ese movimiento memorialístico que tanto horroriza a las derechas españolas, jerarquía católica incluida, vamos descubriendo algunos de esos procedimientos.

En el caso de los asesinatos de Écija, la localización de un expediente judicial gaditano ha permitido saber que existió una junta en la localidad, que proponía las personas que debían ser asesinadas.

El 23 de diciembre de 1939, el entonces comandante Antonio Escuin Lois, compareció ante un juzgado gaditano en relación al asesinato del maestro de la provincia de Córdoba Vicente Alvanez (sic) Pastor.

Escuin, capitán de la Guardia Civil en aquel terrible verano del 36, se hizo famoso en Écija y su comarca por su participación en la sangrienta represión ejercida por las fuerzas rebeldes tras el 18 de julio, como en los asesinatos de El Rubio, Marchena y Puente Genil. Y años después sería sancionado militarmente por un turbio delito de contrabando de tabaco en Sevilla.

En su declaración, Escuin manifestó en 1939

Que para llevar a cabo cualquier ejecución, de individuos peligrosos en los dias críticos que se atravesaba en la España Nacional, se acordaba su ejecución, en reunión de las Autoridades de Ecija, compuesta por el Comandante Militar de la Plaza, un Capitan del Depósito de Recria y Doma, el Policia Señor Angulo y el que declara, y con arreglo a la peligrosidad del individuo, cargos y denuncia que contra él habia, se acordaba o nó su ejecución.

añadiendo que

… igualmente no los recuerda [el nombre] los de los dos Maestros ejecutados y el de que fué expulsado como igualmente la Maestra…

En 1939 Escuín no recordaba el nombre de mi abuelo, al que dio orden de asesinar. Pero nosotros, en pleno siglo XXI, no podremos olvidar su nombre.


viernes, 4 de agosto de 2023

Un asesinato nunca es agua pasada

 

En la versión televisiva de “El templete de Nasse-House”, protagonizado por David Suchet en el papel de Hercules Poirot, conversando con la anciana dama, anterior titular de la hermosa propiedad de Devonshire, le reprocha:

  • ¿Tan terrible como lo que pasó aquí hace cinco semanas? ¿Tan terrible como matar a una niña que solo tenía catorce años?

La anciana le responde enfadada:

  • Déjelo ya. Es agua pasada. Se acabó.

Entonces el detective belga le responde lapidario:

  • No, madame. Un asesinato nunca es agua pasada.

Y es cierto: nunca lo es.

Se proyecta a su alrededor y su eco resuena durante años, décadas, siglos, mientras hayan personas que fueron víctimas directas o indirectas.

Por eso es tan repugnante clasificar la importancia de los asesinatos, y de sus víctimas, en función del tiempo transcurrido, o en función de nuestra cercanía ideológica con los muertos.

Una repugnancia que aumenta cuando no parte de un individuo aislado, cuando no es una opinión personal, sino que se inserta en un discurso ideológico y político, para priorizar unas víctimas sobre otras, en función de su utilidad política en el presente.

El asesinato de una persona en el año 36 de manos de un pelotón de fusilamiento ordenado por Queipo de Llano es tan insoportable como el asesinato de Miguel Ángel Blanco por parte de ETA, el asesinato de Ana Orantes en manos de su marido, o el asesinato de Marta del Castillo. Todos ellos merecen nuestra compasión, y comprensión al dolor de sus familias, dando igual que hayan pasado hace 100, 50, 10 años.

Cualquier asesinato (incluso los “legales” en aplicación de la pena de muerte en algunos Estados) es insoportable.

Freidrich Schiller, en su opúsculo “Sobre lo sublime”, nos advertía que

Nada es tan indigno del hombre, pues, como sufrir violencia: la actitud violenta lo aniquila. El que la ejerce nos disputa nada menos que la humanidad. El que la sufre cobardemente se despoja de su humanidad.

Y si hay algo que me indigna sobremanera es la manipulación de aquellos que establecen una jerarquía de víctimas buenas y malas, que se burlan de los hijos y nietos de aquellos asesinados y asesinadas que buscan justicia, mientras exigen violentamente compasión hacia sus muertos.

Son los degenerados de siempre, los que están acostumbrados a utilizar a los muertos en su beneficio económico, los que históricamente se han lucrado con los asesinatos y la violencia.

Asqueroso, desde luego.


martes, 25 de abril de 2023

Visita de la reina Victoria Eugenia a Benajarafe

Victoria Eugenia con mantilla, por Joaquín Sorolla

En la pequeña historia de Benajarafe es bastante desconocida la visita que la reina Victoria Eugenia, esposa de Alfonso XIII, realizó en 1926. Aquí recordamos dicho acontecimiento.

La costa de Málaga: la Riviera española.

Muchas personas piensan que la proyección turística de la costa malagueña fue un “invento” del franquismo. Si bien es cierto que el turismo europeo de veraneo llegó en los años 50 y 60, gracias a las políticas de los partidos socialdemócratas del norte de Europa que permitió a millones de familias trabajadoras disfrutar de un mes de vacaciones al año, la realidad es que las políticas turísticas en la provincia de Málaga empezaron muchas décadas antes, de cuando sólo viajaban las familias burguesas europeas, buscando climas templados durante los duros inviernos de la Europa septentrional.

En 1912 encontramos este artículo firmado por León Rollín en La Correspondencia de España, que hacía una apología de la provincia de Málaga como destino turístico invernal.

El autor escribía:

Yo he viajado mucho. Y digo sincera y honradamente que no he visto región que reúna tantas condiciones para ser una estación de inviero de primer órden como la que baña la bahía de Málaga.

La costa que se extiende, ondulante y bellísima, entre Torrox y Fuengirola es tan á propósito para la organización de la industrias del turismo, que desde este punto de vista no reconoce rivales.

El clima en ella es ideal. El termómetro á la sombra, oscila, durante lo smeses de noviembre á marzo, de los 20 á los 16 grados, y durante la noche, de los 12 á los 7.

Y Rollín añadía:

Tantas veces ha sido descrita la campiña malagueña; tantos poetas, novelistas y pintores dedicaron á ella su inspiración, su estilo, sus pinceles, que no me atrevo á aventurarme á descripciones nuevas de los montes de Málaga, de los encantadores pueblecillos que se llaman Álora, Fuengirola, Benagalbón, Benajarafe, Almayate, etc.

Recordaba solamente la impresión inolvidable que experimentara la tarde en que, con varios amigos, dejé pasar las horas como en un sueño, sentado en la peña que separa el conjunto de colinas donde se esconde Almayate, entre cañas y rosales, y el magnífico valle de Vélez.

Delante de nosotros extendíase una costa azul turquí, que se recortaba caprichosamente desde Torrox hasta Fuengirola.

Y compitiendo con ella en hermosura, el panorama del valle de Vélez se desarrollaba amplio y bellísimo, con sus tres líneas de montañas azuladas, moradas, bermejas, que escalaban los cielos y parecían clavar en ellos sus cumbres, cubiertas de nieve.

Y yo, viendo aquello, pensaba:

- ¡Qué magnífico decorado para una Riviera!....

Alfonso XIII visita Málaga.

Como nos recuerda el malagueño Carmelo Pellejero Martínez, en su artículo La política turística en la España del siglo XX: Una visión general,

Fue bajo la presidencia del liberal Montero Ríos cuando se inició la organización administrativa del turismo en España. Por Real Decreto de 6 de octubre de 1905 se creó una Comisión Nacional encargada de fomentar en nuestro país, y por cuantos medios estuvieran a su alcance, las excursiones artísticas y de recreo del público extranjero. […] El turismo español recibió un nuevo impulso oficial con la creación, por Real Decreto de 19 de junio de 1911, de la Comisaría Regia del Turismo y Cultura Artística, encargada de procurar el desarrollo del turismo y la divulgación de la cultura artística popular.

Pero no sería hasta los años 20 cuando en nuestro país se impulsó de forma significativa el turismo como una industria nacional. Por Real Decreto de 25 de abril de 1928 se creó el Patronato Nacional del Turismo, aprobándose distintos instrumentos para su fomento como fueron el Servicio de Crédito Hotelero, para estimular la construcción de hoteles; el Título de Establecimiento Recomendado, un marchamo de calidad turística; la Cámara Oficial Hostelera; una Guía Oficial turística; el Libro Oficial de Reclamaciones; así como la Red de Paradores y Albergues de Carretera.

La segunda mitad de la década de los años 20 supuso la inauguración de grandes hoteles en Andalucía, como los hoteles Alfonso XIII (Sevilla) y Atlántico (Cádiz) en 1929, el Hotel Príncipe de Asturias, más tarde Hotel Miramar (Málaga) en 1926...

En febrero de 1926 los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia visitaron la ciudad de Málaga, dentro de ese impulso de convertir la costa malagueña en un destino turístico invernal, para inaugurar el Hotel Príncipe de Asturias. Y no sólo fue el espaldarazo con la presencia real de aquel proyecto turístico malagueño, sino que el rey llegaría a manifestar a la prensa

que se hallaba encantado con el clima de Málaga, prometiendo que durante la cuaresma vendrá a ésta capital las Reinas doña Victoria y Doña Cristina, la Princesa de Axdir y el Príncipe de Asturias.

Y agregó: también vendré yo, especialmente durante la estación invernal a curarme los catarro.

La reina Victoria Eugenia visita Benajarafe.

No es de extrañar que algunos de los actos abordados durante la visita real se orientara a la promoción turística, de lo cual se harán ecos medios como El Telegrama del Rif, que recoge en su edición del 14 de febrero de 1926 la siguiente noticia:

LOS REYES PASEAN POR LOS ALREDEDORES DE LA CIUDAD.

Luego visitan los hospitales. Don Alfonso dice que vendrá a Málaga durante la estación invernal.

Doña Victoria dedicó gran parte del día a pasear por la carretera de Almería, llegando hasta Benajarafe, cerca de Vélez Málaga.

Al regresar a la ciudad, continuó el paseo hasta Torremolinos, no pasando por el pueblo de la Carihuela.

Acompañaban a Doña Victoria, los Infantes Don Carlos y Doña Luisa, la Princesa de Salm Salm y las Infantas Doña Isabel y Doña Alfonsa.

[…]

El Rey, después del almuerzo, efectuó una excursión en automóvil a los mismos lugares en que estuvo por la mañana su augusta esposa, llegando hasta cerca de Vélez Málaga.

Pero aquella visita no sirvió para que Benajarafe se uniera a los destinos turísticos europeos de invierno, y tendría que esperarse hasta finales de los años 50, para que el sr. Farnós Melgarejo, a través de la Urbanizadora Esperanza, SA, impulsara un completo proyecto turístico en el que se incluían una urbanización, La Esperanza, situada sobre terrenos de la antigua finca San José, un establecimiento hotelero (el Hostal La Esperanza), un club de tiro al pichón (en la carretera que sube a Benajarafe alto) e incluso un tentadero.

Pero ya enfocado al turismo veraniego que trajo la extensión de derechos laborales después de la Segunda Guerra Mundial.


domingo, 15 de enero de 2023

Los Morterero de Imón


 

En su obra “Imón y sus salinas. La tierra de la sal”, Tomás Gismera Velasco incluye a Silvestre Morterero Baquero y José Morero Morterero como dos de los nombres para la historia del pueblo guadalajareño, dedicando al primero una pequeña biografía.

Con este artículo, quiero ampliar la información ofrecida por Gismera en su interesante obra sobre la localidad del norte de la provincia de Guadalajara.

Imón y los Morterero.

Desde el siglo XVII la familia Morterero siempre estuvo vinculada a Valdearenas y localidades cercanas, como Trijueque y Argencilla, lo que puede sorprender que una de sus ramas se estableciera en el siglo XIX en la localidad de Imón, donde nacerían los dos miembros que destacaba Tomás Gismera: Silvestre Morterero Baquero y José Moreno Morterero.

La vinculación de los Morterero con Imón hay que buscarla en el matrimonio de Teresa Cano y Olmo, natural de la misma, con Lino Morerero y Lorenzo, natural de Valdearenas, en 1805, celebrado en la parroquial de Ribas de Santiuste.

Teresa era hija de José Cano Álvarez (nacido en Peñafiel el cual había probado su nobleza en la Real Chancillería de Valladolid en 1749) y Manuela del Olmo Alcolea. Parte de la fortuna de los Cano Olmedo provenía del mayorazgo instituido por José Daza Cano, abogado de los Reales Consejos.

Por su parte, Lino era hijo de Patricio Morterero Muñoz y de Paula Isabel Lorenzo Orantes, nacido en Valdearenas alrededor de 1760, descendiendo de Manuel Morterero, el cual se había destacado en la Guerra de Sucesión y al que Felipe V había concedido el privilegio de hidalguía.

Del matrimonio Morterero y Cano, nacieron cinco hijos varones (Valentín, Toribio, Ángel, Eusebio y Rafael) y dos mujeres, cuyos nombres no hemos localizado.

En el reparto de las tierras del matrimonio Morterero y Cano, Toribio, nacido alrededor de 1825, heredó las tierras en Imón, Alcolea de las Peñas y Ribas de Santiuste. Y en esa localidad contrajo matrimonio, posiblemente con una hija de Francisco Vaquero Cabrera, guarda almacén de la Salina Principal de Imón de 1837 a 1851, y más tarde oficial inspector de la misma y por lo tanto hermana del malogrado pintor Juan Baquero y Zarza, que participó con varios óleos en la Exposición Nacional de 1881.

Toribio tuvo cuatro hijos: Silvestre, Idelfonsa, Juana, que aparece en 1883 como propietaria en Imón junto a Silvestre, y Damian Morterero, que en 1885 aparecía como titular de un ultramarinos en Imón. Falleció en marzo de 1891, según se recogió en la prensa de la época.

Silvestre Morterero y Baquero.

Silvestre Morterero y Baquero nació en Imón, localidad en la que residían sus padres. Por su expediente en la Universidad Central, y que conserva el Archivo Histórico Nacional, sabemos que se licenció en farmacia en 1868.

Tras sus estudios en la Corte, su familia adquirió para él la botica de Imón, que había poseído el farmacéutico Juan Tova Cabrera, y de la que fue titular hasta su fallecimiento en 1914.

Casado con Concepción Lázaro Adradas (hermana de Jerónimo Lázaro Adradas, descrito como “médico de la Corte” en la prensa de la época), no sabemos si llegó a tener descendencia.

Fue gracias al filósofo José Ortega y Gasset cuando Silvestre adquirió relevancia mundial, aunque de forma tan confusa que nadie lo relacionó con él. Y es que tras la Guerra Civil, y ante la imposibilidad de volver a impartir clases en la Universidad, durante el curso 1948/1949, Ortega impartió una serie de conferencias (doce en total) en el Instituto de Humanidades. En la primera de ellas, titulada “ Sobre una nueva interpretación de la Historia Universal. Exposición y examen de la obra de A. Toynbee, A Study of History”, el filósofo afirmó:

A este respecto, perdónenme un recuerdo personal. Tenía yo diecisiete años cuando por primera vez hice una excursión tierra adentro de España, cosa entonces sobremanera insólita. No iba solo; me llevaba un hombre admirable, de excelente condición, el primero que ha andado toda la Península, paso a paso, cuando nadie lo hacía entonces, que era artista y crítico de arte, pero cuyo verdadero valor consistía en su vida. Y como la vida tiene esa misma elegancia de ser fungible, es decir, que desaparece conforme va siendo, el valor de la vida de Francisco Alcántara no puede ser percibido ni reconocido por las nuevas generaciones. Por eso me creo obligado a recordar su vida. Fuimos los dos a la comarca rayana entre Guadalajara y Segovia, en esa tierra de pinares donde se desgranan, como un rosario roto, una serie de pueblos de nombres encantadores: Gálvez, Villacadimia, Los Condemios, Campisábalos... En Campisábalos tenía Alcántara un gran amigo, el boticario. Este boticario parecía predestinado a su oficio por su apellido: se llamaba Morterero. En efecto, los Mortereros, de padres a hijos, regentaban la botica de Campisábalos desde el siglo XVII. Por eso, el establecimiento presentaba el aspecto de una farmacia de comienzos del siglo XVIII. Allí estaba las paredes cubiertas con tarros de Talavera, y del mejor tiempo, que es el final del siglo XVII. En sus lomos se veían, junto a los adornos azules, letras también azules que decían los nombres latinos y españoles de la vieja farmacopea: aceite de almendras dulces, en uno; acero de Madrid, en otro; la uña de la gran bestia… En un rincón estaba un pequeño anaquel lleno de menudos botecillos que contenían venenos. El anaquel estaba cerrado con una puerta de vidrio donde había pintado un ojo, el famoso ojo del vigilante del boticario. Pero lo que más me impresionó fue ver en el centro, como gobernando aquella democracia de remedios, un gran tarro de Talavera en cuya panza leí por primera vez en mi vida `Triaca máxima´.

Pero los años traicionaron la memoria de Ortega. El viaje al que hace referencia lo realizó en el verano de 1899, junto al periodista Francisco Alcántara, que trabajaba para el diario EL IMPARCIAL fundado por Eduardo Gasset Artime y dirigido a finales del siglo XIX por su yerno José Ortega Munilla, padre del filósofo. Y efectivamente, Alcántara conocía y era amigo del boticario Morterero, pero no en Campisábalo como recordaría Ortega 48 años después, sino en Imón.

Alcántara conocía la localidad antes de visitarla junto el jovencísimo Ortega. De hecho, en la edición de EL IMPARCIAL del 8 de abril de 1899, se publicó un artículo suyo, que decía “partimos para Imón, donde dedicamos un recuerdo al malogrado pintor Juan Baquero, y pudimos admirar en la farmacia del Sr. Morterero el botamen de riquísima loza española del siglo XVI en perfecto estado de conservación.”

Y sabemos que el viaje iniciático de Ortega fue en 1899 porque en
la edición del 13 de agosto de aquel año el semanario FLORES Y ABEJAS de Guadalajara publicó: El ilustrado redactor de EL IMPARCIAL don Francisco Alcántara veranea actualmente en Imón y el mes de Septiembre lo pasará en Atienza.

Silvestre falleció en 1914, y FLORES Y ABEJAS lo anunció así: En Imón ha fallecido el ilustrado farmacéutico D. Silvestre Morterero Baquero.

Por su parte el periódico conservador LA UNIÓN publicaba la siguiente necrológica: En Imón ha fallecido D. Silvestre Morterero Baquero probo y culto farmacéutico. A su distinguida familia le enviamos el pésame más sentido.

LA FARMACIA ESPAÑOLA daba noticia de su fallecimiento de la siguiente manera: Ha fallecido en Imón (Guadalajara), el día 3 del corriente mes, el farmacéutico de aquella villa D. Silvestre Morterero y Baquero, muy querido amigo nuestro. El Sr. Morterero que hizo sus estudios en Madrid en una época de muy agradable recuerdo, en la que se educaron en el antiguo Colegio de San Fernando alumnos que sobresalieron mucho en la cátedra, en el laboratorio y en el ejercicio de la profesión, fue un enamorado de la farmacia, y en su larga carrera profesional, mostró siempre adhesión incondicional á las doctrinas aprendidas en las aulas universitarias y contribuyó á la realización de todo proyecto encaminado al enaltecimiento de la clase farmacéutica. Descanse en paz el querido compañero, y admita su desconsolada viuda y demás familia, de la que forma parte el distinguido médico D. Jerónimo Lázaro Adradas, nuestro sentido pésame por esta irreparable desgracia.

Dª Idelfonsa Morterero y Baquero.

Hermana de Silvestre, Idelfonsa Morterero y Baquero nació en 1848. Se casó con el teniente coronel Baltasar Moreno, y para 1893 ya era viuda. Tuvo dos hijos, José Moreno Morterero y Carolina Moreno Morterero.

Falleció en 1933, y el semanario LA ORIENTACIÓN publicó la siguiente necrológica: Anteayer falleció en esta capital, a los 85 años de edad, doña Idelfonsa Morterero, viuda de Moreno, madre política de nuestro amigo el Profesor de la Normal y Presidente del Consejo provincial de Primera enseñanza don Daniel Carretero. El cadáver de dicha señora fue trasladado para su inhumación al cementerio de Imón. A sus hijos don José y doña Carolina Moreno y al señor Carretero, enviamos sentido pésame.

D. José Moreno y Morterero.

José Moreno y Morterero es otro de los nombres citados Tomás Gismera en su obra “Imón y sus salinas”.

Como hemos dicho, era hijo del teniente coronel Baltasar Moreno y de Idelfonsa Morterero. Estudió en la Universidad Central de Madrid, desarrollando en aquellos años una activa militancia republicana, participando en numerosos actos políticos, tal y como recoge la prensa de la época, militancia que mantuvo a lo largo de su vida.

Tras licenciarse en derecho, ejerció de abogado y procurador en Sigüenza. En abril de 1917 contrajo matrimonio con Dª Eugenia García Pérez, hermana del alcalde de Sigüenza, Antonio García. Fatalmente, Eugenia fallecería en enero de 1928, posiblemente del mismo accidente de automóvil del que se recuperaría José Moreno Morterero meses más tarde.

Dos años después, en junio de 1930, José Moreno Morterero contraería matrimonio en segundas nupcias con Dª Dolores González García en Zaragoza. De ninguno de ellos tendría descendencia, o al menos ninguno llegaría a la edad adulta.

De una situación económica desahogada, sabemos que era accionista del Banco Zaragozado y del Banco de Aragón durante los años 30.

En 1918 formó parte de la Federación republicana en Sigüenza, y unos años después, en 1924 lo encontramos como concejal seguntino, siendo de nuevo elegido por la candidatura radical socialista en junio de 1931 ocupando ese mismo año, y hasta 1932, la alcaldía de Sigüenza, tras lo cual siguió de concejal.

Es curiosa la reflexión publicada por el semanario católico EL HENARES en 1934, que decía: Es casi seguro que si D. José Moreno Morterero hubiese continuado en la Alcaldía con todo y ser radical socialista, no hubiera tratado tan duramente a las parroquias. Y es sensible que un Alcalde y unos concejales llevados al Ayuntamiento por las derechas, procedan tan duramente con las parroquias.

A pesar de su larga trayectoria republicana, fue asesinado el 14 de agosto de 1936 por fuerzas de izquierdas, acusado de haber adquirido armamento para las fuerzas golpistas.

En el Boletín Oficial de la Provincia de Soria1 se publicó el siguiente edicto en 1937: D. José Beguiristaín Eguilaz, Juez de 1ª instancia de esta ciudad y su partido, Hago saber: Que en este Juzgado pende expediente sobre declaración de herederos abintestato por fallecimiento de D. José Moreno Monterero, a favor de su hermana Dª Carolina Concepción Emiliana Moreno Monterero y viuda doña Dolores González García, en el que en proveído de hoy se ha acordado anunciar el fallecimiento de dicho D. José Moreno Monterero, natural de Imón y vecino que fue de esta ciudad, ocurrido en la misma el día 14 de Agosto del año último, sin haber otorgado testamento, reclamando la herencia la hermana y viuda según se expresa anteriormente; llamando por el presente a los que se crean con igual o mejor derecho para que comparezcan en este Juzgado a reclamarlo dentro de treinta días. Y para que el presente edicto sea publicado en el Boletín oficial de la provincia de Soria, pongo el presente en Sigüenza a 24 de Marzo de 1937. José Beguristain. Ante mí, Julián Rubiales.

Dª Carolina Moreno y Morterero.

Hija de Baltasar Moreno e Idelfonsa Morterero y Baquero, Carolina Concepción Emiliana Moreno Morterero nació en 1889. Casada con el catedrático de matemáticas de la Escuela Normal de Guadalajara, Daniel Carretero Riosalido, tuvo seis hijos.

Falleció el 18 de junio de 1960. La esquela publicada en FLORES Y ABEJAS decía así: LA SEÑORA Dª Carolina Moreno Morterero. Ha fallecido en Guadalajara el 18 de Junio de 1960. A los 71 años de edad. Habiendo recibido los Santos Sacramentos y la bendición de Su Santidad. RIP. Su afligido esposo D. Daniel Carretero Riosalido; hijos D. José, Dª Mª Elena, D. Luis, Doña Mª del Carmen, D. Daniel y Dª Carolina; hijos políticos Dª Mª del Carmen Albiñana, D. Luis Cerrada y Dª Montserrat Rebés; hermana política Dª Dolores González; nietos, sobrinos, primos y demás familia: RUEGAN la tenga presente en sus oraciones.

domingo, 4 de abril de 2021

¿Fue la localidad alcarreña de Mensa Domini, y no Torija, en la que pudo haber estado escondida la Mesa de Salomón?

 


Las personas que gustan de los misterios posiblemente hayan escuchado la historia de la viajera Mesa de Salomón, antiguamente custodiada en el Templo de Jerusalem y en la que estaba escrita el verdadero nombre de dios, aquél que no se podía verbalizar. Según diferentes fuentes medievales, la mesa terminó en el reino de Toledo, donde fue localizada por el bereber Tarik, invasor musulmán del reino visigodo.

El periodista Álvaro Anula traza su historia de forma muy amena en su blog, en un post titulado Torija: cuando los Templarios buscaron la Mesa deSalomón en Guadalajara, cuya lectura recomiendo, cuando relata:

El historiador Abd al-Hakam sugiere que Tariq solo se dirigió a Toledo en busca de la preciada Mesa, pero tras las indicaciones judías se dirigió al lugar donde se hallaba el tesoro y lo consiguió sin grandes sobresaltos; […] el cronista Ibn Hayyam relata el periplo de Tariq para buscar la Mesa de Salomón después de salir de Toledo: “Tariq, desde Toledo se encaminó hacia Wad-Al-Hiyara (río que está en la actual Guadalajara) , y desde aquí se dirigió al monte y lo cruzó por el valle que lleva ahora su nombre. Y al otro lado, tras el monte, llegó a la ciudad de la Mesa de Salomón, hijo de David, mesa que era de esmeraldas”. El manuscrito anónimo Ajbar machmúa cuenta que Tariq llamó denominó a la ciudad de la Mesa como ‘Medina Almeida’.

Todos los autores contemporáneos que para localizar el lugar donde habría estado escondida la Mesa de Salomón utilizan como fuente a Ibn Hayyam, concluyen que dicha localidad de Medina Almeida (que debemos traducir como Ciudad de la Mesa) corresponde a la actual Torija. Conclusión que, por otra parte, es bastante razonable si no tenemos en cuenta que al menos hasta el siglo XIV existió una localidad próxima a Torija, denominada Mensa Domini que en castellano se traduce como Mesa del Señor, y de la que hoy no queda rastro.

Es lógico que nadie haya relacionado la historia de la Mesa de Salomón con la localidad de Mensa Domini, ya que sólo he encontrado una referencia histórica a dicha localidad. La recoge Ramón Gonzálvez Ruiz (quien fue archivero de la Catedral de Toledo) en su artículo La persona de Juan Ruiz, cuando relaciona las localidades del arciprestazgo de Hita con beneficios eclesiásticos en tiempos del rey Sancho IV:

En torno a Hita se asentaba todo un anillo de pequeñas localidades, que la reconocían como cabeza de la comarca y desde el punto de vista eclesiástico como capital del arciprestazgo. Al menos una vez al año el arcipreste las visitaba una por una y enviaba una relación pormenorizada a la curia arzobispal de Toledo. La estadística de los beneficios de la diócesis nos ha conservado los nombres de aquellas localidades que poseían beneficios eclesiásticos. Menciono todas las que constan, porque en Hita y en este entorno geográfico se movió principalmente la vida de Juan Ruiz como párroco y como arcipreste. Eran las siguientes: Padiella, Muduex, Valdearenas, Peciella, Trijueque, Mensa Domini, Caspueñas, Valdegrudas, Rebollosa, Ciruelas, Celtianos, Miganos, Alariella y Copernal. Algunas han desaparecido, pero muchas son todavía localizables.

Si comprobamos sobre un mapa las localidades que aún existen, describe las mismas siguiendo el recorrido de las agujas de un reloj empezando por el norte con Padiella (Padilla de Hita). Según esta relación, Mensa Domini se encontraría entre Trijueque y Caspueñas, posiblemente en las cercanías de la actual carretera CM-2011, que conecta Torija con Brihuega.

El uso de un topónimo latino, Mensa Domini, es, en cualquier caso, extraordinario en su contexto temporal (siglo XIV) y espacial (el reino de Toledo). Tal vez los castellanos, tras conquistar la Alcarria y siendo conocedores de la historia de la Mesa de Salomón, decidieran traducir Medina Almeida (Ciudad de la Mesa) por Mensa Domini (Mesa del Señor) pero manteniendo su expresión latina, en señal de respeto por el origen del preciado altar judío.

La existencia de una localidad en las cercanías de Torija denominada Mensa Domini, sin duda añade interés y curiosidad a la historia de la Mesa de Salomón en la provincia de Guadalajara.

sábado, 26 de diciembre de 2020

Buceando en los orígenes de Benajarafe.

Vélez-Málaga según un grabado francés de principios del siglo XVIII

Rastrear el pasado de Benajarafe es harto complicado, y puede parecer, a primera vista, que más allá de la torre Moya (siglo XVI) y la ermita de Nuestra Señora del Rosario (siglo XIX), no hay restos más antiguos que atestigüe su pasado.

De forma intuitiva, podemos imaginar que el origen de Benajarafe hay que buscarlo en la dominación islámica. Cosa que puede parecer cierta, como informa la web municipal de Vélez Málaga, al afirmar que Benajarafe es una “Pedanía costera cuyo origen fue una antigua alquería medieval del territorio de Vélez, de hecho su nombre corresponde a un antropónimo árabe.”

El origen musulmán de Benajarafe siempre ha sido recogido por los distintos autores que han escrito sobre la historia de la Axarquía, como Idelfonso Marzo, quien en su Historia de Málaga y su provincia (1850) incluyó a Benajarafe como una de las 300 localidades árabes existente en la provincia antes de la conquista castellana (el de Benajarafe ó Benajaraf cerca de Macharaviaya, hoy poblado con 55 casas.) encuadrada en la lista de despoblados medievales malagueños.

De la misma opinión era Agustín Moreno y Rodríguez, al afirmar en su Reseña histórico-geográfica de Vélez Málaga y su partido (1865) que Benajarafe era una antigua alquería moruna al S.O.

¿Es esto cierto?

Según los datos obtenidos por prospecciones arqueológicas, tal y como consta en el Catálogo de Bienes Protegidos del Término Municipal de Vélez-Málaga (2018), la alquería nazarí de Benajarafe se situaba en el cortijo Los Balcones, frente a la actual ermita de Nuestra Señora del Rosario.

Pero según el mismo Catálogo, Benajarafe es muy anterior. Porque durante las citadas prospecciones, además de los restos nazaríes de los siglos XIII al XV, en el cortijo Los Balcones se han encontrado vestigios de época Fenicia (Siglos VIII-VI a. C.) y de época Púnico-Romana (Siglos IV-I a. C.)

Se puede concluir que al menos desde el siglo VIII antes de Cristo, se mantuvo una población estable en la zona del cortijo Los Balcones, aunque la alquería de Benajarafe sí tuvo un perfil típicamente musulmán del periodo nazarí.

Alquería, según la segunda acepción del diccionario de la Real Academia Española, es caserío, conjunto reducido de casas. Por lo tanto, debemos imaginar que el Benajarafe anterior a la conquista castellana como una aldea, más que como un pueblo.

¿Qué pasó con Benajarafe tras la conquista castellana de la Axarquía para que de la alquería nazarí apenas queden actualmente restos arqueológicos?

La política de repartimientos realizada por los Reyes Católicos fue asentando población cristiana en la zona, al punto que en 1510 se erigió en Benajarafe la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción. Este dato poco conocido, además de poner en valor la importancia del vecindario conquistador, señala la posible existencia de una mezquita musulmana u oratorio que fuese convertido en iglesia cristiana.

Tras la revuelta de las Alpujarras en la Nochebuena de 1568, las autoridades castellanas ordenaron el despoblamiento de gran parte de la costa de la Axarquía, tanto de moriscos, por temor a que sirvieran de cabeza de puente de una invasión turca, como de cristianos, ante la posibilidad de caer presos de las razias berberiscas que periódicamente asolaban las costas.

Las posteriores políticas de repoblación exceptuaron varias alquerías de la costa, como Almayate, Benahalis (en Macharaviaya), Benamayor (cerca de Torrox), etc. las cuales quedaron despobladas.

El principal factor para mantener estas localidades despobladas era por la dificultad de amurallarlas para defenderse de los ataques de los piratas de Berbería y sus razias, que en muchas ocasiones terminaban con el apresamiento de cristianos para su venta como esclavos o el cobro de rescate.

¿Fue este fue el destino de Benajarafe? No parece claro, ya que, para esas fechas, ya no aparece en la relación de localidades de la Axarquía. Tal vez su despoblamiento había ocurrido con anterioridad.

En todo caso, para el segundo tercio del siglo XVI, Benajarafe había perdido su vecindario, vio arruinados sus edificios y eliminada su parroquia de Nuestra Señora de la Concepción.

Esta situación cambió durante el siglo XVIII, cuando en esta parte de la Axarquía se concitaron dos factores que sin duda impulsó la puesta en producción de tierras abandonadas o escasamente trabajadas.

Por un lado, desde la Corona borbónica, se promovió nuevas edificaciones defensivas (como la casa fuerte de Bezmiliana, de los castillos del Marqués y de Torre del Mar, y de las torres almenaras de Chilches) que mejoraron la seguridad de la zona. Por otro, la familia Galvez promovió una activa política de desarrollo desde su localidad de Macharaviaya, con medidas como la modernización de la agricultura en la zona, así como la introducción de nuevos cultivos, como el del aguacate, en su finca de Almayate.

Para conocer ese nuevo Benajarafe del siglo XIX hay que acudir al Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, publicado entre 1845 y 1850, y conocido como Diccionario Madoz, por el nombre de su impulsor, el ministro Pascual Madoz.

En este diccionario, se define a Benajarafe no como una localidad sino como campo poblado en la prov. y dióc. de Málaga […] Se compone de 155 casas diseminadas por el térm.

Es decir, los nuevos pobladores no construyeron una nueva localidad sobre los restos del Benajarafe nazarí (que no eran desconocidos ya que Madoz dejaba constancia que se conservaban restos de una pobl. del tiempo de los moros, conocida por el nombre de BENAXARAF) sino que se desperdigaron por su cambo, creando un diseminado con viviendas que Madoz denomina de regular distribución interior y á propósito para la agricultura, sobresaliendo algunas por sus buenas comodidades, huertos y árboles frutales que las rodean entre las que figuran como más notables, los cortijos Cabrera, y el de la Culebra.

Fue entonces, a finales del siglo XVIII, cuando se hizo necesaria la construcción de un templo católico que atendiera espiritualmente a la creciente población, cosa que se produjo a principios del siglo XIX, cuando se construyó por parte de los vecinos, no de la Iglesia, la ermita de Nuestra Señora del Rosario.

Este Diccionario nos da un dato muy importante, al afirmar que hay una ermita bajo el título de Ntra. Sra. del Rosario aneja de Macharavialla: está sit. en la márg der. del arroyo dicho de las Adelfas en una esplanada que mira al S.: empezó á edificarse á principios de este siglo conservándose en buen estado.